Crónica de Jorge Gutman
INCONNU A CETTE ADRESSE – Texto: Kathrine Kressmann Taylor – Adaptación; Michèle Lévy-Bram — Dirección: Delphine de Malherbe — Elenco: Thierry Lhermitte, Patrick Timsit – Iluminación: Marie-Hélène Pinon – Vestuario; Élisabeth Tavernier — Sonido: Michel Winogradoff – Accesorios: Philippe Plancoulaine. Duración: 75 minutos sin entreacto. Representaciones: Hasta el 26 de junio de 2016 en el Théâtre du Nouveau Monde (www.tnm.qc.ca)
Así como Charles Chaplin fue el gran visionario de haber brindado con El Gran Dictador (1940), una acerba crítica condenando el nazismo, el antisemitismo y la dictadura de Adolph Hitler, Kathrine Kressman Taylor (1903 – 1996) –la novelista americana de origen alemán- asumió un rol parecido aunque desde un ángulo diferente. Así en Address Unknown, una breve novela publicada en 1938 en una revista de Estados Unidos, efectúa una sutil crítica del atroz régimen hitleriano que se estaba gestando en Alemania a principios de la década del 30. Posteriormente su trabajo fue impreso por el Reader Digest donde logró inmediato éxito, aunque obviamente fue prohibido en Alemania. Nuevamente editado en 1995 en ocasión de la conmemoración del quincuagésimo aniversario de la liberación de los campos de concentración, su traducción al francés fue un best seller y es así que también fue traducido en muchos otros idiomas. Ese éxito motivo a que la novela fuese trasladada al teatro y representada internacionalmente en varios idiomas. El público de Montreal que ya conoció esta pieza en 2004 vuelve a juzgar Inconnu à cette adresse,(su nombre en francés), en esta oportunidad con la actuación de los populares actores franceses Thierry Lhermite y Patrick Timsit.
La novela así como la pieza teatral está estructurada en base a un intercambio epistolar efectuado entre sus dos únicos protagonistas; por lo tanto apriorísticamente se hace difícil imaginar cómo su desarrollo puede mantener interés y no resultar tedioso debido a la falta de desplazamiento en el escenario por parte de los actores. Con todo, gracias a la adaptación teatral de Michèle Lévy-Bram y la dirección escénica de Delphine de Malherbe, el resultado es satisfactorio.
Martín Schulse (Lhermitte) y Max Eisenstein (Timsit) son dos grandes amigos alemanes que han emigrado a Estados Unidos donde manejan una galería de arte de San Francisco en la cual están asociados. En 1932 Martin que es ario resuelve mudarse con su familia a Munich, en tanto que la sociedad sigue en pie a cargo de Max de origen judío. El drama se desarrolla a través de las cartas que comienzan a ser dirigidas por Max poniendo a su amigo al tanto de la marcha de la galería. El tenor de su contenido es conocido por el público en cuanto a que cada uno de los actores lee en voz alta lo que sus respectivos personajes escriben. La primera misiva de Max es cálidamente recibida y contestada a su vez por Martin. Sin embargo a medida que transcurre el tiempo y debido a que Martin se ha sumergido al nazismo con el advenimiento de Hitler como canciller, la relación epistolar se encuentra perturbada por la gran influencia que el régimen nazi ejerce en Martin; de este modo la amistad existente se desvanece al punto tal de que Max y Martin se convierten en virtuales enemigos. Un acto de revancha que se introduce en el relato deja sin duda una agria sensación
Lo que otorga interés a la pieza es el modo que a través de estos dos personajes es posible constatar cómo la sociedad alemana se fue transformando antes del comienzo de la guerra y cómo el gobierno alemán pudo insuflar odio y terror para quien no se adhiriese a su modo de pensar y actuar.
A pesar de no verse entre ellos en el escenario, existe una muy buena comunicación entre Lhermitte y Timsit. Lejos de recitar los textos de las cartas ellos imprimen sentimiento a la vivencia de sus respectivos personajes. Aunque Martin resulte el villano del relato Lhermite transmite la suficiente compasión al personaje para que uno pueda comprender, aunque no justificar, la actitud de una persona que atrapada por el régimen llega a desdeñar a quien fuera su entrañable amigo; por su parte Timsit igualmente logra caracterizar la incredulidad y estupefacción de Max al comprobar cómo Martin que llegó a ser para él como un hermano pudo ser objeto del ideológico lavado cerebral destruyendo de ese modo el vínculo fraternal.
En esencia, el público asiste a una experiencia teatral que deja mucho espacio para meditar porque a pesar de que la obra fue escrita hace 78 años tiene vigencia actual a través de dramáticos hechos que acontecen en el terreno mundial con grupos radicalizados capaces de seducir y transformar a jóvenes inocentes en violentos malhechores de la sociedad en que viven.