Un Jue­go Indiscreto

LE JEU. Fran­cia, 2018. Un film escri­to y diri­gi­do por Fred Cavaye.

Sin otra pre­ten­sión que la de ofre­cer un liviano entre­te­ni­mien­to, esta come­dia de Fred Cava­ye logra su obje­ti­vo por estar hábil­men­te cons­trui­da y bien interpretada.

El tema se cen­tra en una reu­nión de ami­gos en torno de una comi­da que comien­za aus­pi­cio­sa­men­te; sin embar­go, a medi­da que se va desa­rro­llan­do el ága­pe comien­zan a deve­lar­se indis­cre­tos secre­tos que con­du­cen a una situa­ción de males­tar e inco­mo­di­dad entre sus comensales.

El elen­co completo

Marie (Béré­ni­ce Bejo) y su mari­do Vin­cent (Stépha­ne de Groodt), han invi­ta­do a cenar a Char­lot­te (Suzan­ne Clé­ment) y su espo­so Mar­co (Roschdy Zem), al recien­te matri­mo­nio con­for­ma­do por Lea (Doria Tillier) y Tho­mas (Vin­cent Elbaz), así como a Ben (Gre­gory Gade­bois) quien debien­do haber veni­do con su nue­va ami­ga final­men­te lle­ga solo. Como todos ellos se cono­cen por lar­go tiem­po, todo está dis­pues­to para dis­fru­tar de una ame­na velada.

En un momen­to dado de la comi­da, una casual cir­cuns­tan­cia moti­va a que estos ami­gos deci­dan par­ti­ci­par en un jue­go; el mis­mo con­sis­te en que ellos deben dejar sobre la mesa sus telé­fo­nos inte­li­gen­tes con la con­di­ción de que a medi­da que los apa­ra­tos vayan sonan­do sus res­pec­ti­vos due­ños per­mi­ti­rán que los res­tan­tes pue­dan escu­char los men­sa­jes reci­bi­dos. Ese entre­te­ni­mien­to ter­mi­na resul­tan­do peli­gro­so cuan­do las lla­ma­das aco­gi­das ponen al des­cu­bier­to aspec­tos indis­cre­tos de sus des­ti­na­ta­rios; así, la apa­ri­ción de affai­res extra­con­yu­ga­les, aman­tes que han que­da­do emba­ra­za­das, imá­ge­nes por­no­grá­fi­cas y la reve­la­ción de que uno de los ami­gos res­pon­de a una orien­ta­ción sexual dife­ren­te, moti­va a que nadie que­de ile­so de ese jue­go supues­ta­men­te inocente.

El des­en­la­ce com­pla­cien­te de esta his­to­ria deno­ta que lo rela­ta­do dis­ta de ser rea­lis­ta; en todo caso, las con­ti­nua­das sor­pre­sas que nutren a esta far­sa y la bue­na pues­ta escé­ni­ca a tra­vés de los acer­ta­dos movi­mien­tos de cáma­ra en el limi­ta­do espa­cio en que trans­cu­rre, per­mi­ten que su visión resul­te pla­cen­te­ra. Jor­ge Gutman