LE GRAND BAIN. Francia-Bélgica, 2018. Un film de Gilles Lelouche
Aplicando los ingredientes que integran la fórmula de un film complaciente, el conocido actor Gilles Lelouche se ubica detrás de la cámara para brindar Le grand bain, una comedia que utiliza como excusa el malestar anímico que en muchos casos alienta a la gente de mediana edad.
En las primeras escenas se contempla a Bertrand (Mathieu Amalric), un hombre desempleado desde hace dos años que trata de atenuar su depresión con antidepresivos a la vez que su querida esposa Claire (Marina Fois) procura apoyarlo emocionalmente.
Cuando circunstancialmente él se entera que la piscina municipal está reclutando nuevos miembros para integrar un grupo masculino de nadadores amateurs para la práctica de natación sincronizada, inmediatamente se inscribe en ese curso. En ese escenario conoce a sus compañeros de equipo de edad similar donde cada uno de los mismos experimenta dificultades de diferente naturaleza. Entre ellos se encuentra Laurent (Guillaume Canet), un gerente de fábrica que tiene que lidiar con problemas de familia; Marcus (Benoit Poelvoorde), cuya empresa comercial está al borde de la quiebra; Simon (Jean-Hugues Anglade), un roquero en decadencia, y el gentil Thierry (Philippe Katerine) quien en su infancia atravesó momentos pocos gratos; el equipo se completa con Avanish (Balasingham Tamilchelva), Basile (Alban Ivanov) y John (Félix Moati).
Recibiendo las instrucciones de la tolerante entrenadora Delphine (Virginie Efira), una ex campeona, estos aprendices deportistas comienzan su práctica acuática; si bien en un principio los progresos no resultan fructíferos, la situación cambia cuando se incorpora como entrenadora la disciplinaria Amanda (Leila Bekhri) quien junto con Delphine logran resultados positivos del equipo. A todo ello, el diario encuentro y el intercambio entre los nadadores permiten cimentar un sentimiento de camaradería y solidaridad, capaz de elevar el estado anímico de los mismos.
A fin de dotar mayor brío a la historia, el relato introduce el infaltable elemento de un torneo internacional. Así al equipo le será ofrecido la posibilidad de competir en el Campeonato Mundial de Natación Sincronizada que tendrá lugar en Noruega; a partir de allí lo que continúa es completamente predecible donde no es necesario ser muy avezado para saber cuál será el resultado de esta competencia.
Si bien el argumento no ofrece mayores sorpresas, queda claro el mensaje de que el deporte y la amistad son capaces de actuar como un antídoto terapéutico capaz de eliminar las crisis emocionales. Los rasgos distintivos del film descansan en su buen elenco, con especial referencia a Canet y Amalric quienes por sus roles tienen mayor oportunidad de lucirse; no menos importante son algunos momentos de emotividad como el que trasunta Anglade en la relación que su personaje mantiene con su hija adolescente (Noée Abita) A ello cabe agregar una escena que los nostálgicos del dorado período de Hollywood apreciarán viendo a la inolvidable actriz Esther Williams quien como experta en natación sincronizada fue merecidamente considerada “la reina del mar”
En líneas generales, este ballet acuático masculino, convencionalmente realizado, satisfará a un público que no siendo muy exigente desee pasar un rato entretenido.
Jorge Gutman