Crónica de Jorge Gutman
VU DU PONT Autor: Arthur Miller – Traducción: Maryse Warda -. Dirección: Lorraine Pintal – Elenco: Frédérick Bouffard, Paul Doucet, Maude Guérin, Maxime Le Flaguais, François Papineau, Martin-David Peters, Mylène St-Sauveur, Frédérick Tremblay – Escenografía: Danièle Lévesque — Accesorios: Dominique Coughlin — Vestuario: Marc Senécal – Iluminación: Martin Sirois – Maquillaje: Jacques-Lee Pelletier — Música Original: Jorane — Duración: 1 hora y 55 minutos (sin entreacto). Representaciones: Hasta el 9 de diciembre de 2017 en el Théâtre du Nouveau Monde (www.tnm.qc.ca)
La tragedia de un hombre moderno es la que Arthur Miller concibió en Panorama desde el Puente (View from the Bridge) que estrenada en Nueva York en septiembre de 1955 ha sido representada en los más importantes escenarios del mundo. Es ahora que el TNM la repone en francés con el nombre de Vu du Pont en la traducción realizada por Maryse Warda.
Si bien en principio uno podría analizar esta obra teniendo como tema el de la inmigración ilegal, aspecto que tiene amplia resonancia actual, fundamentalmente este intenso drama de repercusión universal descansa más en el infortunio personal de su personaje protagónico, un individuo de intensa complejidad donde a través del mismo, el autor refleja el lado sombrío que puede adoptar la condición humana.
El relato que transcurre en 1955 se centra en Eddie Carbone. Él es un humilde estibador de origen italiano que trabaja en el muelle neoyorkino de Red Hook, al pie del puente de Brooklyn. Aunque un tanto rústico y apasionadamente impulsivo en su forma de ser, se desenvuelve como un buen hombre de familia junto a su mujer Béatrice y a Catherine, su joven sobrina huérfana a quien el matrimonio ha educado y se responsabiliza por ella. Sin saberlo muy bien a qué responden sus gestos, lo cierto es que Eddie la protege obsesivamente del mundo exterior que la rodea. La tranquila convivencia se altera con la llegada clandestina de dos primos de Béatrice; uno de ellos es Marco y el otro su hermano menor Rodolpho, quienes huyendo de la pobreza reinante en la Italia de la postguerra desean abrirse paso en Estados Unidos y por ello agradecen la hospitalidad de convivir por un tiempo en el hogar de la familia Carbone. Marco, que es casado y padre de familia espera poder remitir a los suyos que permanecen en Italia parte del salario que irá obteniendo trabajando ilegalmente; por su parte, su hermano menor soltero aspira a quedarse a vivir permanentemente en el país anfitrión. El grave conflicto se genera cuando Catherine y Rodolfo llegan a atraerse mutuamente; ese hecho altera profundamente la conducta de Eddie quien quiere disuadir a su sobrina de su inminente boda con Rodolfo tratando de hacerle ver que él no está realmente interesado en ella pero que la boda lo habilitará para adquirir su residencia legal; además utiliza como excusa que Rodolpho es afeminado debido a su pelo rubio platinado y porque además le agrada cantar. Es allí que Eddie va revelando los deseos sombríamente incestuosos hacia su sobrina que hasta ese momento parecieron ocultos y repentinamente comienzan a estallar con la fuerza explosiva de un volcán.
El mayor mérito de la acertada puesta escénica de Lorraine Pintal es su dirección actoral de un elenco de primer nivel. En el rol protagónico François Papineau ofrece un excelente trabajo como el trágico héroe que encubierto de ternura en un momento dado es presa de un delirio atroz tratando de justificar su preocupación paternal; al hacerlo vomita su agresividad y furia hasta llegar a perder su control que lo lleva a cometer un acto repudiable y decididamente inmoral; en la decisión trágica que finalmente adopta buscando su redención, Papineau logra conmover alcanzando una completa comunicación con el público al transmitir la conmiseración y patetismo que Miller lúcidamente expresa en su texto. A su lado sobresale Mylène St-Sauveur animando a la jovial Catherine que quiere a su tío como si fuese su padre sin imaginar que en esa entrega de cariño va cimentando en él la semilla de su oculta pasión.
En otros roles Frédérick Tremblay como Rodolpho expresa muy bien la humillación que sufre de Eddie; Maude Guérin brinda humanidad a la abnegada esposa que es testigo del desequilibrio familiar causado por el comportamiento de su esposo, en tanto que Maxime Le Flaguais es convincente como Marco, el siciliano que tratará de vengarse de Eddie a la usanza y costumbres tradicionales de su tierra. Aunque en un rol de menor gravitación y elocuencia, Paul Doucet sale airoso en la sobria composición que realiza del abogado Alfieri quien habiendo mantenido un estrecho vínculo con Eddie se convierte en el narrador del drama.
La escenografía minimalista de Danièle Lévesque y los accesorios de Dominique Coughlin permiten crear el clima ambiental en que transcurre la acción. Filnalmente la riqueza sonora de Jorane creando los momentos de mayor tensión así como la apropiada iluminación de Martin Sirois refuerzan los valores de esta producción.
Conclusión: Un trágico drama familiar meticulosamente realizado y muy bien actuado en otro triunfo artístico del TNM