Un pos­tre que sola­za a sus inmigrantes

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

THE BAKLA­WA RECI­PE Autor: Pas­ca­le Rafie. Tra­duc­ción: Melis­sa Bull. Direc­ción: Emma Tibal­do. Elen­co: Elea­nor Noble, Anne-Marie Saheb, Chris­ti­na Tan­nous, Nata­lie Tan­nous. Esce­no­gra­fía y Ves­tua­rio: Eo Sharp. Ilu­mi­na­ción: Bruno Rafie. Dise­ño de Soni­do: Peter Cero­ne. Dura­ción: 1 hora y 45 minu­tos sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: has­ta el 18 de Febre­ro de 2018 en el Cen­taur Thea­tre (www.centaurtheatre.com)

Enfo­can­do el tema de la inmi­gra­ción, esta obra escri­ta en fran­cés de la dra­ma­tur­ga cana­dien­se-liba­ne­sa Pas­ca­le Rafle se ha ins­pi­ra­do en per­so­na­jes ver­da­de­ros pro­ve­nien­tes de su pro­pia fami­lia de inmi­gran­tes. Con la tra­duc­ción al inglés de Melis­sa Bull, la pie­za tra­ta de ilus­trar la expe­rien­cia vivi­da a tra­vés de dos generaciones.

Chris­ti­na Tan­nous (Foto de Antoi­ne Saito)

Desa­rro­llan­do la acción en la pro­vin­cia de Que­bec en la déca­da del 60, épo­ca en que se desa­rro­lla­ba la deno­mi­na­da Revo­lu­ción Tran­qui­la, la auto­ra inten­ta retra­tar la visión de dos ami­gas liba­ne­sas que deja­ron su país para radi­car­se en Cana­dá e ini­ciar una nue­va vida en el dis­tri­to de la comu­ni­dad liba­ne­sa de Ville St-Lau­rent de Mon­treal. Una de ellas es Nadia (Chris­ti­na Tan­nous), quien adop­tan­do una acti­tud no con­for­mis­ta se invo­lu­cra con el nue­vo cli­ma social que vive la pro­vin­cia en don­de el sexo feme­nino comien­za a adqui­rir mayor fuer­za e inde­pen­den­cia. Su ami­ga es Rita (Nata­lie Tan­nous), quien es due­ña de una per­so­na­li­dad dife­ren­te en la medi­da que pre­do­mi­na su raíz liba­ne­sa y por eso se le hace más difí­cil des­arrai­gar­se de los mol­des cul­tu­ra­les tra­di­cio­na­les don­de ha sido criada.

Elea­nor Noble (Foto de Antoi­ne Saito)

Ade­más de bue­nas ami­gas, son cuña­das entre sí al haber­se casa­do con dos her­ma­nos cana­dien­ses; en las úni­cas situa­cio­nes don­de las dos per­ma­ne­cen con­jun­ta­men­te en el esce­na­rio es cuan­do se dedi­can a pre­pa­rar el bakla­wa, un pas­tel ela­bo­ra­do con una pas­ta de nue­ces tri­tu­ra­das y baña­da en almí­bar, adop­tan­do la rece­ta uti­li­za­da en su país natal; es ahí don­de ama­san­do el sabro­so pos­tre, van com­par­tien­do sus ale­grías, penas y emo­cio­nes; en ese inter­cam­bio salen a relu­cir los esfuer­zos por inte­grar­se a la nue­va socie­dad y supe­rar la coli­sión cul­tu­ral exis­ten­te entre las cos­tum­bres del país de ori­gen y las del anfi­trión, como tam­bién la nece­si­dad de adap­tar­se al duro invierno.

Chris­ti­na Tan­nous y Nata­lie Tan­nous (Foto de Antoi­ne Saito)

Los otros dos per­so­na­jes de esta his­to­ria son Fanny (Anne-Marie Saheb) y Naï­ma (Elea­nor Noble), las hijas de Nadia y Rita res­pec­ti­va­men­te. Estas pri­mas ado­les­cen­tes, que repre­sen­tan a la pri­me­ra gene­ra­ción de hijos de inmi­gran­tes naci­dos en Cana­dá, tra­tan de aco­mo­dar­se a la cir­cuns­tan­cia de habi­tar dos mun­dos dife­ren­tes, el de sus padres repre­sen­tan­do a la cul­tu­ra liba­ne­sa y el otro con­for­ma­do a tra­vés del modo de vida y cos­tum­bres que pre­do­mi­nan en la tie­rra que ha aco­gi­do a sus madres.

Lo que ante­ce­de resul­ta más intere­san­te expre­sa­do en estas líneas que lo que real­men­te se apre­cia como espec­ta­dor. A pesar de la cali­dez que tra­tan de trans­mi­tir las cua­tro actri­ces de la pie­za quie­nes demues­tran indu­da­ble pro­fe­sio­na­lis­mo en su come­ti­do, el modo en que Rafie la ha estruc­tu­ra­do influ­ye para que su con­te­ni­do no adquie­ra vigor dra­má­ti­co. Fue­ra de las dos o tres esce­nas com­par­ti­das de Nadia y Rita, las inter­ac­cio­nes entre los per­so­na­jes se mani­fies­tan a tra­vés de lla­ma­dos tele­fó­ni­cos y otras veces comu­ni­cán­do­se a tra­vés del Sky­pe; a ello se agre­gan monó­lo­gos que no se encuen­tran sufi­cien­te­men­te cohe­sio­na­dos den­tro del mar­co glo­bal de la his­to­ria rela­ta­da; eso pri­va a la pie­za de la nece­sa­ria cla­ri­dad expo­si­ti­va, con excep­ción de sus últi­mos minu­tos don­de la narra­ción alcan­za mayor intensidad.

La direc­to­ra Emma Tibal­do tra­ta de vol­car la expe­rien­cia migra­to­ria pro­pues­ta por la auto­ra aun­que las obser­va­cio­nes men­cio­na­das de un tex­to poco orgá­ni­co ami­no­ran ese pro­pó­si­to. Sal­vo las esce­nas de la pre­pa­ra­ción del pos­tre don­de radi­can las mejo­res secuen­cias de esta obra, el res­to de la mis­ma cons­ti­tu­ye fun­da­men­tal­men­te un ejer­ci­cio expe­ri­men­tal que aun­que muy bien inten­cio­na­do no alcan­za a lograr la uni­ver­sa­li­dad que de otro modo des­pier­ta su tema.

El Joven Karl Marx

NATIO­NAL THEA­TRE LIVE 

Pro­si­guien­do con la difu­sión de obras ofre­ci­das en los tea­tros de Lon­dres, Natio­nal Thea­tre Live pre­sen­ta Young Marx, pie­za de los dra­ma­tur­gos Richard Bean y Cli­ve Cole­man que ha sido repre­sen­ta­da en el esce­na­rio del Brid­ge Thea­ter has­ta el 31 de Diciem­bre de 2017.

Rory Kin­near y Oli­ver Chris. (Foto de Manuel Harlan)

La vida de quien fue­ra el gran revo­lu­cio­na­rio y fun­da­dor del socia­lis­mo es expues­ta aquí en sus años de juven­tud. Sin el pro­pó­si­to de refle­jar fiel­men­te los años jóve­nes de Marx, la inten­ción de los auto­res ha sido la de crear una diver­ti­da far­sa don­de el radi­ca­lis­mo ideo­ló­gi­co de Marx que­da rele­ga­do a un plano secundario.

Reu­nien­do al mis­mo equi­po crea­ti­vo que se lució en la exi­to­sa come­dia One Man, Two Guv­nors, esta pro­duc­ción ubi­ca la acción en Lon­dres. Allí, Marx a los 32 años de edad y esca­pan­do de las fra­ca­sa­das revo­lu­cio­nes que se aba­tían en Euro­pa, resi­de con su fami­lia en un modes­to depar­ta­men­to de dos habi­ta­cio­nes ubi­ca­do en el dis­tri­to de Soho. Si bien debi­do a su per­fil de pro­vo­ca­dor izquier­dis­ta se encuen­tra bajo con­ti­nua vigi­lan­cia y con­trol por par­te de la poli­cía bri­tá­ni­ca y espías pru­sia­nos, eso no es impe­di­men­to para que el bri­llan­te inte­lec­tual se adhie­ra a una vida indul­gen­te; así sus­trae obje­tos de valor de su mujer Jenny para finan­ciar su incli­na­ción a la bebi­da, su con­di­ción de casa­do no le impi­de ser muje­rie­go don­de inclu­so se acues­ta con la emplea­da domés­ti­ca de su hogar, par­ti­ci­pa en refrie­gas con las fac­cio­nes riva­les socia­lis­tas y ade­más debe ocul­tar­se de sus acree­do­res; por si no fue­ra sufi­cien­te, debe tam­bién enfren­tar a un polí­ti­co rival que gus­ta de su bella esposa.

Rory Kin­near. (Foto de Manuel Harlan)

Los acon­te­ci­mien­tos tien­den a modi­fi­car­se cuan­do la influen­cia de su cama­ra­da Frie­drich Engels tien­de a dejar su exis­ten­cia volá­til, logra evi­tar el colap­so de su matri­mo­nio y lo indu­ce a apro­ve­char su gran capa­ci­dad inte­lec­tual para poner­se a tra­ba­jar en lo que será El Capi­tal, su obra magna.

Estre­na­da el 26 de sep­tiem­bre de 2017, la obra fue bien reci­bi­da des­ta­can­do el tra­ba­jo de sus dos prin­ci­pa­les intér­pre­tes: Rory Kin­near como Marx y Oli­ver Chris en el rol de Engels. Ade­más de Nancy Carrol inter­pre­tan­do a la sufrien­te mujer de Marx, el vas­to elen­co inclu­ye a Nicho­las Burns, Logan Clark, Dixie Ege­rickx, Lau­ra Elphins­to­ne, Eben Figuei­re­do, Tony Jaya­war­de­na, Scott Karim, Ala­na Ram­sey, Sophie Rus­sell, Matil­da Sha­pland, Fode Sim­bo, Harriet Turn­bull, Rupert Turn­bull, William Trough­ton, Joseph Wal­ker, Joseph Wil­kins, Dun­can Wis­bey y Mil­tos Yerolemou.

La pues­ta escé­ni­ca corres­pon­de a Nicho­las Hyt­ner, la esce­no­gra­fía es de Mark Thom­pson, la ilu­mi­na­ción está a car­go de Mark Hen­der­son, Paul Ardit­ti es res­pon­sa­ble del soni­do y la músi­ca es de Grant Olding. La dura­ción de la pie­za es de 2 horas y 20 minutos.

Young Marx será trans­mi­ti­da en dife­ri­do en los cines de Cana­dá del cir­cui­to Cine­plex el 3 de febre­ro de 2018. Para cono­cer las salas de exhi­bi­ción y hora­rios loca­les de difu­sión pre­sio­ne aquí 

El Amo Harold…y los Muchachos

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

MAS­TER HAROLDAND THE BOYS.  Autor: Athold Fugard – Direc­ción: Phi­lip Akin –- Elen­co: James Daly, Allan Louis, André Sills –  Esce­no­gra­fía y Ves­tua­rio: Peter Hart­well – Ilu­mi­na­ción:Kevin Lamot­te – Secuen­cias de Bai­le: Vale­rie Moo­re — Dura­ción: 1h30 sin entre­ac­to — Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 11 de Febre­ro de 2018 en la sala prin­ci­pal del Segal Cen­tre (www.segalcentre.org)

Como pri­me­ra pre­sen­ta­ción de este año, el Cen­tro Segal ofre­ce una de las obras más rele­van­tes del renom­bra­do dra­ma­tur­go, nove­lis­ta, actor y direc­tor suda­fri­cano Athol Fugard.

Foto de David Cooper

Den­tro de la gran pro­lí­fi­ca pro­duc­ción de este autor, El Amo Harold y los mucha­chos (su títu­lo en espa­ñol) que data de 1982 es la pie­za que le ha con­fe­ri­do un pres­ti­gio inter­na­cio­nal, al abor­dar el espi­no­so tema del racis­mo rei­nan­te en su país de ori­gen. En el dra­ma que trans­cu­rre en Port Eli­za­beth en 1950, Fugard que ha sido un acti­vis­ta del anti-apartheid efec­túa una acer­ba crí­ti­ca al sis­te­ma polí­ti­co y social desa­rro­lla­do en Sudá­fri­ca; al hacer­lo, el autor a tra­vés de una ela­bo­ra­da cons­truc­ción sutil­men­te ilus­tra a tra­vés de los tres per­so­na­jes de esta obra cómo la segre­ga­ción de los negros cons­ti­tu­yó un mal endé­mi­co difí­cil de erradicar.

La acción tie­ne lugar a lo lar­go de una tar­de llu­vio­sa en un peque­ño res­tau­ran­te. Allí tra­ba­jan Sam y Willie, dos emplea­dos negros de apro­xi­ma­da­men­te 40 años quie­nes al comen­zar la pie­za están lim­pian­do el local mien­tras que al mis­mo tiem­po Sam ins­tru­ye a su com­pa­ñe­ro Willie cómo efec­tuar los correc­tos pasos del fox­trot a fin de poder com­pe­tir exi­to­sa­men­te en un con­cur­so de bai­le que se lle­va­rá a cabo en poco tiem­po más; en ese trans­cur­so irrum­pe Harold ‑de sobre­nom­bre Hally‑, un mucha­cho blan­co de 17 años que es el hijo de la due­ña del modes­to nego­cio. A par­tir de allí se esta­ble­ce una inter­ac­ción diná­mi­ca entre estos tres per­so­na­jes muy bien deli­nea­dos, don­de van cono­cién­do­se las carac­te­rís­ti­cas per­so­na­les de los mismos.

Foto de David Cooper

Así se sabe que Hally atra­ve­só una infan­cia difí­cil debi­do a la exis­ten­cia de un padre dis­ca­pa­ci­ta­do y alcohó­li­co con quien nun­ca ha sen­ti­do afec­to; no obs­tan­te tuvo la suer­te de encon­trar en Sam a su padre sus­ti­tu­to; este negro bona­chón, inte­li­gen­te y due­ño de pro­di­gio­sa memo­ria, aun­que sin mucha ins­truc­ción for­mal, ha sido para Hally un indi­vi­duo que jugó con él duran­te su infan­cia ense­ñán­do­le a remon­tar barri­le­tes como así tam­bién lo esti­mu­ló en sus estu­dios. Así, en su pri­me­ra par­te la pie­za brin­da la ima­gen de Hally como un joven pro­gre­sis­ta que man­tie­ne una cor­dial rela­ción coti­dia­na con Sam como así tam­bién con Willie sin que el color de la piel lle­ga­se a cons­ti­tuir un obstáculo.

La pie­za gra­dual­men­te va adqui­rien­do un cli­ma de ten­sión a tra­vés de las con­ver­sa­cio­nes tele­fó­ni­cas que Hally man­tie­ne con su madre quien se encuen­tra en el hos­pi­tal al lado de su mari­do inter­na­do en una cura de reha­bi­li­ta­ción. La posi­bi­li­dad que le den de alta y que su pro­ge­ni­tor regre­se al hogar crea en el joven una situa­ción de dis­gus­to ya que desea­ría que siga hos­pi­ta­li­za­do para no per­tur­bar la tran­qui­li­dad del hogar. El cli­max del rela­to se pro­du­ce des­pués de la últi­ma comu­ni­ca­ción tele­fó­ni­ca man­te­ni­da, cuan­do al final de la mis­ma Sam repro­cha a Hally el tono irres­pe­tuo­so con que se refi­rió a su padre; ésa es la chis­pa que pro­du­ci­rá el incen­dio don­de Hally bru­tal­men­te esta­lla vomi­tan­do en su emplea­do sus pro­fun­das raí­ces racis­tas que has­ta ese momen­to habían per­ma­ne­ci­do ocultas.

Foto de David Cooper

Con una cui­da­do­sa pues­ta escé­ni­ca el direc­tor Phi­lip Akin ha logra­do que en el espa­cio de hora y media que­de resal­ta­da la visión que ani­mó a su autor al refle­jar a tra­vés de Sam la sub­yu­ga­ción de la pobla­ción negra suda­fri­ca­na. Para ello el direc­tor con­tó con la cola­bo­ra­ción de muy bue­nos acto­res. Entre ellos, el que más se des­ta­ca es André Sills que a tra­vés de la figu­ra pater­nal de Sam trans­mi­te la dig­ni­dad e inte­gri­dad moral de este noble per­so­na­je que en su des­en­la­ce demues­tra tris­te­za y decep­ción en una esce­na alta­men­te con­mo­ve­do­ra. Aun­que en un rol menor Allan Louis rea­li­za una muy bue­na com­po­si­ción de Willie quien tra­ta de ate­nuar las ten­sio­nes que se pro­du­cen entre su com­pa­ñe­ro de tra­ba­jo y Hally; su per­so­na­je agre­ga algu­nos de los momen­tos son­rien­tes de la pie­za debi­do al entu­sias­mo que mani­fies­ta por el bai­le. Por su par­te, James Daly, en un papel nada gra­ti­fi­can­te da vida a un mucha­cho que cria­do en un medio ambien­te racis­ta des­en­mas­ca­ra sus resen­ti­mien­tos en la per­so­na que tan­to le ayu­dó en su vida.

Mos­tran­do los aspec­tos más omi­no­sos de una mino­ri­ta­ria pobla­ción blan­ca que ha segre­ga­do a los negros, la pode­ro­sa obra de Fugard denun­cia el tre­men­do cos­to humano que impli­ca el racis­mo. Lamen­ta­ble­men­te, ese gra­ve pro­ble­ma man­tie­ne amplia vigen­cia; a mane­ra de ejem­plo, no es nece­sa­rio rea­li­zar un gran esfuer­zo de memo­ria para recor­dar, la vio­len­cia pro­du­ci­da en agos­to de 2017 en Char­lot­tes­vi­lle, esta­do de Vir­gi­nia, con moti­vo de la mar­cha de supre­ma­cis­tas blancos.

Por lo que ante­ce­de es más que bien­ve­ni­da la pre­sen­ta­ción de Mas­ter Harold…and the Boys por cuan­to esti­mu­la a que el espec­ta­dor refle­xio­ne acer­ca del vibran­te men­sa­je que Fugard brin­da en su dra­má­ti­co relato.

Migran­tes de Centroamérica

DES­TIE­RROS. Cana­dá, 2017. Un docu­men­tal escri­to y diri­gi­do por Hubert Caron-Guay

El dra­ma de los migran­tes cen­tro­ame­ri­ca­nos que pro­cu­ran eli­mi­nar su con­di­ción de expa­tria­dos es tra­ta­do a tra­vés de este docu­men­tal que como títu­lo adop­ta el apro­pia­do nom­bre de Des­tie­rros. Aun­que su tris­te temá­ti­ca no es nove­do­sa, lo que aquí se des­ta­ca es que ha sido con­si­de­ra­do por un docu­men­ta­lis­ta cana­dien­se. El direc­tor Hubert Caron-Guay brin­da un dra­má­ti­co retra­to de humil­de gen­te cen­tro­ame­ri­ca­na que vivien­do en la com­ple­ta mise­ria arries­ga su vida empren­dien­do un via­je que tie­ne como des­tino poder lle­gar a la fron­te­ra ame­ri­ca­na y de allí en más ini­ciar una vida más ven­tu­ro­sa en Esta­dos Unidos.

Una esce­na de DESTIERROS

Es así que se asis­te a un via­je peli­gro­so don­de no impor­ta uti­li­zar cual­quier medio de des­pla­za­mien­to, ya sea a tra­vés de la dura mar­cha a pie, o bien aglo­me­rán­do­se en tre­nes de car­ga; a pesar de estar esca­sa­men­te nutri­dos y dur­mien­do en con­di­cio­nes muy poco con­for­ta­bles, para estos des­te­rra­dos todo resul­ta acep­ta­ble con tal de lograr el obje­ti­vo per­se­gui­do. La tra­ve­sía alber­ga muchos obs­tácu­los en la medi­da que en el tra­yec­to a tra­vés de Méxi­co, los des­pla­za­dos tie­nen que estar pre­ca­vi­dos de la poli­cía meji­ca­na quien cola­bo­ran­do con la ame­ri­ca­na están pisán­do­les los talo­nes para detenerlos.

Des­pués de una len­ta expo­si­ción con exten­di­dos pla­nos secuen­cia en su pri­me­ra par­te, en la segun­da mitad Caron-Guay apro­xi­ma su cáma­ra para cap­tar los tes­ti­mo­nios obte­ni­dos de algu­nos de los des­am­pa­ra­dos migran­tes. Así por ejem­plo a tra­vés de sus decla­ra­cio­nes se lle­ga a saber, entre otros aspec­tos, cómo las muje­res son explo­ta­das en Gua­te­ma­la y el modo en que la debi­li­ta­da demo­cra­cia hon­du­re­ña con­de­na a la gen­te de esca­sos recur­sos que se ve obli­ga­da a empren­der el exilio.

Fren­te al dra­má­ti­co pano­ra­ma, estos exclui­dos no tie­nen nada que per­der. La vio­len­cia sufri­da en sus paí­ses de ori­gen les moti­va a bus­car una sali­da en el ansia­do Nor­te; sin embar­go, la fal­ta de com­pa­sión por par­te de las auto­ri­da­des nor­te­ame­ri­ca­nas para dejar­los tras­pa­sar la fron­te­ra dis­ta de garan­ti­zar el éxi­to de esta aza­ro­sa aven­tu­ra. Todo ello con­du­ce a que este paté­ti­co docu­men­to pro­duz­ca una pro­fun­da deso­la­ción dado que no hay ves­ti­gio alguno que per­mi­ta vis­lum­brar la luz al final del túnel para esta des­te­rra­da pobla­ción migran­te. Jor­ge Gutman

Un Mons­truo­so Monje

THE VENE­RA­BLE W. Fran­cia-Sui­za. Un docu­men­tal escri­to y diri­gi­do por Bar­bet Schroeder

Com­ple­tan­do su “Tri­lo­gía del Mal” comen­za­da en Gene­ral Idi Amin Dada (1974) ‑des­cri­bien­do al detes­ta­ble dic­ta­dor- y con­ti­nua­da con Terro­r’s Advo­ca­te (2007) ‑retra­tan­do al abo­ga­do que defen­dió entre otros al temi­ble nazi Klaus Barbie‑, el rea­li­za­dor sui­zo Bar­bet Schroe­der pre­sen­ta en The Vene­ra­ble W. un impac­tan­te docu­men­to sobre la isla­mo­fo­bia rei­nan­te en Myanmar.

Cuan­do uno se refie­re al budis­mo inme­dia­ta­men­te lo aso­cia con una reli­gión que pre­go­na la paz, el amor, la tole­ran­cia, la no vio­len­cia y la comu­ni­ca­ción de los seres huma­nos. De allí que resul­te sor­pren­den­te com­pro­bar cómo un impor­tan­te repre­sen­tan­te de dicho cul­to es capaz de sem­brar un vene­no­so odio entre el séqui­to que lo sigue con­tra la pobla­ción musulmana.

Ashin Wirathu

El lamen­ta­ble per­so­na­je en cues­tión es Ashin Wirathu, quien asu­me su rol de líder de la cru­za­da anti musul­ma­na de Myan­mar, un país cuyo 90% de la pobla­ción es budis­ta. Como un des­ta­ca­do mon­je él uti­li­za cual­quier medio posi­ble para trans­mi­tir el sen­ti­mien­to racis­ta que lo ani­ma. Actuan­do en Man­da­lay, cuya ter­ce­ra par­te de sus habi­tan­tes son mon­jes, Wirathu es el jefe espi­ri­tual del monas­te­rio local que tie­ne a su car­go. Allí y enfren­tan­do a la cáma­ra que lo enfo­ca no tie­ne empa­cho alguno para lan­zar sus insul­tos a la comu­ni­dad Rohing­ya que como gru­po étni­co musul­mán ben­ga­lí ape­nas alcan­za al 4 % de la pobla­ción. A tra­vés de la semi­lla de la dis­cor­dia des­cri­be a esa comu­ni­dad como un gru­po peli­gro­so que no tie­ne dere­cho alguno a optar por la ciu­da­da­nía de Myan­mar; ade­más, en sus ser­mo­nes pre­di­ca el boi­cot a sus acti­vi­da­des comer­cia­les y prohi­bien­do el casa­mien­to inter­ra­cial por­que en su mane­ra de pen­sar los Rohing­yas, ade­más de vio­la­do­res y terro­ris­tas, cons­ti­tu­yen una espe­cie huma­na infe­rior que aten­ta con­tra la pure­za del budismo.

Pre­go­nan­do una san­ta gue­rra con­tra la comu­ni­dad musul­ma­na y en pro­cu­ra de una lim­pie­za étni­ca, Wirathu adop­ta un tono cal­mo y per­sua­si­vo lo que lo con­vier­te en un ser aún más teme­ro­so. Toda esa ani­mo­si­dad se con­ju­ga con la ances­tral cam­pa­ña con­tra los Rohing­yas que se vie­ne regis­tran­do des­de hace varias déca­das y muy espe­cial­men­te entre 2012 y 2016 don­de no sola­men­te se encuen­tran los mon­jes segui­do­res de Wirathu sino tam­bién la acción repre­si­va del gobierno con­tro­la­do por los mili­ta­res. Esa fobia ori­gi­nó una ola de vio­len­cia inusi­ta­da con­tra los musul­ma­nes con el resul­ta­do de cuan­tio­sas muer­tes, hoga­res incen­dia­dos y el des­pla­za­mien­to de miles de afec­ta­dos tra­tan­do de huir del país.

En este valio­so docu­men­to el rea­li­za­dor se ha nutri­do de impor­tan­te mate­rial de archi­vo com­ple­men­ta­do con entre­vis­tas de gran inte­rés rea­li­za­das a per­so­nas que estan­do en fran­co des­acuer­do con la acti­tud into­le­ran­te y racis­ta de Wirathu tra­tan de lla­mar la aten­ción mun­dial sobre esta tra­ge­dia. Entre los repor­tea­dos se encuen­tra Kyaw Zayar Htun, el edi­tor de una de las pocas revis­tas infor­ma­ti­vas de Myan­mar y autor de Wirathu Against the World; igual­men­te es rele­van­te el tes­ti­mo­nio de U. Galon­ni, un mon­je budis­ta alta­men­te reve­ren­cia­do quien enfren­tó la pena de muer­te por apo­yar la cau­sa de los cam­pe­si­nos pri­va­dos de sus tie­rras. Tam­bién par­ti­ci­pan en el docu­men­tal dos impor­tan­tes perio­dis­tas: uno de ellos es Matthew Smith que escri­bió en el New York Times y otros perió­di­cos de len­gua ingle­sa cla­ri­fi­ca­do­res artícu­los sobre los dere­chos huma­nos en Myan­mar y el otro es el repor­te­ro espa­ñol Car­los Sar­di­ña Gala­che quien habien­do vivi­do varios años cubrió las noti­cias sobre la cri­sis huma­ni­ta­ria de los Rohingya.

Explo­ran­do las face­tas más som­brías de la con­di­ción huma­na en la figu­ra sinies­tra del “Vene­ra­ble Wirathu”, el docu­men­ta­lis­ta des­cri­be a un hom­bre que nada tie­ne que envi­diar a otros geno­ci­das que en el siglo XX han enlu­ta­do al mun­do, tales como los nazis, o bien los que par­ti­ci­pa­ron acti­va­men­te en las masa­cres de Ruan­da y Bos­nia, para citar algu­nos omi­no­sos casos.

La odi­sea de la comu­ni­dad Rohing­ya sigue man­te­nien­do actua­li­dad; así hace pocos días el Glo­be and Mail de Toron­to publi­có un artícu­lo refi­rién­do­se a la ola de refu­gia­dos de dicho gru­po esca­pan­do de Myan­mar para lle­gar a Ban­gla­desh. De allí la rele­van­cia que adquie­re este remar­ca­ble docu­men­tal de Schroe­der. Jor­ge Gutman