LEMONADE. Rumania-Canadá-Alemania-Suecia, 2018. Un film de Ioana Uricaru.
En un guión co-escrito con Tatiana Ionascu, la directora rumana Ioana Uricaru indaga varios temas, incluyendo el de la inmigración y el de la condición de la mujer tratada en forma misógina por individuos amorales.
Aspirando a mejores condiciones de vida, Mara (Malina Manovici) graduada de enfermera en Rumania, a través de una visa de trabajo temporal llega a los Estados Unidos; en el hospital donde se desempeña ha tenido como paciente a Daniel (Dylan Scott Smith) con quien después de algunas semanas de noviazgo contrae matrimonio poco antes de que su visa expire. Al propio tiempo logra que su hijito Dragos (Milan Hurduc) llegue al país quien en principio cree que se trata de un viaje de vacaciones.
Deseosa de no volver a su país de origen y a la vez permitir que Dragos avizore un venturoso futuro, ella se preocupa de efectuar los trámites burocráticos para obtener un permiso de residencia permanente. Incluso, antes de que la visa le sea otorgada ella dispone la venta de su casa en Rumania para obtener los fondos necesarios para poder suministrarse su propia habitación en Estados Unidos.
Esa primera parte del film refleja muy bien la psicología de Mara, la alegría de estar con el pequeño y además la muy buena relación mantenida con su esposo. Igualmente resulta de interés la entrevista completamente convincente que Moji (Steve Bacic), un oficial de inmigración americano, mantiene separadamente con Daniel en primer lugar y con Mara después a fin de comprobar sus intenciones como potencial inmigrante y convencerse de que su enlace matrimonial no ha sido efectuado por razones de conveniencia para lograr su propósito de radicación.
Dos acontecimientos inesperados contribuyen al infortunio de la joven. El primero de los mismos tiene lugar cuando Moji telefónicamente insta a Mara para que se reúna con él a fin de seguir considerando algunos puntos referentes al trámite de inmigración. Cuando al hacerlo, ella es conducida por él a un lugar desolado, dentro del vehículo va creándose una tensión asfixiante cuando después de mostrarse gentil el oficial adopta un comportamiento sádico exigiéndola satisfacerle sexualmente a cambio de su aprobación para la visa. El acto sencillamente degradante demuestra cómo esta mujer es denigrada y humillada en su condición femenina.
La segunda convulsión emocional se produce en Mara cuando compungida le confiesa a su marido lo acontecido; de inmediato, él cambia por completo su actitud de solícito marido para apalearla física y emocionalmente.
Aunque lo relatado resiste la credibilidad, la intención de la directora ha sido reflejar su propia experiencia cuando dejó Rumania para vivir en Estados Unidos. Ciertamente, el mensaje del film se revela en el comentario de Tatiana a su abogado defensor (Goran Radakovic) cuando le dice que ella había supuesto que América era diferente y él le retruca contestando que evidentemente es diferente aunque no se trate de la visión idílica de Disneylandia.
Más allá de las observaciones señaladas, este drama como una variante del mítico sueño americano llega a conmover sobre todo por la intensidad con que Manovici caracteriza a su personaje; asimismo, aunque no resulte sorprendente, resulta válido ilustrar la arbitrariedad y el abuso de poder desplegado por parte de ciertos funcionarios públicos como así también constatar el machismo aún prevaleciente en la mentalidad americana a pesar de los grandes progresos logrados por la mujer. Jorge Gutman