MARYLAND. Francia-Bélgica, 2015. Un film de Alice Winocour
La realizadora Alice Winocour aborda en este film los efectos traumáticos de los veteranos de guerra que retornan a la vida civil. El personaje protagónico es Vincent (Matthias Schoenaerts) un soldado francés que recientemente regresó de Afganistán integrando el cuerpo militar de una misión especial de Francia; como muchos de sus ex colegas, es víctima de un síndrome post-traumático, lo que motiva que la percepción de los acontecimientos que transcurren en su nueva vida puedan resultar alterados y fragmentados de la realidad cotidiana.
De inmediato obtiene un trabajo como guardia de seguridad acompañando a otros veteranos de guerra en una fastuosa fiesta realizada en una opulenta mansión –Maryland- que pertenece a Whalid (Percy Kemp), un hombre de negocios de gran fortuna del Líbano. Cuando éste debe partir al extranjero por razones de trabajo no muy “santas”, Vincent es reclutado como guardaespaldas para proteger la seguridad de su esposa Jessie (Diane Kruger) y del preadolescente hijo.
Dada la ansiedad de Vincent donde todo lo que observa a su alrededor puede resultar sospechoso o peligroso, muy pronto percibe, o quizás cree percibir, una amenaza por parte de asesinos que rondan la mansión. Es allí que en un estado de paranoia va extrayendo su experiencia militar del pasado para mantener a Jessie, su hijo y a él mismo fuera de todo peligro.
Este drama psicológico concebido por Winocour y el co-guionista Jean-Stéphane Bron va adoptando en su segunda parte el carácter de un moderado thriller aunque sin alcanzar la debida tensión como para que adquiriese mayor importancia; a todo ello, la ambigua relación surgida entre el protector y la bella Jessie resulta opacada y de poco interés. A lo anterior debe agregarse la existencia de numerosos hilos sueltos que le restan credibilidad, conduciendo a un desenlace poco satisfactorio además de frustrante.
En materia de actuación, Schoenaerts reproduce muy bien la imagen de un hombre perturbado que no puede eludir de su mente los escenarios de la guerra. Por su parte la actuación de Kruger es correcta aunque su personaje, tibiamente desarrollado, no adquiere mayor gravitación.
Compensando en parte las objeciones señaladas, técnicamente el film se distingue por la fotografía de Georges Lechaptois quien contribuye a lograr muy buenas imágenes visuales y por los excelentes efectos sonoros de Gesaffelstein tratando de reconstruir lo que bulle en la mente trastocada de Vincent. Jorge Gutman