BRIDGE OF SPIES. Estados Unidos, 2015. Un film de Steven Spielberg
Por cuarta vez Steve Spielberg como realizador y Tom Hanks en calidad de actor se reúnen para ofrecer en Bridge of Spies un sobrio recuento sobre uno de los episodios que tuvo lugar durante la Guerra Fría. Retornar al pasado ofrece una nota de nostalgia para aquellos espectadores que han vivido durante ese período en donde una de las facetas del enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética se manifestaba a través del espionaje llevado a cabo por ambas partes; ése es el tema que Spielberg incursiona basado en acontecimientos reales.
El guión de Matt Charman, Ethan y Joel Cohen enfoca tres relatos que van intercalándose como si se estuviesen desarrollando al mismo tiempo, aunque en realidad se produjeron con diferencia de algunos años. El primero de los mismos que comienza en 1957 enfoca a Rudolf Abel (Mark Rylance), un ciudadano británico nacido en la Unión Soviética y que viviendo en Nueva York transmite información de defensa americana a los rusos. Al ser atrapado por el FBI acepta como abogado defensor a James B. Donovan (Tom Hanks).
Este hombre de leyes sabe muy bien que asume la defensa de un caso prácticamente perdido porque no hay argumentos que pudieran atenuar la culpabilidad de Abel. Es necesario tener en cuenta que en esa época la histeria del comunismo asumía características excepcionales, así como se recordará que en 1953 los esposos Julius y Ethel Rosenberg al ser acusados de ser informantes de la Unión Soviética fueron condenados a la silla eléctrica. Con todo, Donovan, un profesional honesto y decente hombre de familia, acepta el reto dedicándose con gran atención a estudiar los antecedentes de su defendido; su objetivo primordial es que no sea sentenciado a la pena capital, porque de ese modo el país lo tendría como posible elemento de intercambio humano si acaso un espia de Estados Unidos corriese similar suerte en manos de los rusos. Precisamente, el predicamento de Donovan permite salvar la vida de su cliente quien termina siendo condenado a 45 años de prisión. En esta parte del relato se aprecia el alto precio que el abogado ha tenido que pagar por su victoria al ser considerado por el ciudadano corriente como un traidor a su patria por la causa que defendió, además de tener que absorber la frialdad de sus colegas e incluso sufrir el vejamen de ver su casa atacada por desconocidos.
Otra historia tiene lugar simultáneamente –aunque realmente aconteció algunos años después- cuando un avión de Estados Unidos es derribado por los rusos mientras sobrevuela la Unión Soviética con el propósito de tomar fotografías de instalaciones militares de la zona. Afortunadamente, valiéndose de un paracaídas el piloto Francis Gary Powers (Austin Stowell) logra salvarse, aunque finalmente es apresado por las fuerzas enemigas y condenado a 10 años de cárcel. El tercer relato se centra en Frederic Pryor (Will Rogers), un estudiante universitario de Estados Unidos quien es arrestado en Berlín Oriental por la Stasi (el Ministerio para la Seguridad del Estado de la ex República Democrática de Alemania) cuando trata de lograr que su novia pueda atravesar la frontera a fin de llegar a Berlín Occidental.
Como consecuencia de lo referido precedentemente, Donovan acepta el trabajo encomendado por el director Allen Dulles (Peter McRobbie) de la CIA para que se dirija a Berlín a fin de negociar el intercambio de Abel por Powers y así evitar que el piloto pueda encontrarse obligado a revelar secretos militares de Estados Unidos a la Unión Soviética. A partir de aquí el relato adquiere considerable tensión frente a las negociaciones que el enviado debe emprender a través de varios encuentros, entre ellos con representantes de Berlín Oriental y de la Unión Soviética, a fin de que el famoso trueque de espías pueda producirse. Como si se contemplara un film de Hitchcock, existe un momento de máximo climax cuando Donovan exige que el intercambio de Abel lo sea no solamente contra la entrega de Powers sino también con la de Pryor. Todo ello desemboca en un efectivo suspenso que tiene como escenario el famoso puente Glienicke –la frontera entre Alemania Oriental y Berlín Occidental- donde en febrero de 1962 se produjo la famosa operación.
Spielberg ha logrado un drama de espionaje de notable nivel donde a pesar de la frialdad de su tema, le ha imbuido del calor humano que él acostumbra volcar en sus relatos. Para tal fin logró reunirse de un magnífico elenco, donde sobresalen Hanks y Rilance. Una vez más el popular actor de Forrest Gump ofrece como Donovan, la figura noble y de abnegada modestia trabajando al servicio de una causa que considera justa. Por su parte, Rilance se desempeña estupendamente como el espía ruso sereno e imperturbable que llega a impresionar a su defensor; precisamente la relación entre ambos, sin muchas palabras pero con significativas miradas, deja entrever que en otras circunstancias podrían haber llegado a forjar una sólida amistad superando sus diferentes ideologías.
La recreación de época es otro de los detalles remarcables de este valioso film. Entre algunos de sus aspectos, sobresale la buena ilustración de la ciudad de Berlín dividida en dos, donde los habitantes del sector oriental tratan de huir corriendo el riesgo de ser abatidos por la severa vigilancia impuesta por las fuerzas de control del lugar; no menos importante es la recreación de época de la ciudad de Nueva York de los años 50. En tal sentido, tanto los diseños de producción de Adam Stockhausen como la fotografía de Janusz Kaminski otorgan notable autenticidad al desarrollo de esta historia.
Conclusión: Un magnífico film de espionaje donde se destaca la impronta de Spielberg. Jorge Gutman