Nun­ca es Tar­de para Dis­fru­tar de la Vida

I’LL SEE YOU IN MY DREAMS. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film de Brett Haley

Una muy bue­na pin­tu­ra de per­so­na­jes, sobre todo el pro­ta­gó­ni­co, y la sen­si­bi­li­dad de un joven direc­tor como Brett Haley para cap­tar el mun­do de los que atra­vie­san el oto­ño de sus vidas, per­mi­ten que este film tras­cien­da a pesar de sus modes­tas ambiciones.

Blythe Danner

Blythe Dan­ner

La vete­ra­na actriz Blythe Dan­ner, posi­ble­men­te en uno de los mejo­res roles de su carre­ra, de mane­ra tran­qui­la, sin ama­ne­ra­mien­to alguno pero con gran suti­le­za da vida a Carol. Habi­tan­do en Los Ánge­les, esta agra­da­ble sep­tua­ge­na­ria, viu­da des­de hace vein­te años, inte­gró en su juven­tud una ban­da musi­cal en Nue­va York para pos­te­rior­men­te tra­ba­jar como docen­te; en su reti­ro actual lle­va una exis­ten­cia repo­sa­da, man­te­nien­do bue­nas rela­cio­nes con su hija adul­ta (Malin Aker­man) que vive en el otro extre­mo del país, y tenien­do como com­pa­ñía un perro a quien quie­re con devo­ción; cuan­do pro­duc­to de una enfer­me­dad el mori­bun­do can es obli­ga­do a morir, el hecho le crea un gran dolor y vacío. Man­te­nien­do su inde­pen­den­cia, Carol tra­ta de seguir ade­lan­te alter­nan­do con un gru­po de ami­gas de edad simi­lar (June Squibb, Rhea Perl­man, Mary Kay Pla­ce) con quie­nes jue­ga al brid­ge o bien prac­ti­can­do golf, así como tam­bién logra una bue­na comu­ni­ca­ción afec­ti­va con Lloyd (Mar­tin Starr), un joven de unos 30 años de edad que se ocu­pa de lim­piar la pis­ci­na de su casa, con quien man­tie­ne en común el amor por la músi­ca y el gus­to de com­par­tir algu­na bebi­da alcohólica.

Sen­ti­men­tal­men­te, Carol no había logra­do has­ta el pre­sen­te con­cre­tar una nue­va rela­ción has­ta el día en que cono­ce a Bill (Sam Elliot), un ele­gan­te jubi­la­do sure­ño de su mis­ma edad y libre de com­pro­mi­sos con quien real­men­te esta­ría dis­pues­ta a con­vi­vir, aun­que lamen­ta­ble­men­te el des­tino dis­po­ne algo diferente.

Lo dicho en pala­bras posi­ble­men­te no alcan­ce a trans­cri­bir la rique­za de este film que demues­tra cómo gen­te de la ter­ce­ra edad pue­de dis­fru­tar de la vida a pesar de que se atra­vie­se la eta­pa cre­pus­cu­lar. Nue­va­men­te cabe remar­car la peri­cia de Haley quien a pesar de su juven­tud supo radio­gra­fiar la men­ta­li­dad, esta­dos aní­mi­cos y una mira­da posi­ti­va de la gen­te de edad madu­ra don­de nun­ca es tar­de para embar­car­se en cosas nue­vas para man­te­ner fir­me el espí­ri­tu de vida. El resul­ta­do es una peque­ña come­dia agri­dul­ce de pro­fun­da melan­co­lía cons­trui­da a tra­vés de viñe­tas, situa­cio­nes anec­dó­ti­cas y algu­nas situa­cio­nes que si bien no guar­dan gran rele­van­cia dra­má­ti­ca, lle­gan a tras­cen­der en el áni­mo del espec­ta­dor. Gran par­te de ese logro es debi­do a la esme­ra­da inter­pre­ta­ción de Dan­ner que es un poco el alma del rela­to infun­dien­do caris­ma, dis­tin­ción e inte­li­gen­cia al papel que interpreta.

El film tam­bién se bene­fi­cia con varia­das esce­nas un poco alo­ca­das que gene­ran un humor que, guar­dan­do siem­pre el buen gus­to, nun­ca des­en­to­na y resul­ta acor­de con el esti­lo refi­na­do de su realizador.

Con­clu­sión: Aun­que I’ll see you in my dreams tie­ne como espe­cial des­ti­na­ta­ria una audien­cia madu­ra, su huma­ni­dad pue­de ser apre­cia­da por todo tipo de públi­co.  Jor­ge Gutman