THE HOBBIT: THE BATTLE OF THE FIVE ARMIES. Estados Unidos-Nueva Zelandia, 2014. Un film de Peter Jackson
La saga ha llegado a su fin y es el momento de decirle adiós a la Tierra Media. Así con la presente entrega el público se despide de los diferentes personajes que han transitado en la épica aventura llevada a cabo por Bilbo Baggins (Martin Freeman) y los enanos que lo han acompañado en la historia relatada por J.R.R. Tolkien en The Hobbit y que como bien se sabe precedió a su obra magna The Lord of the Rings.
Este tercer capítulo en realidad es la conclusión de la segunda parte que por razones estrictamente comerciales quedó dividida en dos. Por lo tanto el comienzo de The Battle of the Five Armies continúa la abruptamente interrumpida historia de The Desolation of Smaug en donde en las primeras escenas tiene lugar el enfrentamiento con el temible dragón Smaug (con la voz de Benedict Cumberbatch) quien después de haber incendiado el pueblo entero de Laketown sucumbe en una de los grandes batallas del film. Sin embargo, la desaparición del dragón no logra atraer la anhelada paz deseada por Bilbo y sus acólitos enanos quienes tendrán que vérselas con un conjunto de ejércitos rivales integrados por elfos, orcos y monstruosos especímenes en un combate final para determinar quien controlará la Montaña Solitaria y su tesoro escondido.
Apoyado por el uso de los recursos digitales, Jackson ha logrado crear situaciones y personajes que de otro modo hubieran sido imposibles de alcanzar. De ese modo el film adquiere una increíble espectacularidad lo que agregado a su considerable riqueza visual permite al gran público apreciar un film de acción de sostenido entretenimiento que satisfará sus expectativas.
Efectuando un análisis global de esta trilogía queda la sensación de que es una obra indudablemente menor a la de The Lord of the Rings. En parte eso se debe a que The Hobbit sea una novela demasiada pequeña para justificar sus casi 8 horas de metraje; de allí que su razón de ser descanse fundamentalmente en el factor espectáculo y que en su final se imponga la presencia de imponentes batallas muy bien coreografiadas. Pero a diferencia de la leyenda de los anillos, donde además de su gran despliegue espectacular hay un profundo análisis de la condición humana, eso no acontece aquí; si se descuentan las escenas de acción y los efectos visuales que dominan la mayor parte del metraje, son muy escasos los momentos de intimidad que transmiten con intensidad el drama de sus personajes. Aunque existen algunos tópicos interesantes que el film trasluce como por ejemplo la ciega codicia de Thorin (Richard Armitage), el sin sentido de la crueldad de los orcos, el valor de la amistad, el honor, la lealtad y la valentía, el tratamiento dispensado a los mismos es demasiado esquemático y no deja mayor impacto emocional.
Conclusión: Jackson ofrece una trilogía fantástica disfrutable aunque artísticamente no muy inspirada y sin la magia de The Lord of the Rings. Jorge Gutman