Recuer­dos de Infancia

ROADS IN FEBRUARY / LES ROU­TES EN FÉVRIER. Cana­dá-Uru­guay, 2018. Un film escri­to y diri­gi­do por Kathe­ri­ne Jer­ko­vic 

La rea­li­za­do­ra cana­dien­se Kathe­ri­ne Jer­ko­vic da prue­bas de una con­si­de­ra­ble madu­rez con Roads in February, su pri­mer lar­go­me­tra­je en don­de igual­men­te es res­pon­sa­ble del guión. Narran­do una peque­ña his­to­ria cen­tra­da en los lazos de fami­lia, la joven direc­to­ra demues­tra una fina sen­si­bi­li­dad en su tra­ta­mien­to como así tam­bién la sapien­cia de haber cap­ta­do las pecu­lia­ri­da­des del com­por­ta­mien­to de vida don­de trans­cu­rre la acción.

Arien Agua­yo Stewart

Diez años atrás, cuan­do aún era peque­ña, Sara (Arien Agua­yo Ste­wart) y sus padres deja­ron Uru­guay para vivir en Mon­treal. Aho­ra, la mucha­cha que aca­ba de per­der a su padre deci­de via­jar a su tie­rra natal en el cáli­do mes de febre­ro del hemis­fe­rio sur: lo hace en par­te para cal­mar su pena, visi­tar a Mag­da (Glo­ria Demas­si), su abue­la pater­na que resi­de en un pue­blo rural, como asi­mis­mo para revi­vir sus memo­rias de infan­cia. En el reen­cuen­tro con su abue­la se detec­ta cier­ta frial­dad por par­te de Mag­da al no com­pren­der por­que Sara dejó de lado su sue­ño de ser actriz para tra­ba­jar como cama­re­ra en un bar, lo que la hace pen­sar que la joven care­ce de ambi­cio­nes. A pesar de los silen­cios exis­ten­tes que sue­len pro­du­cir­se en cier­tos momen­tos entre ambas, la sen­sa­ción de inco­mo­di­dad va cedien­do en la medi­da que en for­ma natu­ral y sin con­fron­ta­ción algu­na, nie­ta y abue­la lle­gan a un mutuo enten­di­mien­to; así, más allá de las dife­ren­cias gene­ra­cio­na­les, pre­va­le­ce­rá el cari­ño fami­liar fren­te a cual­quier contingencia.

Ade­más de su tema cen­tral, el rela­to incur­sio­na en las dife­ren­cias cul­tu­ra­les a las que Sara se enfren­ta y que tra­ta de recon­ci­liar des­pla­zán­do­se en bici­cle­ta a tra­vés de la humil­de cam­pi­ña, como así tam­bién en la amis­to­sa rela­ción enta­bla­da con un agra­da­ble mucha­cho (Mathias Per­di­gon) ciclis­ta de su mis­ma edad. Adop­tan­do un tono entre nos­tál­gi­co y agri­dul­ce, la novel cineas­ta logra en su pro­mi­so­rio debut un film inti­mis­ta y tierno que se encuen­tra valo­ri­za­do por las sobrias actua­cio­nes de Ste­wart y Demas­si y por su dis­tin­ti­vo esti­lo visual. Jor­ge Gutman