Tres Ros­tros Femeninos

3 FACES. Irán, 2018. Un film escri­to y diri­gi­do por Jafar Panahi

Una vez más cabe expre­sar la admi­ra­ción que des­pier­ta Jafar Panahi quien some­ti­do a arres­to domi­ci­lia­rio des­de 2010 y con la inter­dic­ción de diri­gir fil­mes por las auto­ri­da­des teo­crá­ti­cas de Irán, a pesar de todo con­ser­va el espí­ri­tu y la ener­gía nece­sa­ria para con­ti­nuar fil­man­do. Des­de su deten­ción reali­zó tres fil­mes has­ta 2015 don­de en ese año Taxi obtu­vo el Oso de Oro en el Fes­ti­val de Ber­lín; aho­ra con su cuar­ta pelí­cu­la 3 Ros­tros. pre­sen­ta­da en Can­nes en 2018, rati­fi­ca nue­va­men­te su con­di­ción de ser uno de los más des­ta­ca­dos cineas­tas den­tro del con­tex­to inter­na­cio­nal. Como ya es usual en los tra­ba­jos de este rea­li­za­dor siem­pre com­pro­me­ti­do con expo­ner aspec­tos de la reali­dad social de su país, aquí enfo­ca un tema don­de la con­di­ción feme­ni­na se impo­ne por su presencia.

Mar­zi­yeh Rezaei y Jafar Panahi

En el pre­sen­te rela­to don­de sus per­so­na­jes se con­fun­den entre fic­ción y reali­dad, ese aspec­to se evi­den­cia en su paté­ti­ca pri­me­ra esce­na. En la mis­ma se mues­tra un video en el que la ado­les­cen­te Mar­zi­yeh (Mar­zi­yeh Rezaei) mani­fies­ta que había desea­do ser actriz y que a pesar de haber sido admi­ti­da en el Con­ser­va­to­rio de Arte Dra­má­ti­co de Tehe­rán, sus padres le han impe­di­do dejar su hogar para estu­diar; al final de ese video se la con­tem­pla ponién­do­se una soga alre­de­dor de su cue­llo para ahorcarse.

Ese dra­má­ti­co video es envia­do al celu­lar de la famo­sa actriz ira­ní Beh­naz Jafa­ri ‑inter­pre­tán­do­se a sí mis­ma- quien fue acu­sa­da por Mar­zi­yeh al haber­le pedi­do su ayu­da sin obte­ner res­pues­ta algu­na. Al no haber podi­do sal­var a la sui­ci­da deci­de empren­der un via­je a un remo­to pue­blo ubi­ca­do en la región tur­ca del Azer­ba­yán ira­ní, con el pro­pó­si­to de inda­gar sobre ella. Con tal pro­pó­si­to soli­ci­ta la cola­bo­ra­ción de su ami­go Jafar Panahi para que con su camio­ne­ta la trans­por­te al lugar de destino.

Duran­te el tra­yec­to el direc­tor con­je­tu­ra con su acom­pa­ñan­te si aca­so el video reci­bi­do no es qui­zá una tre­ta de mal gus­to para atraer la aten­ción de la actriz; en todo caso, esa lar­ga tra­ve­sía moti­va a que el con­duc­tor y su acom­pa­ñan­te se topen con una varie­dad de per­so­na­jes que van refle­jan­do las pecu­lia­ri­da­des cul­tu­ra­les de las aldeas que van atravesando.

Al final del via­je los via­je­ros se ente­ran de que allí vive com­ple­ta­men­te ais­la­da Shahr­za­de, una actriz y bai­la­ri­na (a quien no se la ve) que gozó de gran popu­la­ri­dad antes de la revo­lu­ción de 1979 y que con la lle­ga­da del nue­vo régi­men fue prohi­bi­da por la sen­sua­li­dad feme­ni­na que irra­dia­ba en sus actuaciones.

Con tres muje­res de dife­ren­tes gene­ra­cio­nes (Mar­zi­yeh, Beh­naz y la ausen­te Shahr­za­de, Panahi ha ela­bo­ra­do una come­dia dra­má­ti­ca tes­ti­mo­nial sal­pi­ca­da de atrac­ti­vo humor. De este modo que­dan refle­ja­das la ausen­cia de liber­tad de su país, el peso que ejer­cen las tra­di­cio­nes y las supers­ti­cio­nes reli­gio­sas y fun­da­men­tal­men­te la situa­ción de las muje­res en el mar­co de un con­tex­to polí­ti­ca­men­te repre­si­vo como igual­men­te en el plano social al estar domi­na­das por el viri­lis­mo masculino.

He aquí un film sen­ci­llo que aun­que no sea el mejor del rea­li­za­dor, de todos modos man­tie­ne la soli­dez nece­sa­ria para con­cen­trar la aten­ción del ciné­fi­lo exi­gen­te. A pesar de dis­po­ner de modes­tos recur­sos y con las res­tric­cio­nes a que está suje­to, Panahi es capaz de supe­rar los obs­tácu­los inter­pues­tos brin­dan­do el fru­to de su inte­li­gen­cia como cineas­ta a tra­vés de tra­ba­jos que como el actual adquie­ren reso­nan­cia. Jor­ge Gutman