GETT, THE TRIAL OF VIVIANE AMSALEM. Francia-Israel-Alemania, 2014. Un film escrito y dirigido por Ronit y Shlomi Elkabetz
Guett es la palabra hebrea que denota al documento oficial israelí de divorcio que el marido concede a su mujer. En Israel, donde no existe casamiento civil sino exclusivamente religioso, se asiste a un anacronismo propio de las oscuras épocas del medioevo donde el esposo es dueño y señor para decidir si otorga o no la separación solicitada por su esposa; atendiendo a esa situación existente los hermanos Ronit y Shlomi Elkabetz han realizado un excelente film sobre la dominación masculina tomando como referencia a una mujer casada que ansiosamente desea obtener el guett.
El film rodado en blanco y negro transcurre casi totalmente en la sala judicial y en mínima parte en el recinto de espera exterior. En este caso la que solicita la separación es Viviane Amsalem (Ronit Elkabetz), una mujer que se casó con Elisha Amsalem (Simon Abkarian) en un matrimonio arreglado siguiendo ciertas tradiciones de judíos marroquíes. A través de 20 años de vida en común, y a pesar de la existencia de 4 hijos producto de la unión, Viviane se sintió asfixiada en la relación mantenida con su esposo al punto tal de que para salir del estado que la agobiaba por vivir con un hombre a quien no amaba resolvió mudarse a la casa de su hermano. Durante la unión conyugal, ella colaboró a la par que su marido en el mantenimiento del hogar tratando de comportarse como corresponde a una buena esposa.
En la primera escena se presencia a Viviane junto con Carmel (Menashe Noy), el abogado que la representa, y Shimon (Sasson Gabay), hermano mayor de Elisha que se encarga de su defensa. Frente a ellos se encuentra el tribunal rabínico de 3 personas presidido por el rabino Solomon (Eli Gornstei) encargado de dictaminar sobre el caso. Sin embargo, la ausencia de Elisha implica que la audiencia se deba cancelar para ser convocada en 3 meses más. Ese es el inicio de una situación que irá prolongándose durante 5 largos años en las que las pocas veces en que Elisha comparece a la audiencia es para negarse fríamente a consentir el divorcio solicitado y pedirle a su señora, a quien dice quererla, que regrese al hogar. A lo largo de las diferentes instancias judiciales que tienen lugar durante el período señalado comparecerán testigos por ambas partes donde los que abogan por Elisha destacan que es un hombre respetable, bien amado en la comunidad y sobre todo en la sinagoga local.
Es interesante apreciar cómo el tribunal no puede expedirse favorablemente al pedido de Viviane por cuanto no existen elementos objetivos para que las leyes religiosas judías justifiquen el divorcio, como lo sería en caso de que hubiese violencia física o malos tratos por parte de Elisha hacia su esposa.
Lo apasionante del film es el estupendo diálogo que ofrece el guión que, tal como fue concebido, muestra su inclinación hacia Vivianne en los argumentos que antepone su abogado; así, el motivo fundamental que aduce la demandante es que no siente amor por su marido y que volver al hogar implicaría seguir viviendo en el mismo clima opresivo de antaño. A medida que la frustración de Viviane va aumentando al sentirse impotente en su pedido, la tensión también va in crescendo frente a un tribunal que lo que más desea es que las partes se pongan de acuerdo sin tener que actuar en una decisión que siempre concluirá negativamente para la mujer al no estar dispuesto a modificar las normas imperantes.
Los hermanos Elkabetz han sabido mantener un ritmo ágil, creando un genuino suspenso sobre cómo concluirá el dilatado juicio. Sin revelar su final basta anticipar que los realizadores han rematado la historia con un desenlace no previsto que seguramente permitirá que el público lo discuta al final de la proyección.
Las excelentes actuaciones del elenco constituyen otro de los grandes logros de este film. La directora es una consumada intérprete y no resulta sorprendente que haya sido capaz de brindarle a su personaje todos los matices necesarios de una mujer humillada y sufrida que busca una libertad que le es negada por imperio de imposiciones legales perniciosas. A pesar de tener una participación menor, Abkarian también se destaca como el marido que por venganza es capaz de castigar a su cónyuge al impedirle que recobre su libertad. Noy se luce como el aferrado defensor de Vivianne, en tanto que el resto del reparto contribuye a brindar convicción a sus roles de apoyo.
A nivel de la realización, los hermanos Elkabetz han sabido disimular el escenario teatral en que transcurre la acción a través de certeros movimientos de cámara empleando frecuentemente primeros planos (close-ups) que permiten al espectador involucrarse con los personajes observando de cerca e intensamente las expresiones faciales y emociones internas de las partes en juego.
Conclusión: Un film vibrante que expone la injusta condición de la mujer en Israel cuando frente a un matrimonio fracasado debe depender de la voluntad de su marido a la hora de solicitar la disolución del vínculo conyugal.
Jorge Gutman