El Amor Sacu­di­do por la Guerra

SOLEIL DE PLOMB / THE HIGH SUN (Zviz­dan). Croa­cia-Eslo­ve­nia-Ser­bia, 2015. Un film escri­to y diri­gi­do por Dali­bor Matanic.

Tenien­do como esce­na­rio la región de los Bal­ca­nes que fue aso­la­da por una tris­te gue­rra étni­ca en la déca­da del 90, el rea­li­za­dor y guio­nis­ta croa­ta Dali­bor Mata­nic ofre­ce tres emo­ti­vos rela­tos román­ti­cos entre una ser­bia y un croa­ta que se desa­rro­lla a tra­vés de dos déca­das. Aun­que cada his­to­ria es dife­ren­te, sus per­so­na­jes pro­ta­gó­ni­cos son inter­pre­ta­dos por los mis­mos acto­res per­mi­tien­do apre­ciar cómo los mis­mos ros­tros van cam­bian­do de expre­sión y sen­ti­mien­to en los dife­ren­tes momen­tos de tiem­po en que se desa­rro­lla la acción.

Goran Markovic y Tihana Lazovic

Goran Mar­ko­vic y Tiha­na Lazovic

El pri­mer epi­so­dio trans­cu­rre en 1991, poco antes de la desin­te­gra­ción de Yugos­la­via, don­de son bien evi­den­tes las ani­mo­si­da­des exis­ten­tes que aflo­ran entre aldeas veci­nas de dife­ren­te ori­gen étni­co. En ese mar­co nos encon­tra­mos con Jele­na (Tiha­na Lazo­vic) e Iván (Goran Mar­ko­vic) dos jóve­nes adul­tos que se aman inten­sa­men­te y se dis­po­nen a dejar sus res­pec­ti­vas aldeas para par­tir con des­tino a un lugar más tran­qui­lo y menos suje­to a las res­pec­ti­vas pre­sio­nes fami­lia­res. Sin embar­go el her­mano de Jele­na (Dado Cosic) que recién se incor­po­ró al ejér­ci­to tra­ta de evi­tar que eso ocu­rra. Con un dra­má­ti­co des­en­la­ce, el direc­tor demues­tra de qué mane­ra el viru­len­to odio impe­ran­te entre ser­bios y croa­tas des­tru­ye las ilu­sio­nes de Jele­na e Ivan.

El segun­do seg­men­to acon­te­ce en 2001 cuan­do la gue­rra ya ha con­clui­do aun­que las rui­nas de las pobla­cio­nes afec­ta­das por las bom­bas cons­ti­tu­yen un dolo­ro­so tes­ti­mo­nio de lo acon­te­ci­do. Cuan­do Natasha (Lazo­vic) y su madre (Nives Ivan­ko­vic) retor­nan a su aldea en que vivían encon­tran­do que su casa que­dó seria­men­te afec­ta­da, con­tra­tan a Ante (Mar­ko­vic), un joven para que la repa­re; sin embar­go, Natasha resien­te la pre­sen­cia de Ante por­que no pue­de olvi­dar que su gen­te ase­si­nó a su her­mano duran­te la gue­rra. Con todo, y a pesar de que un apa­sio­na­do encuen­tro ínti­mo se pro­du­ce entre ambos, resul­ta impo­si­ble que el poten­cial roman­ce pue­da con­cre­tar­se. Este epi­so­dio es el más ten­so y logra­do ponien­do cla­ra­men­te de relie­ve cómo las cica­tri­ces de la vio­len­ta gue­rra y los amar­gos ren­co­res que aún per­sis­ten impi­den la recon­ci­lia­ción de los pueblos.

El ter­cer capí­tu­lo se desa­rro­lla en 2011 cuan­do comien­za a notar­se una recu­pe­ra­ción físi­ca y eco­nó­mi­ca de la región. El rela­to trans­cu­rre en el pue­blo de Tro­gir, ubi­ca­do en Croa­cia, don­de Luka (Mar­ko­vic), des­pués de cier­to tiem­po ausen­te, regre­sa tem­po­ral­men­te para visi­tar a sus padres; Al pro­pio tiem­po y remor­di­do de cul­pa deci­de salir al encuen­tro de Mari­ja (Lazo­vic), la ex novia ser­bia a quien había aban­do­na­do en esta­do de emba­ra­zo y tra­ta de vol­ver a ella y a su hiji­to en pro­cu­ra de redención.

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Con una narra­ti­va que no decae a lo lar­go del metra­je el direc­tor ha logra­do un sóli­do rela­to don­de sus tres his­to­rias guar­dan ade­cua­da cohe­sión y per­mi­ten asis­tir a la evo­lu­ción y reac­ción de los per­so­na­jes a tra­vés del pasa­je del tiem­po. Entre otro de los ele­men­tos que valo­ri­za al film es la muy bue­na y varia­da com­po­si­ción que Lazo­vic y Mar­ko­vic logran de sus tres res­pec­ti­vos per­so­na­jes. Igual­men­te Impor­tan­te es la bue­na foto­gra­fía de Mar­ko Brdar cap­tan­do la lumi­no­si­dad del verano en que trans­cu­rren las tres his­to­rias como mani­fies­to con­tras­te del con­tex­to en que se desa­rro­llan. Así tam­bién se dis­tin­gue el apor­te musi­cal de Alen y Nenad Sin­kauz que actúa como ele­men­to de tran­si­ción entre los dis­tin­tos perío­dos y alcan­za espe­cial rele­van­cia en una mag­ní­fi­ca secuen­cia de fies­ta tecno del últi­mo capítulo.

El film de Mata­nic es impor­tan­te por­que al mos­trar los con­flic­tos y secue­las de la gue­rra que se ges­tó en una espe­cí­fi­ca región euro­pea, su con­te­ni­do tie­ne vali­dez uni­ver­sal; bas­ta­ría obser­var de qué mane­ra la com­bi­na­ción de fac­to­res polí­ti­cos, reli­gio­sos y nacio­na­lis­tas que afec­tan a la hora actual a dife­ren­tes luga­res del mun­do gene­ra sen­ti­mien­tos nega­ti­vos de con­fron­ta­ción e into­le­ran­cia que deni­gran la con­di­ción del géne­ro humano. De todos modos, el direc­tor tra­ta de ser opti­mis­ta dejan­do la puer­ta abier­ta con una luz de espe­ran­za para la recon­ci­lia­ción y el amor; prue­ba de ello es que tres de los paí­ses afec­ta­dos por el con­flic­to –Croa­cia, Eslo­ve­nia y Ser­bia- han auna­do sus esfuer­zos para copro­du­cir este emo­ti­vo film. Jor­ge Gutman