Crónica de Jorge Gutman
THE 39 STEPS Autor: John Buchan / Adaptación: Patric Barlow / Dirección: Eda Holmes / Elenco: Lucinda Davis, Trent Pardy, Amelia Sargisson y Andrew Shaver / Escenografía y Vestuario: Michael Gianfrancesco / Iluminación: Andrea Lundy / Compositor y Diseño de Sonido: Keith Thomas / Duración: 2 horas con un entreacto de 20 minutos / Representaciones: hasta el 10 de Diciembre de 2017 en el Centaur Theatre (www.centaurtheatre.com)
Resultaba difícil pensar que la novela de John Buchan publicada en 1915 y adaptada para el cine por el genial Alfred Hitchcock en 1935 pudiese ser convertida en una obra teatral. Sin embargo Simon Corble y Nobby Dimon aceptaron el desafío logrando adaptarla en 1995; posteriormente, el texto fue reescrito por Patrick Barlow en 2005 dando como resultado una pieza que obtuvo un gran éxito tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos. Ahora el público de Montreal tiene la oportunidad de apreciarla en la magnífica puesta escénica de Eda Holmes, la nueva directora artística de la compañía del Teatro Centaur.
Quien esté dispuesto a juzgar esta versión teatral deberá verla sin prejuicio alguno porque la obra de suspenso de Hitchcock, aunque argumentalmente subsiste, aquí queda transformada en una parodia muy bien construida; en consecuencia, no debe ser tomada seriamente.
Quienes hayan leído la novela o visto el melodrama del mago del suspenso tendrán presente el comienzo de su trama. En un breve recuento no está demás recordar que Richard Hannay, asistiendo a un espectáculo de varieté en un teatro de Londres, involuntariamente se involucra con Annabella Schmidt, una espectadora sentada a su lado; cuando inesperadamente se produce un disparo en la sala, el pánico cunde y la función se suspende. Es allí que la joven le hace saber a su compañero de butaca que existe una conspiración internacional de espionaje y que ella es una agente de inteligencia perseguida por unos hombres que intentan asesinarla; cuando Anabella le pide a Richard que la lleve a su departamento para estar protegida, él accede aunque en medio de la noche Annabella es asesinada. De allí en más comienza para él una involuntaria aventura que lo lleva a huir precipitadamente hacia Escocia a fin de escapar de los espías que lo persiguen y de la policía que sospecha de él.
Con solo 4 actores donde con excepción de Andrew Shaver los restantes interpretan múltiples roles, el espectador asiste a una brillante farsa donde la risa se mantiene de manera constante a medida que los acontecimientos se van desarrollando frenéticamente. Además de la ágil dirección de Holmes, esta pieza constituye una oportunidad para el lucimiento de su elenco. En tal sentido aunque Shaver interprete únicamente al principal personaje, hay que considerar que tanto Lucinda Davis como Trent Pardy y Amelia Sargisson asumen varios personajes donde además de cambiar rápidamente de atuendo deben adoptar diferentes expresiones faciales así como frecuentes modificaciones en la acentuación vocal; ese tour de force actoral está plenamente logrado.
A todo ello, parte esencial del espectáculo reside en su escenografía; en tal sentido es meritorio el trabajo de Michael Gianfrancesco al haber sabido adaptar el reducido marco escénico del teatro a los diferentes y rápidos cambios de decorado que la trama requiere. Simultáneamente, habrá que resaltar los magníficos efectos de sonido logrados por Keith Tomas y la adecuada iluminación de Andrea Lundy.
Como se señaló al comienzo, aquí no impera el misterio sino la carcajada continua a través de un viaje caóticamente divertido. En resumen: el espectador disfruta de una buena velada teatral.