LA GRANDE NOIRCEUR / THE GREAT DARKENED DAYS. Canada, 2018. Un film de Maxime Giroux.
El realizador canadiense Maxime Giroux, autor de Félix et Meira que en el TIFF de 2014 obtuvo el premio al mejor film canadiense, retorna ahora con La Grande Noirceur, un drama alucinante difícil de catalogar.
Si bien Giroux ha enfocado en su breve filmografía historias vinculadas con seres marginados de la sociedad, en este caso vuelve a considerarlos recurriendo a una discutible trama surrealista.
El relato se ubica en la época de la Segunda Guerra, donde Philippe (Martin Dubreuil), un canadiense francés que ha dejado Canadá para no ser reclutado en el ejército, trata de ganarse la vida en el sudoeste de Estados Unidos; así, en la primera secuencia se lo expone junto a otro grupo de personas participando en un concurso consistente en la imitación de Charlie Chaplin; afortunadamente él resulta el ganador pero el dinero obtenido como premio le es arrebatado al poco tiempo por un asaltante de la zona (Buddy Duress).
A partir de ese incidente el guión de Giroux con la colaboración de Simon Beaulieu y Alexandre Laferrière, muestra a Philippe que careciendo de recursos comienza a deambular por el sudoeste americano sin rumbo fijo. En ese largo trayecto se topa con una serie de personajes extraños comenzando con un empresario viajante (Reda Ketab) y posteriormente con una mujer (Sarah Gordon) que vive en una cueva; allí sufre la tortura infligida por un psicópata (Romain Duris) que trafica seres humanos. Sin transición alguna, en la secuencia siguiente despierta en medio del desierto descubriendo a un vendedor de cigarrillos (Cody Fern); ese raro encuentro de dificultosa precisión agrega una nota más a la completa irrealidad que vive Philippe.
https://www.youtube.com/watch?v=QKeC9TRlPfo
Si bien este viaje metafísico propuesto por Giroux intenta sorprender a través de escenas de horror como una alegoría de la vivencia de un mundo cruel, inestable e impiadoso, esa deshumanización no alcanza a prender vuelo porque el angustioso sentimiento del protagonista no cobra eco en el espectador. En general, a pesar de las buenas actuaciones del elenco, sus personajes carecen del vigor necesario para transmitir el colapso del orden moral en que viven. A todo ello, la narración, no siempre coherente, se asemeja a la de una perturbadora pesadilla que al carecer de un foco preciso genera una historia poco gratificante.
Lo que resulta elogiable es la fotografía de Sara Mishara captando la majestuosa belleza del oeste americano; sin embargo, ese elemento positivo no alcanza a compensar el resultado final de este fantasioso drama. Jorge Gutman