BROOKLYN. Gran Bretaña-Irlanda-Canadá, 2014. Un film de John Crowley
Una película delicada, sensible y tiernamente emotiva es Brooklyn, abordando el tema de la inmigración experimentado por una joven que atraviesa un momento decisivo en su vida.
El romántico drama dirigido por John Crowley, adaptado por el guionista Nick Norby en base a la novela de Colm Tóibín, transcurre en la década de 1950 en un pueblo rural de Irlanda y se centra en Eilis Lacey (Saoirse Ronan) quien vive con su madre viuda (Jane Brennan) y Rose (Fiona Glascott), su devota hermana mayor. Nada indica un porvenir favorable para la gente joven del lugar debido a las negativas repercusiones económicas del conflicto bélico que afectó al mundo y sobre todo a Europa en particular; por eso, Eilis aprovecha la oportunidad brindada por el Padre Flood (Jim Broadbent) para emigrar a Nueva York con el propósito de poder aspirar a un futuro mejor.
Es meritorio cómo el director efectúa un genuino retrato de Eilis describiendo el conflicto interno que ella siente al dejar el lugar donde creció así como a su familia y amigos para iniciar una nueva vida en Estados Unidos.
Después de una travesía en barco no muy tranquila, la joven llega a destino y es instalada en una casa de pensión ubicada en Brooklyn donde al poco tiempo logra ser empleada en una tienda departamental de ese distrito. Sin embargo la añoranza que la embarga junto con la sensación de sentirse extraña en un medio cultural diferente motiva a que su rostro delate una expresión de tristeza; al propio tiempo, la nostalgia se acentúa con las cartas que recibe de Irlanda de su querida hermana. Con todo, ella trata de disimular su estado anímico frente a sus compañeras de pensión como así también efectúa un gran esfuerzo para soslayar una sonrisa mientras está atendiendo a sus clientes en el lugar de trabajo.
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La situación cambia para Eilis cuando conoce a Tony (Emory Cohen) un joven italiano de familia americana, surgiendo entre ambos un tierno romance que se va desarrollando gradualmente pero de manera firme. Nuevamente cabe resaltar la fineza del realizador al haber logrado transmitir una relación sentimental tan afectiva como la contemplada aquí.
El relato cambia de tono cuando Eilis después de haber recibido el impacto de una tragedia familiar retorna a Irlanda, aunque previamente se casa con Tony prometiéndole que la ausencia será por breve tiempo. La llegada a su hogar natal hará que ella sienta el profundo arraigo hacia su terruño, así como existirán otros factores que habrán de perturbarla emocionalmente; de allí que en un momento dado estará forzada a tener que adoptar una dramática decisión: permanecer en Irlanda, o regresar a Nueva York para reencontrarse con su marido.
La película trasciende en gran parte por la notable interpretación de Ronan quien transmite con auténtico sentimiento el difícil tránsito hacia la etapa adulta que vive su personaje a través de los altibajos emocionales experimentados; a ello cabe agregar la enorme dulzura que emana de su rostro creando una total empatía con el público que la está observando. El elenco que la acompaña es igualmente eficiente, distinguiéndose Julie Walters que agrega algunas notas de acertada gracia como la dueña de la pensión.
Conclusión: Un film sencillo y humanamente realista que con una buena dirección y la excelente interpretación de Ronan permite que todo tipo de público pueda apreciarlo. Jorge Gutman