AU BOUT DES DOIGTS. Francia, 2019. Un film de Ludovic Bernard
Un drama sentimental donde un joven encuentra la oportunidad de demostrar sus aptitudes musicales y al propio tiempo redimirse de su actividad delictiva es lo que narra el realizador Ludovic Bernard en Au bout des doigts.
Mathieu Malinski (Jules Benchetrit) es un adolescente próximo a la edad adulta que proveniente de un hogar humilde y viviendo en un sector desfavorecido de París realiza con la pandilla de la que forma parte robos de menor cuantía. En sus ratos de ocio vuelca su pasión por la música en la Gare du Nord donde hay un piano de libre acceso al público que desea utilizarlo; es así que un buen día utiliza el instrumento para interpretar con gran sentimiento un bello tema de música clásica donde su esmerada ejecución logra despertar la atención de Pierre Geithner (Lambert Wilson), el director del Conservatorio Nacional de París. Cuando Mathieu se encuentra atrapado por la policía y se halla al borde de ser encarcelado, Pierre logra salvarlo de la prisión a cambio de someterse a una rigurosa formación musical estudiando piano con la “Condesa” (Kristin Scott Thomas), la más exigente y talentosa profesora de piano del conservatorio. Los difíciles comienzos, debidos al carácter rebelde de Mathieu enfrentando la severidad de la profesora, serán gradualmente aminorados cuando el discípulo va revelando su notable idoneidad musical. Simultáneamente Pierre, cuya posición en el conservatorio se encuentra en una situación endeble, logra convencer a su jefe (André Marcon) para que Mathieu participe en el próximo concurso nacional de piano donde en el caso de triunfar prestigiará enormemente a la institución que dirige.
Imbuido de buenas intenciones, el realizador y su co-guionista Johanne Bernard no han agregado algo distintivo que se diferencie de otros filmes sobre esta materia. Plena de estereotipos, la historia propuesta no ofrece mayores sorpresas en la medida que todo se desenvuelve de acuerdo a lo previsto; así, estimulado por el amor que Mathieu descubre en Anna (Karidja Toure), una estudiante del conservatorio, como así también por el apoyo recibido de Pierre y la Condesa, se sabe de antemano cuál será el resultado final de la competencia. A ello se agrega una subtrama innecesaria involucrando a la esposa de Pierre (Elsa Lepoivre).
A pesar de las observaciones formuladas, el film logra defenderse gracias a la muy buena interpretación de Wilson y Scott Thomas, a ciertas escenas impregnadas de humanidad y en especial a la buena selección de música clásica, con especial referencia al sublime Segundo Concierto para piano de Rachmaninoff que habrá de complacer a los cinéfilos melómanos. Jorge Gutman