THE BOY WHO HARNESSED THE WIND. Gran Bretaña, 2019. Un film escrito y dirigido por Chiwetel Ejiofor.
Después de haber atraído la atención por su magnífica actuación en 12 Years a Slave (2013), Chiwetel Ejiofor regresa al cine en su triple condición de actor, guionista y director. Al ubicarse por primera vez detrás de la cámara aborda una muy emotiva historia basada en un hecho real que tiene como escenario al continente africano.
El guión del realizador adaptado del libro de William Kamkwamba y Bryan Mealer ubica el relato en 2001 en Wimbe, una aldea rural de Malawi, donde habita la familia Kamkwamba. Allí vive William (Maxwell Simba), un noble adolescente de 13 años de edad y de grandes inquietudes científicas que es testigo de las dificultades que atraviesa su familia como así también los humildes agricultores, dependientes de lo que la madre tierra puede brindarles. El gran obstáculo proviene de los caprichos de la naturaleza donde las grandes inundaciones seguidas de prolongadas sequías afectan severamente a la cosecha.
Dentro de esa precariedad, Trywell (Ejiofor), el cariñoso padre de William que es sembrador, y su abnegada esposa Agnes (Aïssa Maïga) hacen lo posible para que William y su hermana mayor Annie (Lily Banda) obtengan una buena educación para que vislumbren un futuro de vida mejor. Sin embargo, el muchacho no puede continuar su asistencia a las clases; eso se debe a que el director del establecimiento (Raymond Ofula) se lo impide al no haber recibido el pago de la matrícula que adeuda su padre por el grave problema de pobreza que afronta la familia. Con todo, un noble profesor de la escuela (Lemogang Tsipa) que aprecia a William consigue que la comprensiva bibliotecaria (Noma Dumezweni) de la escuela le permita acceder a la biblioteca e instruirse en los temas de su interés como lo son la electricidad y la energía. Allí encuentra el libro Using Energy donde encuentra la clave para resolver la dramática situación ocasionada por la persistente sequía. La solución se encuentra en la implantación de una turbina de viento que con su accionar permitirá suministrar el agua para regar los cultivos. Para implementar su proyecto William debe vencer la resistencia de su querido padre a fin de que le ceda su bicicleta para desarmarla y rescatar sus partes que son vitales para construir el molino de viento.
Sin acudir a golpes bajos el director ilustra cómo la hambruna puede abatir a una población, la lucha desesperada para conseguir la precaria base alimenticia que se ofrece en cantidades extremadamente reducidas a quienes pueden llegar a tener acceso a ella, como así también a un gobierno ineficiente y corrupto sin deseos de colaborar. A esa certera pintura de la comunidad se le adiciona el profundo lazo de solidaridad que une a la familia Kamkwamba donde los padres desean que sus hijos puedan lograr en la vida todo aquello que ellos no pudieron alcanzar.
Si bien esta conmovedora historia resulta predecible, poco importa porque es verídica; así, en los créditos finales se destaca la figura del verdadero William, que en la actualidad es un destacado innovador ingeniero de 31 años embarcado en numerosos proyectos de energía. Gracias a su tenacidad y constancia en 2014 logró graduarse en el prominente Darmouth College de Estados Unidos.
Con una excelente actuación de Simba, acompañado de la certera caracterización ofrecida por Ejiofor y el resto del elenco, el novel realizador brinda un film de gran humanidad que se ve realzado por la remarcable fotografía de Dick Pope al captar en toda su dimensión el ambiente en que se desarrolla este cautivante drama.
Solo cabe lamentar que este hermoso film de Netflix no pueda ser exhibido en las salas de cine para el público que desearía verlo sino que es ofrecido únicamente a los abonados de esta plataforma de streaming. Jorge Gutman