ANNIE. Estados Unidos, 2014. Un film de Will Gluck.
Después de haber presenciado esta nueva versión de la comedia musical de Broadway “Annie” uno se pregunta cuál ha sido la razón que impulsó a sus responsables para volver a filmarla. Si bien la obra musical estrenada en Broadway en 1977 no carece de atractivos, la versión realizada en 1982 no fue precisamente una de aquéllas que haya impresionado mayormente, a pesar de haber sido dirigida por el gran cineasta John Huston; ahora bien, la presente es decididamente inferior a aquélla y a pesar de no ser mala, no tiene muchos elementos que permitan rescatarla de su precaria medianía.
En este remake modernizado la acción tiene lugar en Nueva York en la época actual donde Annie (Quvenzhané Wallis) de 10 años de edad, habiendo sido abandonada por sus padres cuando era bebita, vive permanentemente con la ilusión de que ellos retornarán algún día a buscarla. Por esa razón Annie reside junto con otras cuatro niñas en un hogar sustituto a cargo de Miss Hannigan (Cameron Díaz); se trata de una detestable mujer volcada a la bebida, que por razones monetarias se ocupa de cuidar a las chicas, aunque sin prodigarles el menor gesto afectivo.
Annie ve cambiada su suerte el día en que se topa con Will Stacks (Jamie Foxx), un magnate de las telecomunicaciones que aspira ocupar el puesto de alcalde de la ciudad. Al haber salvado a la niña de un grave accidente callejero que fue filmado en video, Stacks ‑estimulado por su asesor político Guy (Bobby Cannavale) y con la ayuda de su fiel aliada Grace (Rose Byrne)- trata de capitalizar la acción realizada para revivir su alicaída campaña electoral. Para ello invita a la niña a vivir temporalmente en su residencia donde la pequeña se convierte en una suerte de agraciada princesita al recibir un excelente trato y atenciones que jamás había soñado. Habiendo sido aleccionada, Annie demuestra a los medios de comunicación su aprecio por el cariño recibido de su benefactor, en tanto que Stacks logra mejorar decididamente su imagen pública como candidato a la alcaldía y prontamente se encariña con su huésped. Lo que continúa, incluyendo un giro levemente dramático a la historia, no es de mayor interés y a medida que el film se prolonga la atención va decayendo sin que exista una genuina calidez que emocione al espectador.
Con un guión endeble y un montaje poco satisfactorio, el relato no ofrece oportunidad de lucimiento para sus actores, donde por ejemplo el rol interpretado por Cameron Díaz resulta grotescamente caricaturesco; en cuanto a los otros personajes delineados en forma unidimensional, la posibilidad de identificación con los mismos es escasa, excepto el de Quvenzhané Wallis quien habiendo impresionado gratamente en Beasts of the Southern Wild (2012) aquí sale airosa como la desenvuelta Annie.
Como espectáculo musical el film no deja mayores huellas, a pesar del agregado de algunos nuevos números. Sin gran despliegue coreográfico, las diferentes canciones, que con excepción de una o dos no llegan a ser memorables, son intercaladas sin fluidez al desarrollo temático.
Conclusión: Un deslucido musical carente de calidez y sin mayor emoción. Jorge Gutman