MEAN DREAMS. Canada, 2016. Un film de Nathan Morlando
La fuga de una joven pareja de enamorados escapando de sus captores es lo que se aprecia en este film del realizador canadiense Nathan Morlando. Tratando de imprimir máximo dinamismo a la historia que relata en base a un guión de Kevin Coughlin y Ryan Grassby el film no logra su objetivo previsto a pesar de un comienzo prometedor.
Los acontecimientos transcurren en una zona rural no especificada de la provincia de Ontario. Allí se encuentra el adolescente Jonas (Josh Wiggins), quien recién llegado al lugar se ha visto forzado a abandonar sus estudios para ayudar a su padre (Joe Cobden) en las labores de la granja que posee a fin de mantenerla a flote; además, no es muy feliz en su hogar teniendo en cuenta la depresión crónica que afecta a su madre. Allí conoce a Casey (Sophie Nelisse), una dulce chica de 15 años de edad que vive cerca de donde él habita. En forma natural, el relato va estableciendo la relación que surge entre ambos donde la simpatía inicial deviene en un vínculo sentimental que ostenta una singular pureza. Sin embargo el floreciente amor de los jóvenes encontrará un serio escollo por parte de Wayne (Bill Paxton), el padre de la chica, un policía viudo que sobreprotege a Casey en forma dominante y además es propenso a la bebida, lo que lo convierte en una persona sujeta a violentos exabruptos.
El conflicto dramático se produce cuando Wayne abierta y amenazadoramente impide que Jonas vea a su hija para poner punto final a dicha amistad. Cuando el muchacho observa que la chica es castigada por su padre, él le propone huir juntos y al así hacerlo, Jonas se apodera de una bolsa de Wayne que contiene cerca de un millón de dólares, producto de una transacción de drogas realizada y en donde el nefasto individuo demuestra ser un despiadado asesino. De allí en más Jonas y Casey son objeto de una cacería implacable emprendida por parte de Wayne acompañado del corrupto sheriff (Colm Feore) de la zona.
Desafortunadamente Morlando no consigue que el relato adquiera la tensión necesaria para suscitar el interés que todo buen thriller requiere. Además de que la historia no está suficientemente desarrollada, la misma carece de envergadura dramática; la presencia de algunas situaciones inverosímiles y la existencia de diálogos poco trascendentes tampoco contribuyen a que el film alcance una identidad propia capaz de distinguirlo. Aunque sin compensar las objeciones señaladas, cabe destacar las buenas actuaciones de Wiggins y Nelisse quienes brindan autenticidad como los jóvenes amantes desesperanzados, así como la buena fotografía de Steve Cosens captando la atmósfera otoñal y el panorama rural del lugar donde transcurre la acción. Jorge Gutman