Un Atrac­ti­vo Dra­ma Político

APRÈS LA GUE­RRE (Dopo la gue­rra). Fran­cia-Ita­lia, 2017. Un film de Anna­ri­ta Zambrano

La rea­li­za­do­ra Anna­ri­ta Zam­brano incur­sio­na en el terreno polí­ti­co ana­li­zan­do las con­se­cuen­cias deri­va­das de los años de plo­mo vivi­dos por Ita­lia en la déca­da del 70 y prin­ci­pios de la del 80 a tra­vés de las accio­nes empren­di­das por las Bri­ga­das Rojas, la orga­ni­za­ción de lucha arma­da revo­lu­cio­na­ria italiana.

Char­lot­te Cetai­re y Giu­sep­pe Battiston

La his­to­ria que trans­cu­rre en 2002 se cen­tra en Mar­co Lam­ber­ti (Giu­sep­pe Bat­tis­ton) de 45 años de edad, quien 20 años atrás había sido un mili­tan­te ita­liano de extre­ma izquier­da; al haber sido en ese enton­ces con­de­na­do a muer­te por el homi­ci­dio come­ti­do a un juez que con­de­nó a sus com­pa­ñe­ros de lucha pudo huir de Ita­lia y lle­gar a Fran­cia; allí logró asi­lo polí­ti­co gra­cias a la cono­ci­da Doc­tri­na Mit­te­rand san­cio­na­da en 1985 por el enton­ces pre­si­den­te que per­mi­tía a los incul­pa­dos en acti­vi­da­des terro­ris­tas per­ma­ne­cer en el país siem­pre y cuan­do renun­cia­ran a ejer­cer actos de violencia.

Habien­do recons­trui­do su vida y resi­dien­do tran­qui­la­men­te en París, su situa­ción cam­bia drás­ti­ca­men­te cuan­do en Bolo­nia se pro­du­ce el ase­si­na­to polí­ti­co de un pro­fe­sor de leyes por par­te de fac­cio­nes radi­ca­li­za­das. Como las auto­ri­da­des ita­lia­nas creen que Mar­co está impli­ca­do en el hecho, soli­ci­tan a Fran­cia su extra­di­ción dado que la Doc­tri­na Mit­te­rand ha sido anulada.

Fren­te a esta situa­ción Mar­co deci­de huir jun­to con su hija Vio­la (Char­lot­te Cetai­re) de 16 años hacia el sur de Fran­cia don­de se ocul­ta en una casa en medio de un bos­que. Mien­tras tan­to con­tac­ta a un cono­ci­do (Jean Marc Barr) a fin de que le pro­vea fal­sos pasa­por­tes con el pro­pó­si­to de poder salir de Fran­cia y lle­gar a Nica­ra­gua que es el úni­co país dis­pues­to a asilarlo.

El guión de la direc­to­ra escri­to con Delphi­ne Agut se des­en­vuel­ve en dos direc­cio­nes sepa­ra­das aun­que vin­cu­la­das por un hecho común. Por una par­te des­cri­be la ten­sa rela­ción que se crea entre Mar­cos y Vio­la; la ado­les­cen­te se sien­te frus­tra­da al ver­se for­za­da a seguir a su padre dejan­do sus estu­dios don­de esta­ba pró­xi­ma a con­cluir su bachi­lle­ra­to así como tam­bién el medio ambien­te don­de vivió has­ta el pre­sen­te. Al mis­mo tiem­po, el pasa­do de Mar­cos reper­cu­te en su fami­lia que dejó en Ita­lia y a quien no ha vis­to duran­te su ausen­cia. Su madre Tere­sa (Eli­sa­bet­ta Pic­co­lo­mi­ni) es inte­rro­ga­da por la poli­cía y asi­mis­mo ve que des­co­no­ci­dos des­tru­yen la ven­ta­na de su casa a pedra­das. Para pro­te­ger a su madre, su hija Anna (Bar­bo­ra Bobu­lo­va) la lle­va a vivir a su hogar; en tan­to, su mari­do (Fabri­zio Ferra­ca­ne) que es juez y que aguar­da una pro­mo­ción para el car­go de pro­cu­ra­dor gene­ral, final­men­te reti­ra su can­di­da­tu­ra por con­flic­to de intere­ses al ser cuña­do de Mar­cos a quien nun­ca lle­gó a conocer.

Uno de los aspec­tos intere­san­tes del rela­to es el repor­ta­je que una perio­dis­ta fran­ce­sa (Mary­li­ne Can­to) le efec­túa a Mar­cos en su escon­di­te. Él mani­fies­ta no sen­tir­se cul­pa­ble por el cri­men come­ti­do en sus años de juven­tud en la medi­da que según su ópti­ca el país esta­ba en gue­rra con el Esta­do y por lo tan­to no exis­tía res­pon­sa­bi­li­dad per­so­nal sino colectiva.

Aun­que el con­tro­ver­ti­do tópi­co de la lucha polí­ti­ca a tra­vés de aten­ta­dos terro­ris­tas con el pro­pó­si­to de rei­vin­di­ca­ción social ha sido varias veces con­si­de­ra­do por el cine ita­liano, la rea­li­za­do­ra sin juz­gar a sus per­so­na­jes ofre­ce un film que se des­ta­ca por la muy bue­na des­crip­ción de los mis­mos, espe­cial­men­te los de Mar­cos, Vio­la y Anna que logran estar sóli­da­men­te carac­te­ri­za­dos por Bat­tis­ton, Cetai­re y Bobu­lo­va res­pec­ti­va­men­te. A ello habrá que con­si­de­rar que en su pri­mer lar­go­me­tra­je de fic­ción Zam­brano demues­tra madu­rez en la narra­ción de este dra­ma polí­ti­co; si bien su final com­pla­cien­te no logra satis­fa­cer, esa obje­ción no alcan­za a des­me­re­cer los méri­tos del film. Jor­ge Gutman