Cri­sis de un Actor Maduro

THE HUM­BLING. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Barry Levinson

Podrá tra­tar­se de sim­ple coin­ci­den­cia pero resul­ta curio­so com­pro­bar cómo The Hum­bling se ase­me­ja a Bird­man en lo que se refie­re a la natu­ra­le­za del per­so­na­je pro­ta­gó­ni­co, con la dife­ren­cia de que el film de Ale­jan­dro Gon­zá­lez Iñá­rri­tu es deci­di­da­men­te supe­rior a lo que el rea­li­za­dor Barry Levin­son ofre­ce aquí.

Al Pacino

Al Pacino

Al Pacino demues­tra nue­va­men­te sus rele­van­tes con­di­cio­nes de actor per­mi­tien­do de este modo con­tra­rres­tar par­cial­men­te las debi­li­da­des de esta des­igual pelí­cu­la. Su tra­ma que está basa­da en la nove­la del mis­mo nom­bre de Phi­lip Roth con un guión escri­to por Buck Henry y Michal Zebe­de no es lo sufi­cien­te­men­te atrac­ti­va como para que lle­gue a una amplia audien­cia, ni tam­po­co con­tie­ne los ele­men­tos nece­sa­rios para con­for­mar a un públi­co selectivo.

Pacino ani­ma a Simon Axler, un actor ego­cén­tri­co de 67 años de edad quien se encuen­tra en un esta­do de cri­sis exis­ten­cial al com­pro­bar que ya no goza de la popu­la­ri­dad de otros tiem­pos, a la vez que cree estar per­dien­do sus con­di­cio­nes artís­ti­cas. Al comen­zar el rela­to sale a esce­na para repre­sen­tar la obra de Sha­kes­pea­re As you Like it y repen­ti­na­men­te se arro­ja des­de el esce­na­rio hacia la pla­tea del tea­tro. Sin deter­mi­nar exac­ta­men­te si se tra­tó de un acci­den­te o un inten­to de sui­ci­dio, lo cier­to es que es tras­la­da­do a un cen­tro psi­quiá­tri­co de reha­bi­li­ta­ción; allí, en un gru­po de tera­pia es abor­da­do por Sybil (Nina Aran­da), una mujer de la socie­dad que, habién­do­lo vis­to actuar en un film inter­pre­tan­do a un ase­sino, le pide que mate a su mari­do por­que según ella abu­só de su joven hija.

https://www.youtube.com/watch?v=JuFWn6IO8zE

Dejan­do a un lado lo que ante­ce­de, el rela­to adop­ta otro rum­bo cuan­do el actor des­pués de salir de la ins­ti­tu­ción, apa­ren­te­men­te recu­pe­ra­do de sus ten­den­cias sui­ci­das y deci­di­do a renun­ciar por com­ple­to a la actua­ción, retor­na a su gran man­sión de Con­nec­ti­cut. Allí reci­be la visi­ta de Pegeen (Gre­ta Ger­wig), una mujer de 33 años que es hija de vie­jos ami­gos acto­res y a quien no había vis­to des­de que tenía 10 años; ella le mani­fies­ta haber­se ena­mo­ra­do de él des­de hace mucho tiem­po, a pesar de ser les­bia­na. Ade­más de sedu­cir fácil­men­te a Simon, des­pier­ta en él sen­ti­mien­tos amo­ro­sos insos­pe­cha­dos a la vez que logra ins­ta­lar­se en su casa. De allí en más, la vida del anfi­trión se ve entre­mez­cla­da con la apa­ri­ción de los padres de Pageen (Dian­ne Wiest, Dan Heda­ya) exi­gién­do­le que deje a su hija, así como con la visi­ta de un tran­se­xual ex aman­te de la joven (Billy Porter).

Como lo que se con­tem­pla es a tra­vés de la visión de la men­te emo­cio­nal­men­te ines­ta­ble de Simon es difí­cil afir­mar si lo vivi­do con Pageen for­ma par­te de su ima­gi­na­ción o si res­pon­de a la reali­dad de los hechos; más aún, tam­po­co se sabe si su inten­ción de retor­nar a las tablas para actuar en otra obra de Sha­kes­pea­re es ver­da­de­ra. De todos modos ni el enfo­que temá­ti­co de un indi­vi­duo inca­paz de sepa­rar su rol de actor con lo que acon­te­ce en su vida per­so­nal, como tam­po­co el inten­to de retra­tar las fan­ta­sías sexua­les de un hom­bre madu­ro en esta­do deca­den­te resul­tan con­vin­cen­tes en la pre­sen­te narración. .

A pesar de algu­nos momen­tos diver­ti­dos de su tra­ma, la pelí­cu­la no lle­ga a encon­trar su foco pre­ci­so, sin saber si lo que se con­tem­pla es una sáti­ra o más bien una tra­gi­co­me­dia fan­ta­sio­sa. De todos modos, las obje­cio­nes seña­la­das no des­me­re­cen la bue­na actua­ción de Ger­wig, ni menos aún la de Pacino cuyo exce­len­te desem­pe­ño ami­no­ra las debi­li­da­des del rela­to. Jor­ge Gutman