MELODY. Bélgica-Francia, 2014. Un film de Bernard Bellefroid
Esta película de Bernard Bellefroid confirma la sensibilidad del realizador al brindar un hondo drama humano sobre dos mujeres de distinta personalidad y condición social que deben entenderse para lograr sus propósitos.
Concebida como si se tratara de una pieza de cámara, el film se centra fundamentalmente en dos personajes perfectamente delineados. Uno de los mismos es Melody (Lucie Debay), una humilde chica belga de 28 años, que sin domicilio fijo y llevando una existencia errante, trata de ganarse la vida como itinerante peluquera a domicilio. Su gran ambición es reunir el dinero necesario para poder abrir su propio salón de belleza.
El otro personaje es Emily (Rachel Blake), una mujer inglesa de buena posición económica que trabaja como ejecutiva en una importante firma de Londres y que experimenta un considerable impacto emocional al haber quedado abortado su embarazo por estar enferma de cáncer. Su máximo anhelo es llegar a ser madre antes de que sea demasiado tarde.
Después de algunos minutos muy bien relatados donde se sigue separadamente la trayectoria de estas dos mujeres, llega el momento en que entran en contacto. Eso se produce cuando a través de una agencia, Melody se entera de que Emily está buscando a alguien que pueda ser portadora de un bebé durante los 9 meses de embarazo para serle entregado en el momento de su nacimiento. Aunque esa particular tarea está lejos de agradarle, la suma ofrecida es demasiado tentadora y es por ello que hace todo lo posible para que Emily la elija. Una vez acordado el pacto, la joven pasa a alojarse en el domicilio de la adinerada mujer.
A través del período en que ambas deben convivir y en la medida que el embarazo progresa comienzan a surgir ciertos actos de chantaje por parte de Melody lo que genera sospechas por parte de Emily temiendo que la joven pueda encariñarse con el feto que acarrea; sin embargo, a medida que avanza el relato va estableciéndose entre ellas un profundo sentimiento de afecto. Así, Melody ‑que no puede olvidar su triste pasado de haber sido abandonada durante su infancia sin nadie que la proteja- comienza ver en Emily a la madre que nunca tuvo; concurrentemente, Emily ve en Melody a la persona que le dará el regalo más preciado que desea en la vida.
La naturaleza del relato se prestaba para una historia demasiado melodramática. A pesar del giro de los acontecimientos que se producen en la última parte del film con un desenlace intensamente emocional, el director evitó los golpes bajos para que en ningún momento las escenas resultaran efectistas; al haber optado por la sobriedad narrativa, el film se valoriza notablemente abordando algunos aspectos éticos y morales concernientes a las madres que alquilan su cuerpo para la gestación de hijos que no habrán de pertenecerles. Jorge Gutman