BPM (BEATS PER MINUTE) / 120 BATTEMENTS PAR MINUTE. Francia, 2017. Un film de Robin Campillo
Después de su presentación en el último Festival de Cannes donde obtuvo el Grand Prix, segundo en orden de importancia, ahora se estrena ese dramático film de Robert Campillo abordando la génesis del SIDA.
El realizador que se ha distinguido como excelente guionista en algunos de los filmes de Laurent Cantet (como lo ha sido Entre les murs), ubica su relato en los inicios de la década del 90 ilustrando la lucha emprendida por un grupo de militantes del Act Up-Paris contra las autoridades políticas de Francia y los laboratorios farmacéuticos debido a la pasividad e inoperancia adoptada en momentos en que el SIDA azota en forma despiadada a ciertos sectores de la población. Esta organización fundada en 1989 trató de defender los derechos de los portadores del Virus de Inmunodeficiencia Humano y de quienes resultaron contagiados por el mismo.
El realizador ‑que fue un integrante activo del Act Up- vuelca su experiencia ofreciendo un documento visceral que moviliza fuertemente al espectador. Con sorprendente realismo reconstruye algunas de las acciones emprendidas por el movimiento como las enfurecidas escenas de protesta callejera, visitas no anunciadas a escuelas distribuyendo profilácticos, la violenta irrupción a un laboratorio salpicándolo con pintura roja, o bien esparciendo sangre ficticia en los murales de París para llamar la atención de la población. Simultáneamente se asiste a las agitadas reuniones mantenidas semanalmente por la asociación donde sus integrantes, muchas veces no estando de acuerdo, discuten apasionadamente la adopción de medidas alternativas para lograr la mayor visibilidad posible a fin de denunciar la indiferencia de los medios de difusión y de los políticos que prefieren ocultar en los hospitales a los enfermos condenados a morir por la lamentable enfermedad.
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A pesar de que en su mayor parte el film mantiene una estructura coral, el relato se detiene en algunos personajes que aunque ficticios están inspirados en quienes han estado asociados a la agrupación mencionada. Entre otros se encuentra el joven Marco (Theophile Ray) enfermo de hemofilia, su madre Helène (Catherine Vinatier) que se integra al movimiento, la actitud moderadora de Sophie (Adèle Haenel), la del apaciguador Thibault (Antoine Reinartz) como líder del grupo y el radical y combativo Sean (Nahuel Pérez Biscayart). En su último tramo, el film adquiere gran envergadura emocional ilustrando la íntima relación sentimental que mantiene Sean), cuya salud se va deteriorando, con Nathan (Arnaud Valois) quien es uno de los nuevos miembros adheridos que no está afectado por el virus.
A pesar de algunos momentos reiterativos en sus dos horas y media de metraje y algunas instancias de desmedida violencia, 120 Battemments par minute es un drama profundamente humano, vital, intenso y eminentemente político que amerita su visión.
Jorge Gutman