DEMOLITION. Estados Unidos, 2015. Un film de Jean Marc Vallée
Si bien el director quebequense Jean-Marc Vallée ha demostrado su dominio de realizador tanto en Canadá con C.R.A.Z.Y (05) como fuera de su país de origen con filmes de calidad, entre otros Dallas Buyers Club (2013) y Wild (2014), lo cierto es que Demolition es su película menos lograda. ¿A qué se debe la frustración que uno siente al ver este film? Podría haber variadas respuestas al respecto pero lo cierto es que gran parte del problema se debe a un guión pretencioso e irrealista.
El relato presenta a Davis (Jake Gyllenhaal), un arrogante y exitoso banquero de inversión de Wall Street que lo tiene todo a su favor hasta que un desastroso accidente automovilístico en el que viajaba con su esposa motiva que ella muera quedando él ileso. La tragedia lo paraliza emocionalmente dejándolo prácticamente en estado catatónico.
Si el punto de partida con respecto a las consecuencias que produce una pérdida familiar no es novedoso en cine, lo cierto es que el mediocre libreto de Brian Sype no contribuye a tornarlo diferente a fin de que uno pueda involucrarse en lo que sobreviene a continuación. Cuando una de las máquinas expendedoras de un hospital le impide a Davis obtener las golosinas deseadas, expresa su desencanto escribiendo una carta a la compañía encargada de explotarla las cuales llega a manos de Karen (Naomi Watts), una de sus empleadas; atraída por su contenido, la mujer comienza a responder a la misma; tras varias misivas se establece entre ambos una amistad bastante improbable, como también una estrecha comunicación entre Davis y el hijo rebelde de Karen de 12 años (Judah Lewis).
La pérdida de su esposa produce en su protagonista un efecto ambivalente nada convincente; así el efecto emocional sufrido inicialmente motiva a que se dé cuenta que nada sienta por su desaparición. Es ahí, que para lograr recomponerse como persona,
trata de implementar el consejo de su suegro (Chris Cooper) de que es necesario “destruir” para poder “reconstruir”. De allí en más, para eliminar su estilo de vida actual y seguir un nuevo camino, Davis adopta la desaforada actitud de arrasar todo lo que encuentra en su entorno, incluyendo su participación como voluntario en equipos que se dedican a demoler edificios abandonados.
Si bien Gyllenhaal realiza un buen trabajo actoral, la crisis existencial de su personaje nunca llega a producir una conexión emocional; eso se debe a que la rebuscada historia impide que exista la mínima empatía con el colapso mental que experimenta este hombre. Por su parte, Watts, sin duda una muy buena actriz, debe lidiar con un personaje poco elaborado. Finamente, la dirección de Vallée, combinando un drama realista con escenas humorísticas que no terminan de cuajar contribuye a que este film resulte fallido.
Jorge Gutman