Crónica de Jorge Gutman
BAD JEWS. Autor: Joshua Armon – Dirección Escénica: Lisa Rubin –- Elenco: Jamie Elman, Sarah Segal-Lazar, Victoria Diamond, Jake Goldsbie – Escenografía y Vestuario: Brian Dudkiewicz – Iluminación: Itai Erdal – Diseño de Sonido: Dmitri Marine — Duración: 90 minutos sin entreacto- Representaciones: Hasta el 29 de mayo de 2016 en el Segal Centre (www.segalcentre.org)
Estrenada en Nueva York hace 4 años con gran éxito, esta cautivante pieza de Joshua Armon reúne todos los ingredientes necesarios para que el público goce de una satisfactoria velada teatral; eso es debido al ingenioso planteo de la obra y la forma original en que el autor transmite su contenido.
La trama que transcurre en esta época en Manhattan reúne a Daphna Feygenbaum, sus dos primos, Jonah Haber y su hermano mayor Liam Haber, así como Melody, la novia de éste último y que es el único personaje no judío. La reunión de Daphna, Jonah y Liam es para compartir el duelo del recientemente fallecido abuelo “Poppy”, que había sido un sobreviviente del holocausto. El lugar del encuentro es un pequeño departamento de un solo ambiente (“studio”) donde por estar demasiado apiñado no es el sitio ideal para pasar unos días todos juntos. A través de las largas conversaciones habidas entre los cuatro, y a veces entre dos diferentes personajes separadamente, va creciendo un clima que se enrarece progresivamente debido a la marcada oposición entre Daphna y Liam quienes conciben al judaísmo de manera diametralmente opuesta; mientras ella es una tradicionalista judía que de ningún modo aprueba la relación de Liam con su novia gentil, él es en cambio un judío liberal que detesta el comportamiento ofensivo y racista de su prima.
A pesar de que los diálogos jugosos y amenos constituyen una parte vital de la pieza, no menos sorprendente es que a medida que su desarrollo avanza va adquiriendo un clima infernal cuando entra en juego quien heredará una cadena de contenido religioso que pertenecía al desaparecido abuelo quien mientras estaba en el campo de concentración la había ocultado por dos años bajo su lengua para que ninguno de los guardas nazis se la sacara.
Si bien en principio Bad Jews podría ser considerada una comedia, en realidad se trata de una obra de gran tensión dramática donde Lisa Rubin ha sabido imprimirle un ritmo fluido y ameno que concentra permanentemente la atención de la misma. A la riqueza del texto, igualmente es meritorio el que la directora haya logrado reunir a un talentoso elenco de artistas canadienses.
Por razones de su contenido, es relevante el trabajo de Sarah Segal-Lazar quien se sumerge de lleno en la piel de Daphna demostrando hasta qué punto el judaísmo que está inserto en sus entrañas puede convertirla en un ser vulnerable tanto cuando ataca como cuando es atacada. El otro rol trascendente es el que encarna Jamie Elman; como Liam despliega un ardor asombroso al tratar de defenestrar a su odiada prima para demostrarle que a pesar de aceptar sin retaceo alguno su herencia cultural judía entiende que eso no es incompatible con la adopción de una actitud liberal y más abierta al poder amar a una persona no por su condición de judía sino por poseer valores humanos y personales dignos de su amor; los encontronazos de Liam y Daphna adquieren dimensiones de inusitada violencia pero a la vez de incuestionable realismo. En papeles de apoyo también es efectiva la participación de Jake Goldsbie como el hermano menor que sin mucho carácter trata de no tomar partido en el marco de las discusiones entabladas entre Liam y su prima; finalmente, Victoria Diamond transmite plenamente la inocencia y dulzura de una joven que estando fuera del núcleo familiar es la causante involuntaria del drama final generado.
Sin duda la positiva repercusión que tuvo esta obra tanto en Estados Unidos como en Londres, Sudáfrica e Israel es bien justificada porque está hábilmente construida al plantear temas tan importantes sobre la identidad cultural, lo que significa el judaísmo, y los aspectos de la fe religiosa para mantener la tradición. Obviamente, lo que hace el autor es plantear el problema sin dar solución alguna dejando que cada espectador al final de la representación reflexione sobre el mismo.
En resumen: una obra excelentemente dirigida, muy bien actuada y decididamente recomendable por su tema y presentación.