LA BELLE SAISON. Francia, 2015. Un film de Catherine Corsini
La atracción sentimental entre dos mujeres es lo que Catherine Corsini analiza en La Belle Saison, cuya acción transcurre en Francia durante la década del 70. Aunque sin alcanzar la profundidad de La Vie d’Adèle (2013) sobre un tema similar, el relato resulta atrayente a pesar de que en su segunda parte adquiere un clima melodramático no muy convincente.
Delphine (Izia Higelin) es una joven campesina quien viviendo en una campiña ubicada en el sur de Francia ayuda a sus padres (Jean-Henri Compère, Noémie Lvovsky) en la explotación de la granja que poseen. Dada su orientación homosexual, ella mantiene una relación oculta con otra chica del lugar; imposibilitada de vivir abiertamente ese vinculo por la homofobia reinante, decide dejar a los suyos y mudarse a París.
Habiendo logrado un empleo y un lugar donde permanecer en la gran ciudad, Delphine sale al encuentro de Carole (Cecile de France), una chica activista que lidera un movimiento de liberación femenina. Impresionada por la energía que ella vuelca a su causa, la provinciana se une al grupo además de sentirse atraída hacia Carole quien a pesar de estar en pareja Manuel (Benjamin Bellecour) responde a sus sentimientos; de allí en más ambas comienzan a desarrollar un amor pasional.
Aunque el nudo central del relato se centra en el vínculo sentimental mencionado, las escenas de París adquieren interés por la buena recreación del idealismo femenino en la lucha emprendida en esa época. El idilio marcha armoniosamente hasta el momento en que Delphine se ve obligada a retornar a su hogar natal debido a la enfermedad que aqueja a su padre; así ella deberá encargarse de la granja familiar. Para evitar la separación, Carole la sigue. Lo que sucede en ese nuevo escenario adquiere visos no muy creíbles, sobre todo el enfrentamiento casi caricaturesco entre la parisina y la madre de Delphine.
A pesar de las debilidades del guión en su segunda parte, el film se deja ver en gran parte por las satisfactorias interpretaciones de sus dos protagonistas. Así Higelin y de France logran una buena química en sus respectivos personajes, contrastando la timidez de Delphine con la convicción y determinación que anima a Carole. Al propio tiempo, la pintura de la vida rural en colisión con la que predomina en la gran metrópoli parisina está muy bien reflejada. Finalmente, la homosexualidad femenina está enfocada con decidida franqueza aunque evitando cualquier tipo de sensacionalismo. Jorge Gutman