A QUIET PASSION. Gran Bretaña-Bélgica, 2016. Un film dirigido y escrito por Terence Davies
Si bien Emily Dickinson (1830 – 1886), la remarcable poetisa estadounidense, ya fue objeto de un muy buen monólogo teatral por parte del dramaturgo William Luce que se estrenó en Broadway en 1976, es ahora el turno del realizador Terence Davies quien en A Quiet Passion le brinda un bello homenaje.
Dueño de una exquisita sensibilidad que ya revelara en buena parte de su filmografía, el destacado director británico revive con delicadeza y sobriedad la existencia de una singular mujer que lamentablemente no pudo cosechar en vida el verdadero reconocimiento que merecía y solamente después de su desaparición, el mundo literario se impuso de la grandeza y profundidad de sus poemas. No es posible asegurar que lo contemplado responda estrictamente a la biografía de la poetisa, en todo caso lo que importa es que el guión del realizador respeta su espíritu al divulgar ‑a través de la voz en off- los versos que emanan de algunas de sus poesías.
El relato comienza cuando ella deja el colegio como una adolescente de 17 años (Emma Bell), revelando su firme carácter además de dar muestras de su inteligencia y razonamiento que la distinguen del resto de sus compañeras. De allí, la acción se traslada en el tiempo donde se contempla a una Emily adulta (Cynthia Nixon) viviendo en Amherst, Massachusetts, con su familia decididamente intelectual, integrada por su patriarcal padre Edward (Keith Carradine), su melancólica madre Emily (Joanna Bacon), su hermano Austin (Duncan Duff) y su hermana menor Vinnie (Jennifer Ehle).
Recibiendo el permiso paterno de escribir por las noches las poesías que surgen de su mente, el director describe muy bien la postura feminista de esta mujer; aventajada a los tiempos de su época, no se deja intimidar por las convenciones sociales existentes demostrando su neutralidad religiosa y rehusando asistir a la iglesia. Su manera de pensar le genera algunas relaciones conflictivas con su padre donde no obstante ella emerge airosa; igualmente manifiesta su enérgica reacción ante Austin cuando descubre que engaña a su esposa Susan (Jodhi May) con otra mujer casada. A pesar de ciertas discrepancias existentes, lo cierto es que en todo momento ella siente un gran afecto por todos los miembros de su familia.
Más allá de algunas situaciones anecdóticas, lo que predomina en el film es la naturaleza reclusiva de Emily. Esa vida solitaria constituye para ella la coraza necesaria para preservar su independencia; precisamente, ese aislamiento la restringe emocionalmente impidiéndole cultivar una relación sentimental que pudiera cercenar su libertad intelectual y su pasión por la poesía. Incidentalmente, el film refleja el desdén que ella recibe por parte de los críticos literarios al juzgar sus poemas; así, a pesar de haber concebido casi 1800 títulos, solamente una docena de los mismas fueron publicados en vida.
La interpretación de Nixon es antológica por haber logrado transmitir todos los matices pertinentes a la introvertida personalidad del personaje titular; al propio tiempo resulta admirable la forma en que la actriz asume el sufrimiento de la terrible dolencia renal de Bright que aquejó a Emily en sus últimos años de su existencia. En el impecable elenco que la rodea se distingue Ehle caracterizando magníficamente a Vinnie con quien la poetisa mantiene una íntima relación fraternal y apoyo moral; de allí que no resulta extraño que ella difundiera el trabajo literario de su hermana después de su muerte. Davies brinda un film realizado con esmero y pulcritud en una historia muy bien narrada. Formalmente, resplandece su belleza visual donde las imágenes captadas de cada fotograma parecen cobrar la forma de lienzos exhibidos en un museo.
Utilizando en forma poética la magia del cine el director permite que el público selectivo disfrute de este muy buen drama biográfico. Jorge Gutman