THE HUMBLING. Estados Unidos, 2014. Un film de Barry Levinson
Podrá tratarse de simple coincidencia pero resulta curioso comprobar cómo The Humbling se asemeja a Birdman en lo que se refiere a la naturaleza del personaje protagónico, con la diferencia de que el film de Alejandro González Iñárritu es decididamente superior a lo que el realizador Barry Levinson ofrece aquí.
Al Pacino demuestra nuevamente sus relevantes condiciones de actor permitiendo de este modo contrarrestar parcialmente las debilidades de esta desigual película. Su trama que está basada en la novela del mismo nombre de Philip Roth con un guión escrito por Buck Henry y Michal Zebede no es lo suficientemente atractiva como para que llegue a una amplia audiencia, ni tampoco contiene los elementos necesarios para conformar a un público selectivo.
Pacino anima a Simon Axler, un actor egocéntrico de 67 años de edad quien se encuentra en un estado de crisis existencial al comprobar que ya no goza de la popularidad de otros tiempos, a la vez que cree estar perdiendo sus condiciones artísticas. Al comenzar el relato sale a escena para representar la obra de Shakespeare As you Like it y repentinamente se arroja desde el escenario hacia la platea del teatro. Sin determinar exactamente si se trató de un accidente o un intento de suicidio, lo cierto es que es trasladado a un centro psiquiátrico de rehabilitación; allí, en un grupo de terapia es abordado por Sybil (Nina Aranda), una mujer de la sociedad que, habiéndolo visto actuar en un film interpretando a un asesino, le pide que mate a su marido porque según ella abusó de su joven hija.
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Dejando a un lado lo que antecede, el relato adopta otro rumbo cuando el actor después de salir de la institución, aparentemente recuperado de sus tendencias suicidas y decidido a renunciar por completo a la actuación, retorna a su gran mansión de Connecticut. Allí recibe la visita de Pegeen (Greta Gerwig), una mujer de 33 años que es hija de viejos amigos actores y a quien no había visto desde que tenía 10 años; ella le manifiesta haberse enamorado de él desde hace mucho tiempo, a pesar de ser lesbiana. Además de seducir fácilmente a Simon, despierta en él sentimientos amorosos insospechados a la vez que logra instalarse en su casa. De allí en más, la vida del anfitrión se ve entremezclada con la aparición de los padres de Pageen (Dianne Wiest, Dan Hedaya) exigiéndole que deje a su hija, así como con la visita de un transexual ex amante de la joven (Billy Porter).
Como lo que se contempla es a través de la visión de la mente emocionalmente inestable de Simon es difícil afirmar si lo vivido con Pageen forma parte de su imaginación o si responde a la realidad de los hechos; más aún, tampoco se sabe si su intención de retornar a las tablas para actuar en otra obra de Shakespeare es verdadera. De todos modos ni el enfoque temático de un individuo incapaz de separar su rol de actor con lo que acontece en su vida personal, como tampoco el intento de retratar las fantasías sexuales de un hombre maduro en estado decadente resultan convincentes en la presente narración. .
A pesar de algunos momentos divertidos de su trama, la película no llega a encontrar su foco preciso, sin saber si lo que se contempla es una sátira o más bien una tragicomedia fantasiosa. De todos modos, las objeciones señaladas no desmerecen la buena actuación de Gerwig, ni menos aún la de Pacino cuyo excelente desempeño aminora las debilidades del relato. Jorge Gutman