Nota­ble pro­duc­ción del Fes­ti­val de Stratford

HAM­LET

Comen­ta­rio de Jor­ge Gutman

Pro­si­guien­do con la bue­na prác­ti­ca de fil­mar las obras de tea­tro pre­sen­ta­das por el Fes­ti­val de Strat­ford, el públi­co tie­ne opor­tu­ni­dad de juz­gar Ham­let, que fue roda­da para el cine por She­lagh O’Brien.

Como es bien sabi­da ésta es una de las inmor­ta­les tra­ge­dias de Sha­kes­pea­re que influ­yó enor­me­men­te en la lite­ra­tu­ra ingle­sa ade­más de haber sido repre­sen­ta­da mun­dial­men­te y tras­la­da­da en nume­ro­sas ver­sio­nes al cine y la tele­vi­sión. Con todo, habien­do asis­ti­do a la repre­sen­ta­ción de la pie­za en apro­xi­ma­da­men­te 25 opor­tu­ni­da­des, no ten­go duda algu­na para seña­lar que esta pro­duc­ción de Anto­ni Cimo­lino es la mejor que haya vis­to has­ta la fecha. A pesar de que ha dlrec­tor ape­ló a una moder­na ambien­ta­ción, el espí­ri­tu de Sha­kes­pea­re está pre­sen­te en todo momen­to. Su magis­tral pues­ta escé­ni­ca se debe a varios fac­to­res aun­que sin duda algu­na el más impor­tan­te es el cali­fi­ca­do elen­co que ha sabi­do reunir.

Jonathan Goad y Geraiint Wyn Davies

Jonathan Goad y Geraint Wyn Davies

¿Qué es lo que hace a este Prín­ci­pe de Dina­mar­ca tan espe­cial? La res­pues­ta es Jonathan Goad quien con su inter­pre­ta­ción des­lum­bran­te no tie­ne nada que envi­diar a Lau­ren­ce Oli­vier, Ken­neth Bra­nagh y Derek Jaco­bi, entre algu­nos de los gran­des artis­tas que desem­pe­ña­ron este com­ple­jo rol. Lo que se des­ta­ca en Goad es la pro­fun­da huma­ni­dad que ha sabi­do impri­mir a un Ham­let total­men­te angus­tia­do cuan­do a tra­vés del fan­tas­ma de su padre ase­si­na­do, éste le pide que se ven­gue de su her­mano Clau­dius quien per­pe­tró el fra­tri­ci­dio para usur­par el trono; esa reve­la­ción resul­ta más peno­sa tenien­do en cuen­ta que Ger­tru­dis, su madre y a la vez Rei­na de Dina­mar­ca, inme­dia­ta­men­te con­tra­jo nue­vas nup­cias con el cri­mi­nal. Ese dolor que lo con­du­ce a un esta­do de pro­fun­da rabia y que lo trans­for­ma en un ser que comien­za a diva­gar con su locu­ra ‑a veces real y otras fin­gi­da- es trans­mi­ti­da con una inten­si­dad tan gran­de que uno se olvi­da que pre­sen­cia a un actor para con­fun­dir­se con el per­so­na­je que en uno de sus soli­lo­quios pro­nun­cia la famo­sa fra­se “ser o no ser; ésa es la cues­tión”.

Entre otras actua­cio­nes meri­to­rias se encuen­tra la de Adrien­ne Gould quien dan­do vida a Ophe­lia con­mue­ve como la joven sufri­da que se sien­te recha­za­da por Ham­let y pos­te­rior­men­te lle­ga­rá a un esta­do de total des­equi­li­brio men­tal; la esce­na en que se enfren­ta a los reyes al ente­rar­se de la muer­te de su padre Polo­nius es de anto­lo­gía. Y hablan­do de Polo­nius, el cham­be­lán del rei­no, resul­ta mag­ní­fi­ca la carac­te­ri­za­ción de Tom Roo­ney quien ofre­ce el humor nece­sa­rio capaz de ali­viar las ten­sio­nes del rela­to. Sea­na McKen­na logra un buen equi­li­brio como la Rei­na Ger­tru­de, una mujer cons­ter­na­da que tra­ta de com­pa­ti­bi­li­zar el amor que sien­te hacia su hijo que le hace ver la reali­dad de los hechos que ella no está dis­pues­ta a acep­tar y el deber que le corres­pon­de asu­mir como espo­sa. Tam­bién es elo­gia­ble la actua­ción de Geraint Wyn Davies quien como Clau­dius mani­fies­ta muy bien la dupli­ci­dad del buen simu­la­dor fren­te a Ham­let y de su dia­bó­li­ca per­so­na­li­dad bus­can­do la oca­sión pro­pi­cia para poder librar­se de él; uno de sus mejo­res momen­tos es el ofre­ci­do al comien­zo del segun­do acto cuan­do su per­so­na­je demues­tra algu­nos sig­nos de remor­di­mien­to por haber ase­si­na­do a su her­mano. Por su par­te, Tim Camp­bell ofre­ce cali­dez huma­na como Hora­tio, el abne­ga­do e incon­di­cio­nal ami­go de Ham­let quien cons­ti­tu­ye su gran sopor­te fren­te al dra­ma que vive. Con sobrie­dad Mike Sha­ra encar­na a Laer­tes, el her­mano de Ophe­lia e hijo de Polo­nius, quien ins­ti­ga­do por Clau­dius se bate a espa­da con Ham­let en una deci­si­va esce­na pró­xi­ma al des­en­la­ce de la tragedia.

En roles de apo­yo San­jay Tal­war y Ste­ve Ross cum­plen efi­cien­te­men­te los pape­les de Rosen­crantz y Guil­dens­tern como los infor­man­tes del rey sobre la con­duc­ta de Ham­let; igual­men­te, Brian Tree y Robert King con­ven­cen como el par de sepul­tu­re­ros que apa­re­cen en la esce­na del cementerio.

La bue­na esce­no­gra­fía mini­ma­lis­ta de Tere­sa Przybyls­ki demues­tra cómo con ima­gi­na­ción es posi­ble encon­trar la ambien­ta­ción apro­pia­da para las dife­ren­tes esce­nas en que trans­cu­rre la acción. No menos remar­ca­ble es la ilu­mi­na­ción de Michael Wal­ton crean­do el cli­ma nece­sa­rio para los momen­tos cla­ves del dra­ma, como por ejem­plo en la esce­na del encuen­tro de Ham­let con la figu­ra fan­tas­ma­gó­ri­ca de su progenitor.

Cimo­lino es un gran direc­tor quien dota­do de hon­da sen­si­bi­li­dad ha sabi­do trans­mi­tir toda la sapien­cia que Sha­kes­pea­re con­ci­bió en este dra­ma expnien­do temas intem­po­ra­les como la trai­ción, la ambi­ción, la ven­gan­za y sobre todo la corrup­ción moral que lamen­ta­ble­men­te hoy día tie­ne ple­na vigencia.

Cuan­do Ham­let en sus últi­mos pala­bras antes de expi­rar dice “el res­to es silen­cio”, uno sien­te haber asis­ti­do a una obra que por los valo­res men­cio­na­dos que­da­rá gra­ba­da en la memo­ria del espectador.

Esta excep­cio­nal pro­duc­ción del Fes­ti­val de Strat­ford podrá ser vis­ta en selec­cio­na­das salas del cir­cui­to CINE­PLEX, el 23 y 28 de abril. Para infor­ma­ción de los cines par­ti­ci­pan­tes y sus hora­rios res­pec­ti­vos pre­sio­ne aquí.

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