Fil­mes de Cine­ma­nia 2018

Cró­ni­ca de Jor­ge Gut­man 

He aquí una bre­ve eva­lua­ción de algu­nos de los fil­mes pro­yec­ta­dos en Cine­ma­nia, el fes­ti­val de fil­mes fran­có­fo­nos con sub­tí­tu­los en inglés cuya vigé­si­ma cuar­ta edi­ción con­clu­ye pasa­do mañana.

Una remar­ca­ble pelí­cu­la es Dou­ble Vies (Fran­cia) del vete­rano rea­li­za­dor y guio­nis­ta Oli­vier Assa­yas, que ple­na­men­te jus­ti­fi­ca el cáli­do apo­yo crí­ti­co reci­bi­do en oca­sión de su pre­sen­ta­ción en el fes­ti­val de Vene­cia y pos­te­rior­men­te en el de Toron­to. Acer­ta­da­men­te, su títu­lo en inglés es Non-Fic­tion por­que su absor­ben­te rela­to de fic­ción tie­ne todas las carac­te­rís­ti­cas de un docu­men­tal enfo­can­do aspec­tos con­cer­nien­tes a la socie­dad contemporánea.

Juliet­te Bino­che y Gui­llau­me Canet en DOU­BLES VIES

El direc­tor se cen­tra en un gru­po inte­lec­tual de la cla­se media de Fran­cia cuyos inte­gran­tes mani­fies­tan los sín­to­mas expe­ri­men­ta­dos con la intro­duc­ción de las nue­vas tec­no­lo­gías que con­for­man la actual era digi­tal. Entre algu­nos de sus miem­bros se encuen­tra Alain (Gui­llu­me Canet) un bien esta­ble­ci­do edi­tor don­de en la pri­me­ra esce­na enfren­ta a Léo­nard (Vin­cent Macaig­ne), un escri­tor que desea que su nue­vo libro sea publi­ca­do por su edi­to­rial, tal como ha acon­te­ci­do en ante­rio­res oca­sio­nes. Es ahí don­de Alain tra­ta de hacer­le com­pren­der que no está dis­pues­to a acep­tar la impre­sión de su últi­ma nove­la dado que la popu­la­ri­dad de los libros elec­tró­ni­cos comien­zan a sen­tir su impac­to al haber dis­mi­nui­do la deman­da de la lite­ra­tu­ra impre­sa. De allí, que cons­cien­te de la nue­va moda­li­dad de lec­tu­ra y la impor­tan­cia adqui­ri­da por las redes socia­les, este edi­tor cuen­ta aho­ra con la cola­bo­ra­ción de una joven (Chris­ta Thé­ret) exper­ta en la tec­no­lo­gía digi­tal para efec­tuar la tran­si­ción a dicho for­ma­to. Otros per­so­na­jes del rela­to inclu­yen a Sele­na (Juliet­te Bino­che), la mujer de Alain, que se desem­pe­ña como actriz en una popu­lar serie tele­vi­si­va y Vale­rie (Nora Ham­za­wi), la pare­ja de Léo­nard, que se ocu­pa de asis­tir a un polí­ti­co a quien le hace ver que el com­por­ta­mien­to de su vida pri­va­da influ­ye en la per­cep­ción del público.

Cuan­do estas per­so­nas y otras más se reúnen ami­ga­ble­men­te en dife­ren­tes oca­sio­nes, las con­ver­sa­cio­nes giran en torno a las ven­ta­jas e incon­ve­nien­tes de los cam­bios tec­no­ló­gi­cos regis­tra­dos en las últi­mas déca­das y la mane­ra en que los mis­mos van con­for­man­do un esti­lo de vida cul­tu­ral­men­te dife­ren­te. Para­le­la­men­te a los temas dis­cu­ti­dos, Assa­yas enfo­ca las dobles vidas de sus per­so­na­jes en mate­ria sen­ti­men­tal don­de pare­cie­ra que la satis­fac­ción del deseo sexual en una rela­ción extra­ma­tri­mo­nial no lle­ga a afec­tar la esta­bi­li­dad conyugal.

Con la par­ti­ci­pa­ción de un elen­co inte­gra­do por acto­res que trans­mi­ten com­ple­ta natu­ra­li­dad a sus per­so­na­jes, el direc­tor plan­tea muchas pre­gun­tas que que­dan sin res­pon­der por­que resul­ta impo­si­ble pre­de­cir las inno­va­cio­nes tec­no­ló­gi­cas que se van pro­du­cien­do ver­ti­gi­no­sa­men­te. Lo impor­tan­te es que el con­te­ni­do de este film tras­cien­de, inquie­ta y per­mi­te que a su vez que­de impor­tan­te mar­gen para refle­xio­nar des­pués de su proyección.

Otro nota­ble film del fes­ti­val es L’or­dre des méde­cins (Fran­cia) don­de en su ópe­ra pri­ma el rea­li­za­dor David Roux sumer­ge al espec­ta­dor en el mun­do médi­co de Fran­cia. Ins­pi­ra­do en even­tos reales, el cineas­ta rela­ta la vida de Simon (Jéré­mie Rénier), un neu­mo­nó­lo­go que tra­ba­ja en un impor­tan­te hos­pi­tal fran­cés; en su dia­ria ruti­na tra­ta de brin­dar lo mejor de sí mis­mo como pro­fe­sio­nal, al pro­pio tiem­po que es cons­cien­te de con­ser­var sus emo­cio­nes fren­te a los casos que debe enfren­tar, sobre todo cuan­do se tra­ta de pacien­tes gra­ves y/o afec­ta­dos de cán­cer. Tan­to él como sus cole­gas saben que los enfer­mos, quie­nes depo­si­tan en ellos su ente­ra con­fian­za, deben sen­tir­se psi­co­ló­gi­ca­men­te pro­te­gi­dos. El gran pro­ble­ma para Simon sur­ge al saber que su madre (Marthe Keller), que había pade­ci­do de un cán­cer tiem­po atrás y que que­dó en remi­sión para rebro­tar nue­va­men­te, no le que­da espe­ran­za de vida.

Jéré­mie Rénier en L’OR­DRE DES MÉDECINS

El film hábil­men­te ilus­tra la for­ma de cómo este ínte­gro pro­fe­sio­nal debe lidiar con un caso tan espe­cial en la medi­da que un ser tan inmen­sa­men­te que­ri­do está de por medio. Sin bifur­car­se del con­flic­to cen­tral, el rela­to plan­tea adi­cio­nal­men­te el obs­tácu­lo que se pre­sen­ta a los facul­ta­ti­vos que se encuen­tran impo­ten­tes de actuar fren­te a pacien­tes que sin haber sido dados de alta aban­do­nan el hos­pi­tal. Sobria­men­te rela­ta­do, David Roux da mues­tras de una inusual sol­ven­cia en su pri­me­ra expe­rien­cia de cineasta.

La novel direc­to­ra Elsa Dirin­ger narra en Luna (Fran­cia), una his­to­ria de sus­pen­so teñi­da de roman­ti­cis­mo. Luna (Laë­ti­tia Clé­ment), es una impe­tuo­sa ado­les­cen­te de Mont­pe­llier que en sus momen­tos de ocio alter­na con sus ami­gos que no siem­pre repre­sen­tan una bue­na com­pa­ñía. El rela­to cobra vue­lo cuan­do una noche en esta­do de embria­guez, el gru­po agre­de sexual­men­te a Alex (Rod Para­dot), un joven mucha­cho de la zona quien no alcan­za a ver con cla­ri­dad el ros­tro de algu­nos de sus ata­can­tes; al siguien­te día, Luna que se desem­pe­ña como hor­ti­cul­tu­ra en una gran­ja veci­na des­cu­bre con horror que Alex es uno de sus com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo aun­que éste no sos­pe­cha de ella por­que en la penum­bra noc­tur­na no logró iden­ti­fi­car­la al ocu­rrir el gra­ve inci­den­te. Ocul­tan­do el hecho de haber par­ti­ci­pa­do en esa inno­ble agre­sión, Luna car­ga con­si­go un fuer­te sen­ti­mien­to de cul­pa que se agra­va aún más cuan­do entre los dos se for­ja un cáli­do roman­ce. Como un rela­to moral sobre la cul­pa, el amor y la reden­ción, a pesar de que los per­so­na­jes secun­da­rios no estén ple­na­men­te desa­rro­lla­dos, Dirin­ger brin­da un film que satis­fa­ce por su intri­ga y la bue­na actua­ción de Clé­ment y Paradot.

Laë­ti­tia Clé­ment en LUNA

Le vent tour­ne (Sui­za) es un rela­to román­ti­co que a pesar de sus bue­nas inten­cio­nes no logra tras­cen­der. La direc­to­ra y co-escri­to­ra Bet­ti­na Ober­ti uti­li­za una intere­san­te pre­mi­sa para pos­te­rior­men­te des­apro­ve­char­la; así en sus pri­me­ras esce­nas se pre­sen­cia a Pau­li­ne (Méla­nie Thierry) y su com­pa­ñe­ro Alex (Pie­rre Dela­don­champs) quie­nes se dedi­can a la explo­ta­ción de la tie­rra y de los ani­ma­les en su gran­ja ubi­ca­da en un soli­ta­rio para­je de las mon­ta­ñas sui­zas de Jura. Cons­cien­tes de la impor­tan­cia que asu­me la pre­ser­va­ción del medio ambien­te, para pro­veer­se de ener­gía eléc­tri­ca deci­den dis­po­ner de la mis­ma median­te la cons­truc­ción de una tur­bi­na eóli­ca. Con ese pro­pó­si­to recu­rren a los ser­vi­cios del inge­nie­ro Samuel (Nuno Lopes) para su ins­ta­la­ción quien se que­da por unos días para super­vi­sar la obra. Nada hace pre­su­mir has­ta ese momen­to que haya algún ele­men­to que inter­fie­ra en la feli­ci­dad de estos dos gran­je­ros y es por ello que resul­ta difí­cil de com­pren­der las moti­va­cio­nes de Pau­li­ne de sen­tir­se atraí­da por la pre­sen­cia de Samuel y que sin dudar­lo mucho se acues­ta con él a espal­das de Alex. A todo ello la lle­ga­da al lugar de Gali­na (Anas­ta­sia Shevtso­va), una ado­les­cen­te de Ucra­nia que pasa­rá el verano con la pare­ja y que obser­va lo que acon­te­ce en torno suyo, de algún modo es la voz de la con­cien­cia de la infi­de­li­dad de Pau­li­ne. El film pier­de fuer­za a medi­da que se desa­rro­lla por la ende­ble carac­te­ri­za­ción de sus per­so­na­jes a pesar del esfuer­zo de su buen elen­co de hacer­les creí­bles. He aquí, un insus­tan­cial dra­ma campestre.

En L’a­mour flou (Fran­cia) la fic­ción imi­ta a la reali­dad a tra­vés del rela­to expues­to por Roma­ne Boh­rin­ger y Phi­lip­pe Reb­bot. Los rea­li­za­do­res que igual­men­te tie­nen a su car­go los pape­les pro­ta­gó­ni­cos ani­man a una pare­ja que des­pués de 10 años de con­vi­ven­cia matri­mo­nial deci­den sepa­rar­se ya que el amor de anta­ño se ha des­va­ne­ci­do y solo que­da en común Rose y Raoul, sus dos hiji­tos. Pro­cu­ran­do el bien­es­tar de los chi­cos y a fin de que no lle­guen a sen­tir la secue­la del quie­bre matri­mo­nial al tener que vivir en domi­ci­lios sepa­ra­dos, Roma­ne y Phi­lip­pe adop­tan una curio­sa solu­ción con­sis­ten­te en resi­dir en dos depar­ta­men­tos con­ti­guos don­de exis­te un pasi­llo de comu­ni­ca­ción que cons­ti­tu­ye la habi­ta­ción de los niños; así ellos pue­den alter­nar con sus pro­ge­ni­to­res a tra­vés de las puer­tas de acceso.

Phi­lip­pe Reb­bot y Roma­ne Boh­rin­ger en L’A­MOUR FLOU

Lo intere­san­te de esta his­to­ria es que en la vida real los direc­to­res han atra­ve­sa­do por la mis­ma expe­rien­cia y que man­te­nien­do una rela­ción civi­li­za­da deci­die­ron con­tar su caso ori­gi­nan­do de este modo el film que se comen­ta uti­li­zan­do los mis­mos nom­bres para sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes. A pesar de su tono liviano, la pelí­cu­la está muy bien narra­da per­mi­tien­do que el públi­co empa­ti­ce con sus pro­ta­go­nis­tas prin­ci­pa­les como así tam­bién con Rose Reb­bot-Boh­rin­ger y Raoul Reb­bot-Boh­rin­ger, sus ver­da­de­ros hijos. Que­da la duda si aca­so este “amor impreciso”,al que alu­de el títu­lo del film no ter­mi­na­rá recons­ti­tu­yen­do a la des­uni­da pare­ja y ori­gi­nar una secue­la del mismo.

Otro film sobre la dis­gre­ga­ción de un matri­mo­nio es C’est ça l’a­mour (Fran­cia) escri­to y diri­gi­do por Clai­re Bur­ger. Desa­rro­llan­do la acción en la peque­ña ciu­dad de For­bach, la direc­to­ra enfo­ca a Mario (Bou­li Lan­ners), un emplea­do públi­co de media­na edad que sien­te un gran vacío cuan­do su mujer Arme­lle (Ceci­le Remy-Bou­tang) deja el hogar al no que­rer seguir con­vi­vien­do con él. Para cal­mar sus penas este hom­bre dedi­ca su tiem­po libre adhi­rién­do­se a un gru­po de tea­tro comu­ni­ta­rio que a tra­vés de los ensa­yos cons­ti­tu­ye para él una for­ma de tera­pia. Sin su mujer en el hogar, debe res­pon­sa­bi­li­zar­se de sus dos hijas, Nic­ki (Sarah Henochs­berg) de 17 años y Fri­da (Jus­ti­ne Lacroix) de 14 años con quie­nes la rela­ción dis­ta de ser armo­nio­sa; en tal sen­ti­do, Fri­da es la que mayor con­flic­to guar­da con Mario debi­do a que sien­te atrac­ción sexual por una de sus com­pa­ñe­ras de escue­la (Celia Mayer), aspec­to que su pro­ge­ni­tor ‑sin ser homo­fó­bi­co- no ve ese víncu­lo con bue­nos ojos. La obje­ción mayor de este humano rela­to es que el guión de la rea­li­za­do­ra no logra un ade­cua­do equi­li­brio entre el con­flic­to emo­cio­nal de Mario por su cri­sis con­yu­gal y la con­duc­ta de sus hijas con espe­cial énfa­sis en el les­bia­nis­mo de Fri­da. Con todo, lo que dis­tin­gue al film es su sóli­do elen­co don­de se des­ta­ca la muy bue­na carac­te­ri­za­ción que Lan­ners logra de su per­so­na­je; no menos impor­tan­te es cómo la direc­to­ra tra­ta de resal­tar los valo­res de la fami­lia en un des­en­la­ce que aun­que com­pla­cien­te sus­ten­ta calidez.

Una emo­ti­va pelí­cu­la es Aman­da (Fran­cia) del rea­li­za­dor Mikhaël Hers. El rela­to comien­za plá­ci­da­men­te refle­jan­do la her­mo­sa rela­ción fra­ter­nal esta­ble­ci­da entre David (Vin­cent Lacos­te) y San­dri­ne (Ophé­lia Kolb). David es un joven pari­sino de 24 años que se gana la vida ocu­pán­do­se de diver­sos tra­ba­jos de menor impor­tan­cia; su her­ma­na, algu­nos años mayor que él, es una pro­fe­so­ra de inglés y madre mono­pa­ren­tal de Aman­da (Isau­re Mul­trier), una deli­cio­sa niñi­ta de 7 años. Sin la pre­sen­cia de un padre falle­ci­do y la de una madre que aban­do­nó el hogar hace 20 años vivien­do en Ingla­te­rra, San­dri­ne cuen­ta con la ayu­da de su her­mano para que se ocu­pe de reco­ger a su hiji­ta de la escue­la como así tam­bién cui­dar­la cuan­do en deter­mi­na­das oca­sio­nes ella tie­ne que ausen­tar­se de su hogar; por su par­te la niñi­ta man­tie­ne una exce­len­te rela­ción con David a quien con­si­de­ra como su her­mano mayor.

Ins­pi­ra­do en los trá­gi­cos aten­ta­dos que han azo­ta­do a Fran­cia en los últi­mos años, el rela­to co-escri­to por Hers pro­du­ce un giro dra­má­ti­co cuan­do San­dri­ne cami­nan­do en un par­que cen­tral de París jun­to con otras per­so­nas que tran­si­tan el lugar son obje­to de un atroz ata­que terro­ris­ta don­de ella mue­re ame­tra­lla­da. Ade­más del pro­fun­do dolor que David y su sobri­na expe­ri­men­tan por la tra­ge­dia ocu­rri­da, el mucha­cho se con­vier­te de hecho en guar­dián de Aman­da a pesar de no estar pre­pa­ra­do para asu­mir seme­jan­te res­pon­sa­bi­li­dad; ade­más, el gra­ve inci­den­te reper­cu­te en la ini­cia­da rela­ción sen­ti­men­tal de David con Lena (Stacy Mar­tin), una joven que sobre­vi­vió al mis­mo aun­que que­dan­do lesionada.

Fil­ma­do con abso­lu­ta sobrie­dad, Hers evi­ta que el con­te­ni­do de esta his­to­ria des­bor­de emo­cio­nal­men­te. La exce­len­te inter­pre­ta­ción de Lacos­te per­mi­te que el públi­co empa­ti­ce fácil­men­te con su per­so­na­je como así tam­bién la tier­na Mul­trier logra impac­tar con el impre­sio­nan­te rea­lis­mo y dul­zu­ra que trans­mi­te en Aman­da; entre ambos acto­res exis­te una remar­ca­ble com­pli­ci­dad que valo­ri­za enor­me­men­te a este con­mo­ve­dor film.

Un inten­so dra­ma fami­liar don­de se expo­nen las dife­ren­cias gene­ra­cio­na­les como igual­men­te las de carác­ter cul­tu­ral es lo que se apre­cia en Ma Fille (Fran­cia) de Nai­dra Aya­di. Si en su carre­ra de actriz Aya­di cau­só bue­na impre­sión, aquí en su pri­mer tra­ba­jo como guio­nis­ta y direc­to­ra su desem­pe­ño es admirable.

Hakim (Roschdy Zem) y su espo­sa Lati­fa (Dari­da Al Joun­di) deja­ron a Arge­lia en los comien­zos de la déca­da del 90 para ini­ciar una nue­va vida en Fran­cia. Los valo­res ances­tra­les de su país de ori­gen no han que­da­do de lado y en cier­ta for­ma eso fue crean­do algu­nas dife­ren­cias con sus hijas Nedj­ma (Nata­cha Krief) de 14 años y Leï­la de 17 años absor­bien­do una dife­ren­te cul­tu­ra. Eman­ci­pán­do­se del hogar fami­liar en la región de Jura, Lei­la deci­dió tras­la­dar­se a París para seguir cur­sos de pelu­que­ría. Cuan­do el rela­to comien­za, tres días antes de Navi­dad, la fami­lia aguar­da la lle­ga­da de Leï­la; pero a tra­vés del tex­to reci­bi­do por Nedj­ma, su her­ma­na le comu­ni­ca que por la abun­dan­te car­ga de tra­ba­jo en la pelu­que­ría don­de está emplea­da debe can­ce­lar el via­je. No obs­tan­te la razón esgri­mi­da, Lati­fa impul­sa a su mari­do para que via­je a París y logre per­sua­dir a Lei­la para que retor­ne a fin de que la fami­lia ínte­gra esté reu­ni­da para cele­brar las fies­tas. Para no sen­tir­se sólo en la gran metró­po­li Hakim par­te con Nedjma.

El dra­ma comien­za cuan­do a la lle­ga­da des­cu­bren que Leï­la dejó hace tiem­po su empleo; pos­te­rior­men­te al diri­gir­se a la escue­la don­de debió haber estu­dia­do se ente­ran que aban­do­nó sus estu­dios y la frus­tra­ción sigue en aumen­to cuan­do no se la ubi­ca en su depar­ta­men­to y sus veci­nos no pue­den sumi­nis­trar refe­ren­cia algu­na. De allí en más comien­za una odi­sea que se pro­lon­ga a lo lar­go de la jor­na­da para loca­li­zar a la joven; al no lograr­lo, al final del día Hakim deja a Nedj­ma en la habi­ta­ción del hotel y empren­de por su cuen­ta un reco­rri­do noc­turno de la ciu­dad topán­do­se con per­so­na­jes mar­gi­na­les y del bajo fon­do don­de qui­zás Lei­la podría haber­se entre­mez­cla­do. Exce­len­te­men­te fil­ma­do, la direc­to­ra cap­ta la ciu­dad luz lejos del gla­mour turís­ti­co que la carac­te­ri­za para ofre­cer en cam­bio una visión lúgu­bre de la mis­ma. En for­ma flui­da y con un ago­bian­te sus­pen­so Aya­di des­cri­be sutil­men­te el alu­ci­nan­te via­je a los infier­nos de un deses­pe­ra­do padre en pro­cu­ra de su hija de quien evi­den­te­men­te no lle­gó a cono­cer su ver­da­de­ra per­so­na­li­dad. A los valo­res men­cio­na­dos se aña­de la acer­ta­da inter­pre­ta­ción de Zem como el angus­tia­do padre, así como la de la joven Krief que cau­ti­va por el can­dor y afec­to que impri­me a su rol.

Algu­nas veces sue­le ocu­rrir que impor­tan­tes artis­tas pue­den real­zar un film a des­pe­cho de su con­te­ni­do poco rele­van­te; cier­ta­men­te eso no suce­de con la dra­má­ti­ca come­dia La der­niè­re folie de Clai­re Dar­ling de la direc­to­ra Julie Ber­tu­ce­lli basa­da en la nove­la de Lyn­da Rutled­ge. Sin haber leí­do esta nove­la lo cier­to es que lo que se refle­ja en la pan­ta­lla es una his­to­ria fan­ta­sio­sa que deja que desear. En este rela­to que trans­cu­rre al comien­zo del verano en Ver­de­ron­ne, un peque­ño pue­blo al nor­te de París, la vete­ra­na y popu­lar actriz Cathe­ri­ne Deneu­ve da vida a Clai­re Dar­ling, una mujer de edad madu­ra que está con­ven­ci­da de vivir el últi­mo día de su exis­ten­cia. De allí que se pro­po­ne ven­der todo lo que alber­ga la gran man­sión en la que habi­ta don­de abun­dan obje­tos de con­si­de­ra­ble valor y en don­de cada uno de los mis­mos pare­cie­ra tener para ella sig­ni­fi­ca­ti­va impor­tan­cia. En la ven­ta que rea­li­za en los jar­di­nes de su fin­ca el pre­cio que Clai­re ha fija­do para cada ítem es ridí­cu­la­men­te bajo al extre­mo tal que prác­ti­ca­men­te cons­ti­tu­ye un rega­lo para sus com­pra­do­res. Cuan­do su hija Marie (Chia­ra Mas­troian­ni), de quien estu­vo dis­tan­cia­da por espa­cio de dos déca­das, es aler­ta­da y apa­re­ce para dete­ner la ven­ta de su pro­ge­ni­to­ra, comien­zan a reve­lar­se secre­tos del pasa­do de esta fami­lia; nada de lo que se lle­ga a saber per­mi­te sos­te­ner el inte­rés de este rela­to com­ple­ta­men­te ano­dino. Deneu­ve inten­ta infun­dir inte­rés a su excén­tri­co per­so­na­je aun­que sin lograr­lo; por su par­te Chia­ra Mas­troian­ni (la hija de Cathe­ri­ne en la vida real) como la joven que tra­ta de com­pren­der la acti­tud de una madre men­tal­men­te erran­te tam­po­co pue­de ven­cer las limi­ta­cio­nes del ende­ble guión. Con una rea­li­za­ción nada más que correc­ta, que­da como balan­ce una des­lu­ci­da pelí­cu­la fácil­men­te olvidable.

Cathe­ri­ne Deneu­ve en LA DER­NIE­RE FOLIE DE CLAI­RE DARLING

El direc­tor sui­zo Antoi­ne Russ­bach pre­sen­ta en Ceux qui tra­vai­llent (Sui­za-Bél­gi­ca) un muy intere­san­te estu­dio carac­te­ro­ló­gi­co que a la vez cons­ti­tu­ye una crí­ti­ca a un sis­te­ma de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta don­de el indi­vi­duo ter­mi­na sien­do un obje­to ins­tru­men­tal fácil­men­te desechable.

Oli­vier Gour­ment en CEUX QUI TRAVAILLENT

El gran actor bel­ga Oli­vier Gour­met inter­pre­ta a Frank, un hom­bre casa­do y padre de 5 hijos cuya obse­sión es el tra­ba­jo que efec­túa como res­pon­sa­ble coor­di­na­dor de una empre­sa que ges­tio­na el trans­por­te de mer­can­cías entre Euro­pa y Áfri­ca. Intro­ver­ti­do, muy poco expre­si­vo, com­ple­ta­men­te caren­te de expri­mir emo­ción e inca­paz de esbo­zar una son­ri­sa en su ros­tro, como un buen sol­da­do capi­ta­lis­ta sabe muy bien que debe con­cen­trar sus ener­gías al tra­ba­jo que rea­li­za cum­plién­do­lo con inte­gri­dad. Debi­do a un gra­ve incon­ve­nien­te que se pro­du­ce cuan­do uno de los bar­cos trans­por­ta­do­res des­cu­bre que hay un poli­zón a bor­do, Frank a fin de que la mer­ca­de­ría pere­ci­ble lle­gue a des­tino sin con­tra­tiem­po alguno adop­ta una gra­ve deci­sión que cau­sa su des­pi­do de la com­pa­ñía. Como con­se­cuen­cia de lo acon­te­ci­do, este duro indi­vi­duo tra­tan­do de no menos­ca­bar su auto­es­ti­ma ocul­ta la ver­dad a su fami­lia simu­lan­do por un tiem­po que él sigue en su dia­rio empleo. Des­pués de varias sema­nas de fic­ción su mujer y sus hijos mayo­res lle­gan a impo­ner­se de la situa­ción, sal­vo su hija menor Mathil­de (Adè­le Bocha­tay); es pre­ci­sa­men­te a tra­vés de esta niña que Frank comen­za­rá a vis­lum­brar su vida de mane­ra diferente.

La acer­ta­da pues­ta escé­ni­ca de Russ­bach es fun­cio­nal al per­so­na­je des­crip­to que logra en Gour­met al actor ideal. El popu­lar intér­pre­te se sumer­ge ple­na­men­te en la per­so­na­li­dad de un anti­hé­roe de esca­sas pala­bras y poco comu­ni­ca­ti­vo quien habien­do esta­do toda su vida alie­na­do en su tra­ba­jo al pre­cio de haber deja­do a su fami­lia en segun­do lugar, com­pren­de tar­día­men­te que eso lo ha ido des­hu­ma­ni­zan­do. Sin duda, este dra­ma pesi­mis­ta pero de sóli­dos valo­res mere­ce su visión aun­que solo fue­se por la mag­ní­fi­ca actua­ción de Gourmet.