MADE IN FRANCE. Francia, 2014. Un film de Nicolas Boukhrief
Curiosa trayectoria la de este film realizado hace dos años y que por razones insospechadas en el momento de su rodaje en 2013 se ha convertido en un documento premonitorio al haberse anticipado a los hechos dramáticos que ensombrecerían a Francia tiempo después. Como se aprecia, este tenso thriller de ficción que enfoca al yihadismo islámico imperante en el país galo es vaticinador de lo que verdaderamente aconteció en enero de 2015 con los ataques de Charlie Hebdo y posteriormente con el atentado terrorista del 13 de noviembre pasado.
Lo que antecede motivó a que Made in France viera imposibilitada su exhibición en las salas francesas para evitar que su contenido pudiera perturbar aún más a la población Es así que Canadá, más específicamente la provincia de Quebec, sea uno de los pocos lugares donde es posible presenciar este film en las pantallas de cine.
El relato, en base al guión preparado por el realizador Nicolas Boukhrief y Eric Besnard, comienza en una mezquita clandestina de París donde el imam (jefe religioso islámico) predica sobre actitudes radicales que deben llevarse a cabo y que son atentamente absorbidas por un grupo juvenil que lo está escuchando. De allí la historia introduce a Sam (Malik Zidi), un periodista franco argelino que hablando el árabe y como buen conocedor del Corán se ha infiltrado sin gran dificultad en una célula terrorista a fin de analizar el comportamiento de sus integrantes y poder posteriormente publicar un libro sobre el extremismo musulmán.
El movimiento está liderado por Hassan (Dimitri Storoge), un psicópata francés convertido al islam quien manifiesta haber sido entrenado en el Medio Oriente por Al-Qaeda; de retorno en Francia está decidido a inculcar la fanática doctrina del yihadismo. Para tal propósito, además de Sam, ha reclutado a Sidi (Ahmed Drame) –oriundo de Mali que desea vengar la muerte de un primo‑, Driss (Nassim Si Ahmed) ‑un muchacho radicalizado que pasó cierto tiempo en prisión- y Christophe (François Civil) ‑proveniente de una afluente familia católica francesa y convertido a la fe musulmana-.
El director brinda al relato la tensión necesaria que se manifiesta en la posición riesgosa que asume Sam quien para no ser objeto de sospecha deja el domicilio familiar para evitar que su esposa e hijo estén expuestos a imprevisibles daños. En todo caso, el momento más dramático se produce cuando Hassan anuncia al grupo que ha recibido el mandato de realizar un atentado suicida en el centro de la ciudad como el primero de los ataques que Al Qaeda tiene programado efectuar en todo el territorio francés; sin embargo, dos de sus miembros sienten reparos en cometer dicha acción por los daños colaterales que causará el atentado donde inocentes personas pueden perder sus vidas.
En declaraciones efectuadas por Boukhrief a la prensa de Montreal en oportunidad del estreno canadiense, señala –tal como se ve en el film- que los terroristas son ciudadanos franceses (“producto de Francia” como el título lo indica) quienes viviendo en barrios y suburbios musulmanes completamente abandonados y marginados socialmente se alistan en un movimiento radical violento para modificar la situación existente.
Es difícil de probar tal punto de visto, pero más allá de la polémica que pueda suscitar este film frente a los acontecimientos realmente vividos (incluyendo la reciente tragedia de Bruselas), lo cierto es que aunque realmente inquiete, está bien realizado e irreprochablemente interpretado. La única observación es que uno habría deseado una exploración más profunda de estos terroristas; con todo, el propósito del film como una importante señal de alerta de la extrema violencia que se fomenta en jóvenes sin orientación precisa llega a calar en el ánimo del espectador. Jorge Gutman