887 – Autor, Dirección e Interpretación: Robert Lepage — Dramaturgia: Peder Bjurman — Colaboración en la Concepción de la Escenografía: Silvain Décarie — Vestuario: Jeanne Lapierre – Iluminación: Laurent Routhier – Música Original y Concepción Sonora: Jean Sébastien Côté – Imágenes: Félix Fradet-Faguy. Duración: 2 horas sin entreacto. Representaciones: Hasta el 8 de junio de 2016 en el Théâtre du Nouveau Monde (www.tnm.qc.ca)
Los genios no se hacen sino que nacen. Eso podría muy bien atribuirse a Robert Lepage, un artista cuyo creatividad ha sido volcada como director de teatro, ópera, cine, guionista, además de ser un consumado actor y excelente dramaturgo; sin embargo, a ello debería agregarse los riesgos que asume en el campo de la tecnología donde pocos años atrás lo demostró en la ambiciosa producción que montó en el Metropolitan Opera House con la tetralogía wagneriana de El Anillo de los Nibelungos.
Lo que precede viene al caso cuando se contempla su última obra por él dirigida e interpretada que acaba de ser estrenada en Montreal. Lo primero que deslumbra al espectador es el modo en que implementa el dispositivo escénico incorporando la tecnología al teatro; eso permite que además de la riqueza del texto traducido en un monólogo que Lepage dirige al espectador que lo está escuchando, éste se concentre totalmente con su alocución dentro de los diferentes decorados que va adquiriendo el escenario a lo largo de la representación teatral.
Cuando aparece en el escenario anticipando que el espectáculo comenzará en breves minutos y pidiendo al público que desconecten sus celulares, de inmediato se llega a comprender que esas palabras forman parte de la obra en cuestión. Lo primero que hace es referirse a la memoria, cuando manifiesta no haber sido posible retener el emblemático poema Speak White concebido por la poetisa de Quebec Michèle Lalonde; ese hecho constituye la excusa de lo que sobreviene después.
Así, este gran creador comienza evocando sus recuerdos de infancia que tuvieron lugar durante la década del 60 en la provincia de Quebec. Algo interesante es que aunque él no lo manifieste, la información que surge en la mente desde la edad preescolar hasta la preadolescencia son aspectos que quedan definitivamente arraigados en la memoria de una persona y es precisamente durante ese período en que el autor ‑nacido a fines de 1957‑, vivió y le quedó fuertemente marcado en la misma.
El relato presenta el edificio de 8 departamentos ubicado en 887 de la avenida Murray en la ciudad de Quebec donde nació y vivió durante el lapso de tiempo mencionado. Allí, en la maqueta proyectada señala la unidad número 5 donde habitó con sus padres y sus tres hermanos; posteriormente va ilustrando la característica de los vecinos que habitaban en los 7 departamentos restantes. Esos detalles permiten que surjan algunas notas de humor por la amena forma que Lepage adopta en su narración.
Una circunstancia va unida a la otra y es así que el intérprete se refiere a su familia con detalles de alguna manera íntimos como alguien puede compartir con un entrañable amigo. Vienen a su mente anécdotas de la vida con su madre y la forma agradable que ella contaba historias, su abuela paterna sufriendo los primeros síntomas de Alzheimer y fundamentalmente se refiere a su bilingüe padre taxista que en esta obra emerge como un personaje central invisible; aunque su progenitor no tuvo gran influencia en su vida, a través de los recuerdos reconoce tardíamente cómo se le asemeja en varios aspectos de su carácter y personalidad.
Ahora bien, hay que admitir que la vida de una persona, además del marco familiar al que pertenece durante sus primeros años de vida, no puede quedar excluida del marco social que lo rodea; así para Lepage tuvieron gran trascendencia el comienzo de la Revolución Tranquila, el surgimiento del Frente de Liberación de Québec abogando la lucha por la independencia y su participación en el secuestro y muerte del Ministro de Trabajo Pierre Laporte en 1970 y las diferencias sociales y económicas que se manifestaban en la provincia entre los patrones anglófonos y la subordinada clase obrera francófona.
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En esos recuerdos donde Quebec atraviesa por intensos cambios sociales en procura de una identidad propia para que todos los habitantes pudieran gozar en forma igualitaria de los derechos que les corresponden, Lepage de ningún modo adopta una actitud independentista o federalista al referirse al tema; lo que intenta es explorar a través de su memoria ese período tan importante para la provincia donde nació.
Lo que queda claro de este ejercicio mental es la evidente actitud del autor de oponerse a cualquier medida de discriminación social. Es por eso, que esos recuerdos constituyen para él una beneficiosa terapia psicológica. A través de la misma logra finalmente memorizar y recitar con pasión y viva voz el mítico poema de Michèle Lalonde cuyos versos constituyen una severa denuncia social.
Queda como balance un bello recuento íntimo y personal de la vida de Lepage como así también una lección de cultura cívica capaz de interesar a cualquier persona, independiente de su origen, que desee sumergirse en la compleja historia cultural de la Belle Province.
Con una inventiva puesta escénica y una interpretación vivaz, intensa y elocuente, Lepage depara a su público dos horas de magnífico teatro compartiendo los recuerdos de los primeros años de su vida. A los méritos del intérprete habrá que agregar la valiosa contribución del excelente equipo creativo para el resonante triunfo obtenido en esta inolvidable experiencia teatral. Jorge Gutman