Vio­len­ta Custodia

JUS­QU’ A LA GAR­DE / CUS­TODY. Fran­cia, 2017. Un film escri­to y diri­gi­do por Xavier Legrand

Si cual­quier divor­cio o sepa­ra­ción de una pare­ja cons­ti­tu­ye un tran­ce difí­cil de supe­rar, la situa­ción devie­ne más com­ple­ja cuan­do hay hijos entre­me­dio en la medi­da que se impo­ne el asun­to de la cus­to­dia cuan­do ellos son meno­res y deben vivir con sus padres. Este tema con­si­de­ra Xavier Legrand en su des­ta­ca­ble ópe­ra pri­ma Jus­qu’ à la gar­de para des­cri­bir la reali­dad de un matri­mo­nio cuya acri­mo­nio­sa rup­tu­ra ori­gi­na estre­me­ce­do­ras situaciones.

Léa Druc­ker y Denis Menochet

En la pri­me­ra esce­na que trans­cu­rre en una audien­cia judi­cial se sale al encuen­tro de Antoi­ne (Denis Méno­chet) y su espo­sa Miriam (Léa Druc­ker), un matri­mo­nio sepa­ra­do enfren­tan­do una dura bata­lla legal sobre la cus­to­dia del hijo Julien (Tho­mas Gio­ria) de 12 años de edad; a pesar de que tie­nen otra hija, Josephi­ne (Mathil­de Aune­veux), ella pue­de deci­dir por sí mis­ma con quien vivir por­que está pró­xi­ma a cum­plir 18 años.

La inmu­ta­ble jue­za (Saa­dia Ben­taieb) debe deci­dir si acep­tar que Miriam man­ten­ga la guar­dia total del niño o en cam­bio satis­fa­cer la peti­ción de Antoi­ne quien soli­ci­ta una cus­to­dia com­par­ti­da. La argu­men­ta­ción de Miriam es que su mari­do es un hom­bre que irrum­pe en vio­len­tos exabrup­tos y que no hacen de él un buen padre; ade­más agre­ga que el niño ‑quien no está pre­sen­te en la audien­cia- no desea estar con él. La magis­tra­da, sin prue­bas con­cre­tas sobre su con­duc­ta, con­ce­de a Antoi­ne el bene­fi­cio de la duda con un vere­dic­to en el que él ten­drá acce­so a su hijo sema­na por medio.

https://www.youtube.com/watch?v=KI2eXa1tKrw

A lo lar­go del rela­to se verá de qué modo trans­cu­rren las jor­na­das en que Julien en con­tra de su volun­tad debe ave­nir­se a estar con su padre y las con­se­cuen­cias que sobre­vie­nen en la ten­sa rela­ción exis­ten­te entre ambos, como así tam­bién entre Antoi­ne y Miriam. Sin nece­si­dad de agre­gar deta­lles sobre lo que acon­te­ce bas­ta­ría seña­lar que pocas veces se han vis­to rela­tos de vio­len­cia domés­ti­ca del modo en que Legrand lo ilustra..

Cier­ta­men­te, esta his­to­ria impreg­na­da de un cli­ma realís­ti­ca­men­te asfi­xian­te no es pre­ci­sa­men­te de aqué­llas fácil­men­te con­tem­pla­bles; sin embar­go, la pre­ci­sión con que Legrand des­cri­be el dra­ma y la nota­ble diná­mi­ca que se esta­ble­ce entre el trío pro­ta­gó­ni­co con­tri­bu­yen a que su visión, aun­que inquie­tan­te, man­ten­ga la aten­ción per­ma­nen­te del espec­ta­dor. En lo que con­cier­ne a las actua­cio­nes, tan­to Méno­chet, como Duc­ket ofre­cen ple­na con­vic­ción a sus per­so­na­jes; pala­bras apar­te mere­ce Gio­ria quien refle­ja todos los mati­ces de la pér­di­da de ino­cen­cia de un niño casi ado­les­cen­te que vive inte­rior y exte­rior­men­te la angus­tia emo­cio­nal de con­tem­plar el des­ga­rra­mien­to de su fami­lia. Jor­ge Gutman