AMY. Gran Bretaña, 2015. Un film de Asif Kapadia
Este documental de Asif Kapadia es un tributo a la memoria de Amy Winehouse, la popular cantante británica, compositora y autora de la letra de muchas de sus canciones que abarcaron diversos géneros, con especial énfasis en la música de jazz afroamericana y soul. Fallecida a la temprana edad de 27 años, su vida ha sido una sucesión de extraordinarios logros en materia profesional gracias a su sólida voz, pero también plena de turbulencias de diferente índole que la han conducido a un dramático final.
En un trabajo meticuloso, tal como lo brindó en el muy buen documental Senna (2011), el realizador revive a Amy valiéndose de material de archivo, filmaciones en videocámara, fotos, así como los testimonios de sus amistades, familiares, ejecutivos de la industria discográfica, productores, empresarios, guardaespaldas, colegas y de su ex marido. De este contacto mantenido por Kapadia y su equipo con más de 100 personas, surge el retrato de una artista que llegó a tocar el cielo por el enorme éxito logrado del público y de la crítica especializada pero que al propio tiempo se revela como una persona de comportamiento autodestructivo.
Producto de un hogar judío disfuncional donde su padre Mitch Winehouse abandona a la familia cuando Amy tiene 9 años, a los 16 años es ella quien deja el hogar familiar para vivir en un departamento con su mejor amiga Juliette Ashby; de allí en más inicia una meteórica carrera profesional, coronada en 2003 con el suceso de su primer álbum Frank.
De lo que se aprecia en el film hay dos personas que gravitaron emocionalmente en esta joven diva. Una de ellas es Blake Fielder, el gran amor de su vida con quien llegó a casarse en 2006 divorciándose tres años después; sin embargo él constituyó para Amy un arma de doble filo dado que si bien influyó en su segundo álbum Back to Black que obtuvo extraordinaria repercusión popular, también fue quien la inició en el consumo de la heroína y otras fuertes drogas que la deterioraron física y emocionalmente, lo que la obligó a una cura de rehabilitación. Precisamente allí emerge la figura oportunista de su padre, quien aprovechando la celebridad de Amy retorna a ella después de haberla abandonado en la infancia y sin tener escrúpulo alguno de llevar consigo un equipo de grabación para filmarla en la clínica de desintoxicación de la isla de Santa Lucía donde permaneció durante cierto tiempo.
De presencia agradable, mostrando elocuencia y espontaneidad en sus entrevistas a la vez que un dejo de ternura, el material filmado en su primera etapa juvenil ya la muestra a los 13 años sufriendo de bulimia y depresión al propio tiempo que comenzaba su afición por la marihuana. Pero es en su último período cuando al dejar las drogas, éstas son reemplazadas por un desmedido consumo de alcohol. Un tropiezo evidente en su carrera se produce semanas antes de su deceso cuando en un concierto que debía ofrecer en Belgrado, al hacerse presente en el escenario se niega a cantar con lo cual los aplausos iniciales del público ansioso de escucharla ceden paso a una colérica protesta de la audiencia frente a esa gran frustración. El final es demasiado conocido: Amy muere accidentalmente el 23 de julio de 2011 después de haber ingerido una excesiva cantidad de alcohol, según surge del informe oficial producido.
El honesto trabajo de Kapadia no ofrece respuestas específicas a las causas del descenso infernal de Amy. Pero en todo caso, juzgando el material expuesto y magníficamente montado, puede deducirse que su lamentable desenlace es debido a la suma de numerosos factores ya citados en esta crónica; aparentemente, el gran talento innato y enorme éxito no han sido capaces de refrenar la tumultuosa existencia y el enorme sufrimiento interior de esta frágil y vulnerable artista.
Conclusión: Un documental sobrio y cautivante a la vez que triste y devastador exponiendo la convulsionada existencia de una excepcional cantante popular. Jorge Gutman