Des­pués de la Tormenta

AFTER THE STORM. Japón, 2016. Un film diri­gi­do y escri­to por Hiroha­zu Kore-eda

Pro­si­guien­do con su ten­den­cia de ofre­cer come­dias cáli­das el cono­ci­do rea­li­za­dor Hiroha­zu Kore-eda vuel­ve a esta­ble­cer las rela­cio­nes que se esta­ble­cen en el seno de una fami­lia den­tro del mar­co de la socie­dad japo­ne­sa; en este caso enfa­ti­za el víncu­lo paterno-filial así como el efec­to pro­du­ci­do por el divor­cio de una pare­ja toman­do como refe­ren­cia a un indi­vi­duo en un momen­to crí­ti­co de su vida. Con su acos­tum­bra­da habi­li­dad de intere­san­te narra­dor, el direc­tor rela­ta una his­to­ria que sin ser muy ori­gi­nal no obs­tan­te se des­ta­ca por el sen­ti­mien­to afec­ti­vo que el rea­li­za­dor le impri­me a la misma.

Hiroshi Abe y Taiyo Yoshizawa

Hiroshi Abe y Tai­yo Yoshizawa

Su pro­ta­go­nis­ta es Ryo­ta (Hiroshi Abe), un nove­lis­ta que tuvo su momen­to de glo­ria al haber logra­do un pre­mio con una nove­la que escri­bió hace 15 años; sin embar­go, has­ta la fecha ha sido inca­paz de repe­tir el suce­so y es así que para ganar­se la vida se desem­pe­ña como detec­ti­ve pri­va­do per­ci­bien­do un magro ingre­so que lo dilu­ye apos­tán­do­lo en el jue­go de mane­ra com­pul­si­va. Sin poder afron­tar la pen­sión ali­men­ta­ria de su hijo (Tai­yo Yoshi­za­wa) de 11 años y esta­ble­cien­do poca comu­ni­ca­ción con Kyo­ko (Yoko Make), su áspe­ra ex espo­sa, no hay mucho que esti­mu­le su vida por el momen­to. La úni­ca satis­fac­ción que logra es cuan­do una vez por mes se reúne con el chi­co don­de se empe­ña en tra­tar de con­ver­tir­se en su ami­go y ser el ver­da­de­ro padre que no lo fue.

El ele­men­to cir­cuns­tan­cial que podrá modi­fi­car el orden exis­ten­te es un fuer­te tifón de verano que arre­cia a la ciu­dad moti­van­do que Ryo­ta pase la noche en la casa de su aco­ge­do­ra madre ancia­na (Kirin Kiki), en com­pa­ñía de Kyo­ko y su hijo; en esas horas don­de los cua­tro están reu­ni­dos que­da abier­ta la puer­ta para una posi­ble recon­ci­lia­ción familiar.

Lle­na de vita­li­dad y con un agra­cia­do humor que la sal­pi­ca esta come­dia cos­tum­bris­ta expre­sa muy bien la fra­gi­li­dad de un indi­vi­duo que no logró lo que qui­so ser; al adqui­rir con­cien­cia de su fra­ca­so a tra­vés de las con­tra­dic­cio­nes que mar­ca­ron su exis­ten­cia ha lle­ga­do su momen­to de reden­ción para tra­tar de corre­gir los erro­res del pasado.

Adop­tan­do un esti­lo con­tem­pla­ti­vo y sereno, el rea­li­za­dor logra un film lúci­do y deli­ca­do don­de sutil­men­te deja aflo­rar las emo­cio­nes de sus per­so­na­jes sin ape­lar a nin­gún sen­ti­men­ta­lis­mo arti­fi­cial; para ello, Kore-eda con­tó con bue­nos acto­res don­de espe­cial­men­te se des­ta­can Hiroshi Abe y la vete­ra­na actriz Kirin Kiki. Jor­ge Gutman