Cronica de Jorge Gutman
LE JEU DE L’AMOUR ET DU HAZARD. Autor; Pierre Marivaux – Dirección: Alain Zouvi – Elenco: Marc Beaupré, Henri Chassé, Bénédicte Décary, David Savard, Philippe Thibault-Denis, Catherine Trudeau – Escenografía; Jean Bard — Vestuario: Judy Jonker – Iluminación: Nicolas Ricard – Concepción Video: Lionel Arnould – Música Original: Christian Thomas — Maquillaje: Jacques-Lee Pelletier — Duración: 1 hora y 45 minutos (sin entreacto). Representaciones: Hasta el 20 de mayo de 2017 en el Théâtre du Nouveau Monde (www.tnm.qc.ca)
El TNM decidió revivir a Pierre Carlet de Chamblain de Marivaux (1688 – 1763) representando Le Jeu de l’amour et du hasard (El Juego del amor y del azar), su más conocida comedia. Aunque es bien sabido el valor intrínseco de esta pieza, es también importante que la misma esté sustentada por una buena producción; en tal sentido, el público puede confiar totalmente en el equipo que participa en la misma al ofrecer un espectáculo de notable calidad gracias a su irreprochable elenco y a una estupenda puesta escénica.
La historia concebida por el gran dramaturgo francés es sencilla en su planteo y efectiva en su implementación: El hacendado Monsieur Orgon (Henri Chassé) tiene la intención de casar a su hija Silvia (Bénédicte Décary) con Dorante (David Savard), hijo de un amigo marqués. La joven es reluctante a aceptar un pretendiente desconocido pero logra transar con su padre de cambiar de papeles con su criada Lisette (Catherine Trudeau) a fin de conocer mejor sus sentimientos. La misma idea es urdida por Dorante quien igualmente decide cambiar de rol con su sirviente Arlequin (Marc Beaupré); a todo ello, cuando el pretendiente y su servidor arriban a la mansión de Orgon, éste junto con su hijo Mario (Philippe Thibault-Denis) van observando cómo se desarrollan los acontecimientos a través de las imposturas realizadas.
En este sabroso juego de disfraces donde obviamente no faltan los enredos y equívocos y donde cada uno de los 4 personajes centrales no es quien aparenta ser, Marivaux apela a jugosos diálogos y a un humor refinado que nunca llega a lo caricaturesco. Con todo no falta en esta comedia la sutil crítica social que prácticamente aflora en la mayor parte de su obra literaria. Así, el autor adopta una clara posición feminista al defender el rol de la mujer ‑como en el caso de Silvia- de tener derecho a elegir su propio camino sin tener que aceptar casamientos arreglados, al mismo tiempo que tanto ella como Lisette son descriptas como mujeres determinadas a no ceder ante presiones externas. Aunque sin atreverse demasiado, Marivaux igualmente deja saber que la marcada diferencia de clases puede ser superada cuando afloran las emociones suscitadas por los dictados del corazón; eso queda reflejado cuando Dorante transgrediendo las convenciones sociales revela a la supuesta Lisette que está enamorado de ella, a pesar de ser una modesta criada.
En su primer trabajo como director para el TNM, Alan Zouvi ha sabido trasladar al escenario toda la riqueza de esta pieza permitiendo que trasluzca el marivaudage, el ingenioso coqueteo amoroso concebido por Marivaux. Al mismo tiempo, el director logró que la acción no decaiga en casi sus dos horas de duración gracias al agilísimo ritmo que le supo imprimir y al encomiable trabajo realizado por su elenco.
Y hablando de los artistas, es muy difícil decidir quién es mejor que quien; todos actúan magníficamente volcando el brío, energía y entusiasmo requerido en sus respectivos roles ‑tanto propios como ficticios– En todo caso, porque sus papeles asumen más peso, resulta agradable apreciar la forma en que gradualmente se va gestando el amor en los personajes desempeñados por Savard y Décary así como la irresistible gracia que despiertan Trudeau y Beaupré en los suyos; ello de ninguna manera menoscaba el eficaz desempeño de Chassé y Thibault-Denis.
La escenografía de Jean Bard exponiendo los jardines de la mansión con la fuente central donde transcurre la acción y con el susurrante gorjeo de los pájaros, contribuyen eficazmente a recrear la atmósfera ambiental. No menos importante es la iluminación funcional de Nicolas Ricard y el sobrio fondo musical de Christian Thomas.
En suma, una producción del TNM para disfrutar plenamente y que corona de esta manera la excelente temporada 2016 – 2017.