LABYRINTH OF LIES. Alemania, 2014. Un film de Giulio Ricciarelli
En su primer film como realizador Giulio Ricciarelli ofrece un dramático relato abordando los conflictivos sentimientos que experimentó el pueblo alemán algunos años después de la Segunda Guerra.
Si bien tanto el juicio de Nuremberg — realizado inmediatamente después del horrendo conflicto bélico‑, como el de Eichmann ‑efectuado en Jerusalén en 1961- fueron acontecimientos muy bien conocidos por el mundo entero, no lo ha sido así el que tuvo lugar en Frankfurt. Lo que condujo al mismo es expuesto por Ricciarelli a través de un relato de ficción basado en hechos reales.
El protagonista es Johann Radmann (Alexander Fehling) un joven procurador fiscal ambicioso y honesto que en 1958 comienza su tarea profesional en la ciudad de Francfort. Si bien al principio está abocado a asuntos menores, como atender las infracciones de tránsito, todo cambia para él cuando Thomas Gneilka (Andre Szymanski), un periodista amigo, le pide que investigue lo acontecido con Simon Kirsch (Johannes Krisch) para que se haga justicia. Se trata de un sobreviviente del Holocausto quien logró descubrir que uno de sus torturadores en Auschwitz es hoy día un afable maestro que enseña en una escuela local.
Aguzado por la curiosidad de lo que acaba de enterarse, Radmann comienza a investigar sobre la materia y como si se tratara de abrir la Caja de Pandora, lentamente se da cuenta de que hay muchos otros alemanes que habiendo cometido atrocidades en la tragedia nazi son hoy respetables ciudadanos, donde incluso algunos de ellos se desempeñan en cargos públicos. Sin embargo, la tarea a la que se aboca encuentra el obstáculo de que quienes lo rodean no desean hurgar más en el reciente pasado del país; con todo, su obstinación y determinación de esclarecer lo sucedido contará finalmente con el apoyo del Procurador General Fritz Bauer (Gert Voss). El resultado final es que el largo proceso que involucró la búsqueda de evidencias en la exhaustiva investigación proporcionando irrefutables pruebas, desemboca en el proceso de Frankfurt que tuvo lugar entre 1963 y 1965, donde 22 antiguos oficiales del régimen nazi fueron juzgados y condenados.
Explorando las actitudes y comportamientos de la sociedad alemana de la época, queda en claro como la gente joven de postguerra, como es el caso de Radmann, desconocía la reciente historia del genocidio nazi. Simultáneamente, a través del prolijo relato, se evidencia la forma en que el proceso generado terminó enfrentando a jueces alemanes con acusados también alemanes, para que en última instancia comenzara a disiparse la amnesia colectiva de la nación.
A la manera de un triste cuento moral, Ricciarelli valiéndose del guión por él escrito junto con Elisabeth Bartel brinda un film de factura clásica evitando incurrir en golpes bajos o artificiales sentimentalismos. Con un desarrollo dramático muy bien sostenido enfatizando la travesía emocional de Radmann, en una buena composición realizada por Fehling, el film también ha cuidado de presentar a personajes secundarios que exudan una natural autenticidad.
Como nota al pie, aunque el film no lo menciona cabe consignar que afortunadamente Alemania ya no oculta su pasado; recorriendo la ciudad de Berlín se puede apreciar tanto el Museo Judío abierto en 1999, y también contemplar el Monumento del Holocausto inaugurado en 2001 que ubicado en el centro de la ciudad, además de transmitir un hondo sentimiento al visitante permite apreciar el modo en que el país recuerda y efectúa un homenaje a las víctimas de la tragedia nazi.
Jorge Gutman