WEIRDOS. Canadá, 2016. Un film de Bruce McDonald
El realizador canadiense Bruce McDonald enfoca en Weirdos un relato abordando la aventura en que dos adolescentes se ven envueltos. Bien realizado, el film se deja ver aunque sin ofrecer facetas memorables.
La acción se desarrolla en Antigonish, una muy pequeña ciudad de Nova Scotia, en el verano de 1976 cuando Estados Unidos celebra el bicentenario de su independencia. Allí viven Kit (Dylan Authors) de 15 años con su padre (Alan Hawco) y abuela, y Alice (Julia Sarah Stone) de la misma edad que comparte el hogar con sus padres. A pesar de que el ambiente familiar de ambos transcurre normalmente, estos jóvenes que se aman platónicamente deciden realizar un viaje a Sydney, en la isla de Cape Breton que se halla a 200 km. del lugar, ocultando sus intenciones a sus respectivos familiares. Dado que los padres de Kit están divorciados y hace mucho que él no tiene noticia alguna de su madre Laura (Molly Parker), el propósito que lo anima a viajar es tratar de reencontrarla; por su parte la motivación de Alice es la de lanzarse a la aventura al propio tiempo que tratar de que su relación romántica con Kit quede físicamente consumada.
a partir de esta premisa, el recorrido que ambos realizan a dedo se convierte en un road movie donde los jóvenes salen al encuentro de diferentes compañeros de viaje. En tal sentido, no hay nada especial que permita que esta película de carretera se diferencie de otras ya vistas en numerosas oportunidades; la única variante es que durante el trayecto queda en claro la ambigüedad sexual de Kit, cuando entre las paradas efectuadas y encontrándose solos él trata de posponer el encuentro sexual solicitado por Alice.
Una vez llegado a destino la prácticamente única nota dramática del relato se produce cuando al poco tiempo de estar con Laura, esta mujer de aparente libre espíritu, comienza a mostrar condiciones de inestabilidad mental produciendo un sentimiento de frustración por parte de su hijo.
Con el propósito de insuflar un toque de realismo mágico a esta historia, el guión introduce imaginarios encuentros de Kit con un personaje (Rhys Bevan-John) que él supone que podría ser el famoso Andy Warhol. Esas escenas no son más que una mera curiosidad que nada sustancial agrega a la trama del film.
Sin mayor envergadura dramática y con una historia medianamente endeble, la correcta actuación de Authors y Stone en sus respectivos personajes y especialmente la de Parker en un breve rol permiten que el film resulte aceptable. Con todo el mérito mayor se debe a la lograda fotografía en blanco y negro de Becky Parsons captando bellas imágenes rurales de los lugares en que se desarrolla la acción como así también a la agradable música de Asif Illyas con canciones de los años 60 y 70. Jorge Gutman