SAGE FEMME / THE MIDWIFE. Francia-Bélgica, 2017. Un film escrito y dirigido por Martin Provost
Habiendo dejado tan gratos recuerdos con Séraphine (2008) ‑distinguido con 7 César- y Violette (2013), el excelente director galo vuelve a hacerse presente con otro bello film donde además de haberse ubicado detrás de la cámara también es el autor del libreto. Además de una puesta escénica irreprochable, la calidad de Sage Femme es igualmente debida a la destacada actuación de Catherine Frot y Catherine Deneuve.
En la primera escena se contempla a Claire (Frot), quien desempeñándose como partera en una clínica que se preocupa humanamente de sus enfermos está ayudando a una mamá a dar a luz a su bebé. Esta abnegada mujer de aproximadamente 50 años se encuentra satisfecha en su trabajo además de ser muy estimada por quienes allí la rodean. De su vida privada sólo se sabe que es una madre aparentemente soltera donde su hijo Simón (Quentin Dolmaire) le anuncia que abandona los estudios de medicina a los que estaba abocado y que pronto la convertirá en abuela. Aunque este joven no aparece más en el relato, este personaje es meramente anecdótico sin que afecte el objetivo central de la historia.
El nudo de la trama se produce cuando Claire recibe en su contestador telefónico la voz de una mujer de la cual no tenía ninguna noticia por más de tres décadas. Se trata de Beatrice (Deneuve) quien habiendo sido el gran amor de su padre Antoine, lo abandonó repentinamente sin dejar huella alguna. Después del largo tiempo transcurrido, la recién llegada desea encontrarlo para transmitirle una importante noticia y le pide a Claire que lo ayude a ubicarlo, sin saber que Antoine murió inmediatamente después de haber sido dejado por Beatrice.
El reencuentro inicial entre las dos mujeres adquiere una especial tensión porque Claire guarda un profundo resentimiento con su interlocutora. Para no desestimular el interés del potencial espectador, no se revelará la razón de la animosidad de la partera hacia Beatrice como tampoco los motivos que han impulsado a esta mujer por querer ubicar a su ex amante. Lo cierto es que a lo largo del relato se irán atenuando las asperezas iniciales surgiendo a la postre un lazo afectivo entre ellas.
La historia, aunque hábilmente urdida, podría prestarse para un melodrama lacrimógeno pero no es así. Provost, además de proveer al relato de un dinamismo eficiente con un tono optimista, logró una excelente complicidad entre Froth y Deneuve en la caracterización de sus respectivos personajes, completamente opuestos. La veterana Deneuve ‑ícono del cine francés- compone magníficamente a la dama de edad madura y de espíritu alegre que encuentra placer disfrutando de la buena comida en restaurantes sofisticados con adecuados vinos de acompañamiento, y que ahora en un momento crucial de su vida trata de encontrar el camino de la redención a través de Claire. Por su parte, Froth ‑que magistralmente se lució en Marguerite (2015) obteniendo el César a la mejor actriz del año– vuelve a demostrar su gran talento encarnando a la recatada y humana matrona, que encontrará algo que aprender de Beatrice.
En un papel de apoyo se distingue Olivier Gourmet quien ofrece gran simpatía animando a un sensible camionero maduro que cortejando a Claire despierta en ella la posibilidad de establecer una relación sentimental después de largo tiempo de no haber disfrutado de compañía masculina.
Como nota al margen resulta emotivo saber que el director dedica esta entrañable comedia dramática a la partera que le salvó su vida en el momento de nacer. Jorge Gutman