CAPERNAUM. El Líbano-Francia, 2018. Un film de Nadine Labaki
La directora Nadine Labaki conmueve profundamente con su desgarrador drama Capernaum abordando como tema central el de la infancia maltratada y librada al azar dentro de un marco de vida miserable del cual es difícil desprenderse.
La primera y perturbadora escena de esta historia permite contemplar a Zain (Zain Al Rafeea), de aproximadamente 12 años de edad y sin certificado alguno de nacimiento, quien cumpliendo una pena de 5 años de prisión juvenil por haber acuchillado a un individuo, manifiesta ante un juez que quiere demandar a sus padres por haberle dado vida. De allí en más, desplazando la acción hacia el pasado se conocerá el motivo de tal petición.
Proveniente de una familia paupérrima y viviendo en una unidad habitacional ubicada en uno de los sectores desfavorecidos de Beirut, los progenitores de Zain (Kawthar Al Haddad, Fadi Kamel Youssef), incapaces de brindar amor a sus 7 hijos, nutren las emergentes necesidades financieras del hogar traficando drogas reconstituidas enviadas a las cárceles. Cuando el chico descubre que sus padres planean casar a su querida hermanita Sahar (Cedra Izam) de 11 años con un hombre (Nour el Husseini) que la triplica en edad, al no poder hacer nada por impedir tal hecho, queda muy amargado y resuelve abandonar su hogar.
Vagando por las calles de la ciudad, en un parque de diversiones sale al encuentro de Rahil (Yordanos Shiferaw), una inmigrante ilegal de Etiopía que realiza trabajos de limpieza y es madre monoparental de Yonas (Boluwatife Treasure Bankole), una criatura de 2 años. Es allí que Zain, a través de ambos, encuentra el verdadero sentido de una familia recibiendo el cariño que hasta ese entonces había carecido. Cuando repentinamente Rahil desaparece dejando solo a Yonas, él se hace cargo del abandonado bebé asumiendo la responsabilidad de cuidarlo; así, inicia un dificultoso camino para que los dos puedan sobrevivir, pero frente a situaciones difíciles de superar se ve obligado a adoptar una dramática decisión.
Si bien el duro combate atravesado por el protagonista de esta historia llega a conmover profundamente, la directora también ha considerado la triste realidad de los inmigrantes indocumentados como en el caso de Rahil quien se ha visto forzada a dejar Etiopía para llegar a trabajar clandestinamente en Beirut para ser finalmente apresada por las autoridades locales.
Más que un relato de ficción, el film se asemeja a un documental en la medida que su elenco, además de no profesional, incluye a varios actores quienes en la vida real experimentan los mismos problemas atravesados por sus personajes. En el rol protagónico y omnipresente en todo el relato se encuentra Zain Al Rafeea quien como el eje moral de este drama logra una estupenda caracterización del menor desamparado en procura de que el destino le ofrezca un futuro mejor, aunque resulte muy difícil de lograrlo.
Con una narración sólida y manejando una cámara nerviosa, la realizadora brinda un film triste y amargo retratando una dolorosa realidad que azota al mundo. Considerando sus innegables valores artísticos el film ha sido ovacionado y distinguido con el Premio del Jurado en el Festival de Cannes y además ha sido nominado por la Academia de Hollywood en la categoría de mejor película extranjera. Jorge Gutman