JOY. Estados Unidos, 2015. Un film dirigido y escrito por David O. Russell
Por tercera vez el realizador David O. Russell y los actores Jennifer Lawrence, Bradley Cooper y Robert De Niro mancomunan sus esfuerzos para ofrecer en esta oportunidad una comedia que repercutirá favorablemente en el público por la simpatía que estos actores irradian, y sobre todo por la irreprochable actuación de Lawrence en el papel protagónico.
Basado en la vida de Joy Mangano, el relato que transcurre a principios de la década del 90 introduce a Joy (Lawrence), una joven madre monoparental de 3 hijos; estando separada de su esposo Tony (Edgar Ramírez) después de un matrimonio poco exitoso, trabaja sin mayor entusiasmo como empleada de una línea aérea. La primera parte del film presenta a los miembros de su familia que además de sus hijos incluye a su cariñosa abuela Mimi (Diane Ladd), su depresiva madre Terry (Virginia Madsen) que se encuentra recluida en la cama de su habitación siguiendo permanentemente frente al televisor el desarrollo de las telenovelas ofrecidas, su divorciado y temperamental padre Rudy (Robert De Niro) que es dueño de un taller mecánico; a ello cabe agregar la presencia de Tony, quien a pesar de la ruptura conyugal mantiene con ella excelentes relaciones e incluso se aloja en el sótano de su casa.
Con algunas situaciones graciosas que se producen en el seno de esta complicada y disfuncional familia, el relato de Russell cobra verdadero aliento después de la primera media hora cuando Joy trata de implementar el uso de un utensilio hogareño por ella concebido; se trata de un trapeador extensible con flecos de algodón y reutilizable que brinda gran practicidad para quien lo utilice. A fin de que su invento logre ser conocido por el mercado, Tony la ayuda a contactar a Neil Walker (Cooper), uno de los directores de la cadena televisiva QVC que se dedica a vender por esa vía artículos del hogar caracterizados por su calidad, valor y conveniencia.
Una vez que Walker es persuadido sobre las bondades del trapeador, le brinda a Joy la oportunidad para que ella misma efectúe la demostración televisiva del mismo; el éxito obtenido es inmediato frente a las innumerables llamadas telefónicas que se van recibiendo por parte de teleespectadores demandando el producto en cuestión. Con todo, el clamoroso suceso no estará exento de algunos obstáculos imprevistos que agregan a la trama una nota dramática.
Aunque el relato no está totalmente articulado, esa objeción se atenúa por la existencia de varios momentos bien logrados; entre ellos, una de las situaciones de considerable interés se produce durante el proceso de la promoción del producto donde el público se impone de lo que acontece detrás de la escena para lograr el objetivo deseado.
Con una vitalidad a toda prueba Lawrence caracteriza muy bien a su personaje dotándolo de un excepcional feminismo, al demostrar cómo una mujer con empuje, entusiasmo y tenacidad puede llegar a fundar una dinastía comercial y convertirse en una excepcional empresaria en un mundo de hombres. A su lado, Cooper convence como el experto ejecutivo que sabe cómo vender un producto valedero y captar la idiosincrasia del potencial cliente; Isabella Rosellini es igualmente eficaz como la nueva mujer de Rudy que dada su excelente situación económica ayuda a Joy a financiar el lanzamiento de su producto; por último Ramírez también infunde convicción como el honesto consejero y asesor comercial de su ex esposa.
A pesar de no ser una película perfecta, Rusell ha sabido transmitir convincentemente el sueño de una moderna cenicienta que en lugar de conquistar al príncipe soñado, logra seducir a un vasto mercado encantado con los productos que ella es capaz de ofrecer como una innovadora mujer de negocios. Jorge Gutman