I, TONYA. Estados Unidos, 2017. Un film de Craig Gillespie
En un relato estructurado como un falso documental el director Craig Gillespie y el guionista Steven Rogers tratan de reivindicar la figura de Tonya Harding en I, Tonya combinando adecuadamente el drama con la comedia negra.
A través de entrevistas de ficción brindadas por Tonya (Margot Robbie) y la participación de otros personajes reales que se dirigen al público, se pasa revista a aspectos importantes que han marcado la vida de la protagonista. Nacida en 1970 en Portland y proveniente de una familia humilde a la vez que disfuncional, con un padre prácticamente ausente, la pequeña Tonya (Maizie Smith) va experimentando serios acosos físicos y emocionales por parte de su monstruosa y misántropa madre LaVona Golden (Allison Janney); teniendo en cuenta su inclinación y talento por el patinaje sobre hielo, su progenitora prácticamente la empuja a los 4 años para patinar sobre hielo además de pagarle clases de instrucción con el propósito de convertirla en campeona; en los años subsiguientes la joven Tonya (Mc Kenna Grace) seguirá sufriendo el hostigamiento de LaVona y es así que cuando adulta llega a conocer a Jeff Gillooly (Sebastian Stan), trata de encontrar en él un refugio para escapar de su nada afectiva progenitora. Su casamiento a los 19 años con este hombre perdedor y sin mucho aliento tampoco terminará gratificándola; a pesar de mostrar instancias de cariño hacia ella al propio tiempo también la abusa físicamente, manteniendo una relación asfixiante que culmina en divorcio tres años después.
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En su vida profesional, su atuendo deportivo no alcanza a convencer a los jueces que la juzgan para su intervención en competencias nacionales. Solamente su suerte llegará a cambiar cuando en 1991 logra efectuar un triple giro en el aire, siendo la primera atleta estadounidense en realizar tal proeza; así inicia un camino que le facilita su participación en las Olimpíadas de 1992 donde llega a ubicarse en el cuarto lugar mientras que su gran rival Nancy Kerrigan (Caitlin Carver) obtiene la medalla de bronce.
La vida de la patinadora cobrará un vuelco dramático en ocasión de las Olímpíadas de 1994. Con el propósito de evitar que Kerrigan compitiera en dicho certamen, el ex marido de Tonya al igual que su guardaespaldas Shawn Eckhardt (Paul Walter Hauser) se confabulan contratando los servicios de Shane Stunt (Ricky Russert) para que la ataque; eso se produce con un golpe propinado en la rodilla de Kerrigan utilizando un bastón de metal y aunque la lesión no ha sido grave, el hecho abrió la puerta del escándalo al estar Tonya indirectamente implicada. Si bien el guión deja en claro que ella ignoraba el brutal plan concebido por Jeff y Shawn, lo cierto es que cuando Tonya se impone de lo ocurrido no reporta el grave incidente como éticamente debería haber procedido. Su conducta motivó a que la Asociación de Patinadores de Estados Unidos la suspendiera de por vida porque presumió que ella estaba al tanto de lo que iba a acontecer a su rival.
El film se beneficia por su articulado relato, ajustado guión, excelente edición y muy en especial por el meritorio nivel de actuación. Robbie ofrece una magistral caracterización de una mujer que sufrió en su vida a través del ciclo de abuso por parte de quienes debieron haberla querido y cuando finalmente llega su momento de gloria, el mundo se le desploma al ser considerada culpable por un delito que no cometió; su actuación plena de impulso y ferocidad deja en descubierto la humanidad de un personaje que logra conmover. En un papel de reparto Janney brilla como la narcisista, manipuladora y maliciosa madre quien a través de un comportamiento contradictorio desea tener una hija triunfadora en el deporte pero la priva del afecto maternal. El resto del elenco igualmente satisface en sus diferentes caracterizaciones.
En esencia, ésta es una tragicomedia a todas luces cautivante y que gracias a su fluido ritmo permite dos horas de logrado entretenimiento. Si acaso lo que ilustra el film sobre el grado de implicación de Tonya es completamente verosímil, queda por reflexionar sobre la forma en que una persona inocente puede desmoronarse emocionalmente, en este caso debido a la condena sufrida por la opinión pública, a su vez influenciada por la acción negativa de los medios de difusión. Jorge Gutman