El Indis­cu­ti­ble Poder de la Música

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

CHOIR BOY. Autor: Tarell Alvin McCra­ney – Direc­ción: Mike Payet­te — Elen­co: Patrick Abe­llard, Vlad Ale­xis, Quincy Armo­rer, Ste­ven Char­les, Lyndz Dan­tis­te, Chris­topher Par­ker, Paul Rain­vi­lle — Direc­ción Musi­cal y Arre­glos: Floydd Ric­ketts Esce­no­gra­fía y Ves­tua­rio: Rachel For­be­so – Ilu­mi­na­ción: Andrea Lundy Dura­ción: 90 minu­tos (sin entre­ac­to) — Repre­sen­ta­cio­nes: has­ta el 28 de Octu­bre de 2018 en el Cen­taur Thea­tre (www.centaurtheatre.com)

El talen­to­so dra­ma­tur­go Tarell Alvin McCran­ney del cual una de sus obras sir­vió de ins­pi­ra­ción a Moon­light, el film que obtu­vo el Oscar al mejor film en 2017, vuel­ve a invo­lu­crar­se en un tema que le es caro como lo es el de la iden­ti­dad negra.

Ste­ven Char­les y Quincy Armo­rer. (Foto: Andrée Lanthier)

La acción de Choir Boy trans­cu­rre en Drew School, una pres­ti­gio­sa escue­la eli­tis­ta afro­ame­ri­ca­na de ense­ñan­za media cuyo pro­pó­si­to es el de crear hom­bres negros fuer­tes y de con­duc­ta éti­ca. En la for­ma­ción esco­lar la escue­la atri­bu­ye impor­tan­cia al coro, su ele­men­to dis­tin­ti­vo, inte­gra­do por efi­cien­tes voces que expre­san el sen­ti­mien­to de la músi­ca evan­gé­li­ca. En estos momen­tos, el cole­gio está rea­li­zan­do los pre­pa­ra­ti­vos para el fes­te­jo de los 50 años de exis­ten­cia en don­de el coro ten­drá acti­va par­ti­ci­pa­ción; dicho even­to per­mi­ti­rá al mis­mo tiem­po que la ins­ti­tu­ción pue­da seguir con­tan­do con el apo­yo de sus patro­ci­na­do­res a fin de lograr el finan­cia­mien­to nece­sa­rio que res­guar­de su futuro.

En la pri­me­ra esce­na de la pie­za, cono­ce­mos a Pha­rus (Ste­ven Char­les), un mucha­cho gay que no ocul­ta su orien­ta­ción sexual y que está agra­cia­do con una bellí­si­ma voz. Ensa­yan­do una can­ción para el even­to, inte­rrum­pe su can­to cuan­do Bobby (Patrick Abe­llard), uno de sus riva­les coris­tas que se bur­la de él lo insul­ta gri­tán­do­le “Sissy” (mari­cón). Allí se pro­du­ce un momen­to de ten­sión tenien­do en cuen­ta que Bobby es el sobrino de Marrow (Quincy Armo­rer), el direc­tor de la escue­la, cuya fami­lia es una de sus prin­ci­pa­les donan­tes. Sin embar­go, Pha­rus, res­pon­dien­do al códi­go de honor impe­ran­te en la escue­la, no lo denun­cia pese a que ten­dría el dere­cho de hacer­lo al haber sido desig­na­do para lide­rar el coro en el siguien­te año lectivo.

Patrick Abe­llard y Vlad Ale­xis. (Foto: Andrée Lanthier)

A par­tir de allí, la obra va iden­ti­fi­can­do y des­cri­bien­do las per­so­na­li­da­des de los res­tan­tes coris­tas: Junio Davis (Vlad Ale­xis) ‑el com­pin­che de Bobby‑, Anthony (Lyndz Dan­tis­te) ‑el noble com­pa­ñe­ro de cuar­to de Pha­rus a quien le brin­da su máxi­mo apo­yo- y David (Chris­topher Par­ker) ‑que tie­ne en vis­ta vol­car­se al cle­ro para lle­gar a ser pastor-.

Cuan­do entre los jóve­nes emer­ge una dis­cu­sión sobre el con­te­ni­do de la músi­ca gós­pel, el direc­tor con­vo­ca a Pend­le­ton (Paul Rain­vi­lle) para que inter­ven­ga. Este des­ta­ca­do pro­fe­sor blan­co, que ya había ense­ña­do en el esta­ble­ci­mien­to y que en su tra­yec­to­ria ha sido un fer­vien­te lucha­dor en pro­cu­ra de sal­va­guar­dar los dere­chos huma­nos, no alcan­za a aca­llar la dis­cre­pan­cia entre los alum­nos; con todo, sus­ci­ta un posi­ti­vo deba­te acer­ca del gran poder espi­ri­tual que ejer­ce la músi­ca gós­pel en la cul­tu­ra negra ame­ri­ca­na al refle­jar el sufri­mien­to de la nefas­ta escla­vi­tud pade­ci­da por esta comu­ni­dad a tra­vés de la his­to­ria. En tal sen­ti­do es admi­ra­ble cómo McCra­ney ha logra­do que este géne­ro musi­cal se inser­te tan bien en el desa­rro­llo dra­má­ti­co de la pieza.

El direc­tor Mike Payet­te trans­mi­te exi­to­sa­men­te la com­ple­ja y urti­can­te temá­ti­ca del autor inclu­yen­do, entre otros tópi­cos, el pro­ce­so de madu­rez por el que atra­vie­san los coris­tas, la con­for­ma­ción de la iden­ti­dad negra cuan­do a su vez se es gay, como así tam­bién la gra­vi­ta­ción de la músi­ca gós­pel como una fuer­za enco­mia­ble capaz de insu­flar solaz, con­fort espi­ri­tual y mejo­rar la con­di­ción huma­na. Asi­mis­mo, Payet­te ha reu­ni­do un con­jun­to de exce­len­tes jóve­nes artis­tas quie­nes actuan­do y can­tan­do mag­ní­fi­ca­men­te tan­to solos como a cape­lla sin nin­gún tipo de acom­pa­ña­mien­to ins­tru­men­tal bajo la direc­ción musi­cal de Floydd Ric­ketts, valo­ri­zan con­si­de­ra­ble­men­te el con­te­ni­do de esta obra. Sin des­me­dro del res­to del mag­ní­fi­co elen­co, cabe dis­tin­guir a Ste­ven Char­les quien por la impor­tan­cia que adquie­re su rol y la sen­si­bi­li­dad con que lo carac­te­ri­za mere­ce el más cáli­do de los elogios.