Crónica de Jorge Gutman
THE HOCKEY SWEATER: A MUSICAL. Libro: Emil Sher, basado en The Hockey Sweater de Roch Carrier con traducción al inglés por Sheila Fishman. Música, Letra y Dirección Musical: Jonathan Monro. Dirección Escénica y Coreografía: Donna Feore. Escenografía y Diseño del Vestuario: Michael Gianfrancesco. Iluminación: Luc Prairie. Diseño del Sonido: Peter Balov. Elenco por orden alfabético: Scott Beaudin, Kate Blackburn, Andréane Bouladier, Drew Davis, Geneviève Dufour, Annelise Forbes, Alessandro Gabrielli, Jayden Greig, Jesse Noah, Richard Jutras, Lucas Kalechstein, Claire Lautier, Riley O’Donnell, Jean-François Poulin, Brandon Howard Roy, Berkeley Silverman, Ian Simpson Duración: 2 horas y 5 minutos (incluyendo un entreacto de 20 minutos) Representaciones: Hasta el 15 de noviembre de 2017 en la sala principal del Segal Centre (www.segalcentre.org)
Como parte de las celebraciones oficiales del 375° aniversario de la ciudad de Montreal, el Segal Centre presenta un espectáculo musical que alcanza niveles de excelencia debido a la conjunción de varios factores que se pasarán a considerar.
En primer lugar su tema. Si bien el jockey sobre hielo constituye el indiscutible deporte canadiense, hay una historia conmovedora por detrás donde la inocencia y el entusiasmo infantil no pasan desapercibidos. La pieza basada en un muy buen y apreciado cuento autobiográfico de 1979 de Roch Carrier se refiere a experiencias por él vividas durante su infancia. Ubicando la acción en Montreal en 1947 vemos a Roch de 10 años apasionado por el jockey quien junto a sus compañeros de su misma edad distraen su tiempo libre practicándolo sobre una pista de hielo. El nudo dramático se produce cuando su madre encarga para él un sweater deportivo y la firma Eaton ubicada en Toronto envía por equivocación la prenda requerida pero con las estampas de Maple Leafs (el equipo profesional de jockey sobre hielo de Toronto), en lugar del de Montreal Canadiens (equipo similar basado en Montreal) con el número 9 del extraordinario jugador famoso Maurice Richard; demás está decir la frustración del chico teniendo que lucir en la pista una camiseta con los emblemas de un equipo rival. Ésa es la excusa para que el relato adquiera la forma de un show musical que si en un principio podría parecer demasiado breve, la ingeniosidad de la dramaturga Emil Sher ha logrado que la historia de ninguna manera resultara estirada; por el contario, la misma adquiere una satisfactoria solidez que justifica plenamente sus dos horas de duración sin que el interés decaiga en momento alguno.
El otro aspecto relevante es la música de Jonathan Munro quien con la colaboración de un conjunto impecable de 7 músicos ha logrado crear poco más de una veintena de melodiosas y estupendas canciones que van impulsando la historia en forma armoniosa. Así, cuando se produce una querella en la pista entre Roch y sus amigos, es el Padre Delisle quien como supervisor del juego los llama al orden señalándoles que para llegar a triunfar deben actuar como un verdadero equipo y es allí que surge el animado tema de We Stick Together; en otra escena se destaca el tema Dear Mister Eaton, en oportunidad de que Roch con la ayuda de su maestra logra comunicarse con el Sr. Eaton de Toronto para que le cambie el atuendo deportivo, no menos atractivo es la canción I Confess que en tono de tango anima el Padre Delisle
Las interpretaciones son insuperables; como el protagonista de esta refrescante comedia, el preadolescente Josse Noah Gruman demuestra una madurez increíble dando vida al joven Roch. Su presencia carismática, su dicción perfecta, su descollante energía manifestada a lo largo de todo el desarrollo de la pieza, la expresividad de su voz entonando 10 canciones que tiene a su cargo, lo demuestra como un brillante actor. Otros nombres a destacar son los de Claire Lautier como la madre de Roch quien aporta determinación a la vez que ternura en la relación mantenida con su hijo, a la vez que muestra sus condiciones de eficaz vocalista; similares elogios van para Kate Blackburn como la maestra que durante el desarrollo de sus clases quiere que sus alumnos se concentren en el aprendizaje y no hablen del deporte que les apasiona; igualmente destacable es la caracterización de Ian Simpson como el noble Padre Delisle.
Mis palabras finales están referidas al desempeño de Donna Feore como directora y coreógrafa de esta notable comedia musical. Con su creativo talento demostrado recientemente en el Festival de Stratford con Guys and Dolls , Feore ha logrado aquí una puesta escénica dinámica, donde los actores, a pesar del reducido espacio del escenario, se desplazan con gran agilidad alcanzando una sincronización perfecta en sus movimientos, en tal sentido, la coreografía es impactante donde canciones y bailes se ajustan con un mecanismo de precisión admirable donde ningún detalle ha quedado librado al azar.
Conclusión: No es necesario que el espectador guste del jockey sobre hielo para disfrutar de este evento musical que además de su esplendor visual impacta por una historia de contenido humano, estupendamente realizada y magníficamente interpretada.