Cuan­do el pasa­do resurge

TODOS LO SABEN. Espa­ña-Fran­cia-Ita­lia, 2018. Un film escri­to y diri­gi­do por Asghar Farhadi

El rea­li­za­dor ira­ní Asghar Farha­di ofre­ce en Todos Lo Saben, un sóli­do dra­ma fami­liar que con­fir­ma una vez más su habi­li­dad para con­ce­bir his­to­rias muy bien planteadas.

Pené­lo­pe Cruz y Javier Bardem

Como en la mayo­ría de sus fil­mes el comien­zo de la tra­ma adquie­re un tono apa­ci­ble para lue­go sor­pren­der al espec­ta­dor con giros ines­pe­ra­dos gene­ral­men­te con­vin­cen­tes. Lau­ra (Pené­lo­pe Cruz), una mujer espa­ño­la que vive en Argen­ti­na, des­pués de 20 años de ausen­cia retor­na a Espa­ña acom­pa­ña­da de Ire­ne (Car­la Cam­pra), su hija de 16 años, y de Die­go, su hijo menor, en tan­to que Ale­jan­dro (Ricar­do Darin), su mari­do por­te­ño, per­ma­ne­ce en Bue­nos Aires. El moti­vo del via­je es asis­tir a la boda de Ana (Inma Cues­ta), una de sus her­ma­nas, en un pue­blo ubi­ca­do en las afue­ras de Madrid. El reen­cuen­tro con sus fami­lia­res resul­ta agra­da­ble y eso con­tri­bu­ye para que ella se sien­ta feliz. Entre los invi­ta­dos se halla el viña­te­ro Paco (Javier Bar­dem), con quien Lau­ra man­tu­vo una inten­sa amis­tad antes de dejar Espa­ña y que aho­ra está casa­do con Bea (Bár­ba­ra Len­nie); ese encuen­tro pare­ce­ría con­fir­mar el dicho de que “don­de hubo fue­go, ceni­zas que­dan”. La fies­ta trans­cu­rre en un cli­ma de ale­gría has­ta que al pro­me­diar la mis­ma la ado­les­cen­te Ire­ne mis­te­rio­sa­men­te des­apa­re­ce; poco des­pués, a tra­vés de men­sa­jes de tex­to, se lle­ga a saber que ella ha sido rap­ta­da, crean­do la lógi­ca deses­pe­ra­ción de su madre y la inquie­tud de los presentes.

A con­ti­nua­ción el rela­to cobra un inusi­ta­do sus­pen­so en la medi­da que cada uno de los asis­ten­tes a la boda podría haber esta­do invo­lu­cra­do en el secues­tro: esa sos­pe­cha se evi­den­cia aún más cuan­do un ofi­cial de poli­cía reti­ra­do (José Angel Egi­do) apa­re­ce en el esce­na­rio efec­tuan­do pre­gun­tas incómodas.

Como en otros tra­ba­jos de su valio­sa fil­mo­gra­fía, Farha­di recu­rre a los ves­ti­gios del pasa­do para ilus­trar cómo adquie­ren eco en el pre­sen­te: así, a pesar del trans­cur­so del tiem­po per­sis­ten resen­ti­mien­tos que no han cica­tri­za­do por com­ple­to que­dan­do reve­la­das men­ti­ras com­pla­cien­tes así como la inse­gu­ri­dad, la frus­tra­ción y el temor que envuel­ven a varios de sus personajes.

Aun­que la reso­lu­ción de esta his­to­ria pue­da resul­tar un tan­to dis­cu­ti­ble, nin­gún hilo que­da suel­to en la mis­ma. Con una narra­ción esme­ra­da que evi­ta caer en el folle­tín, el film cuen­ta con un impe­ca­ble elen­co, don­de se des­ta­can Pené­lo­pe Cruz y Javier Bar­dem en los roles pro­ta­gó­ni­cos como tam­bién Bár­ba­ra Len­nie y el siem­pre con­vin­cen­te Ricar­do Darín en los pape­les de apo­yo. En los fac­to­res téc­ni­cos de pro­duc­ción se apre­cia el buen dise­ño de pro­duc­ción de Cla­ra Nota­ri al igual que la impe­ca­ble foto­gra­fía de José Luis Alcaine.

Si bien el pre­sen­te tra­ba­jo de Farha­di no alcan­za el mis­mo nivel de Una Sepa­ra­ción (2011) y El Via­jan­te (2016) por el que obtu­vo dos veces el Oscar a la mejor pelí­cu­la de habla no ingle­sa, de todos modos resul­ta pla­cen­te­ro asis­tir a este absor­ben­te rela­to en don­de ade­más de los méri­tos apun­ta­dos, el cineas­ta ha sabi­do cap­tar la idio­sin­cra­sia de la cul­tu­ra his­pa­na tan dife­ren­te a la de su país natal. Jor­ge Gutman