PIAZZOLLA, LOS AÑOS DEL TIBURÓN. Argentina-Francia-España, 2018. Un documental escrito y dirigido por Daniel Rosenfeld
En cualquier lugar del mundo decir Piazzolla (1921 – 1992), significa mencionar el nombre de quien revolucionó al tango argentino haciéndolo tan famoso que su inconfundible música es hoy día difundida internacionalmente y sus composiciones igualmente son ejecutadas en salas de concierto. De allí que el documental Piazzolla, los años del tiburón de Daniel Rosenfeld ‑presentado en el festival FIFA de Montreal– constituye un verdadero homenaje al querido y legendario compositor, pianista y maestro del bandoneón.
Valiéndose de un material de archivo inédito hasta el presente, como de otros de carácter familiar abierto por su hijo Daniel, fotos, recortes y notas de revistas, filmaciones de la familia en super 8 y grabaciones en audio, Rosenfeld reconstruye la vida del compositor aunque no necesariamente la expone cronológicamente.
Nacido en Mar del Plata en 1921, a los 4 años Astor viaja con su familia a Nueva York donde transcurrirá buena parte de su infancia; allí su querido padre Vicente “Nonino” Piazzolla, que trabajaba en una peluquería del East Village de Manhattan, le compra un bandoneón y a partir de ese momento se produce su contacto con la música. Años después conoce a Carlos Gardel quien sintiendo una fuerte simpatía por el adolescente al que oye tocar en su bandoneón lo incorpora como extra para el film El Día que me Quieras (1935). La estadía en la Gran Manzana con su apreciable multiculturalismo influyó enormemente en su estilo musical que sobrevendrá años después.
Su hijo Daniel constituye la principal fuente de información de este documental, complementada con la de su hermana Diana ‑fallecida en 2009‑, quien reportea a su padre a través de una casetera como material que utilizaría para su biografía titulada Astor que fue publicada en 1986. Tanto por parte de ambos hermanos como igualmente apoyado por comentarios de su padre, van surgiendo facetas de este excepcional músico, donde con su propósito de incursionar en la música clásica sin dejar de lado el tango, viaja a París para recibir durante 11 meses importantes lecciones de su gran maestra Nadia Boulanger. Al promediar la década del 50 comienza a innovar el tango tradicional imprimiéndole una moderna modalidad que no fue aceptada por sus detractores quienes lo acusaron de haber asesinado al clásico baile rioplatense. Curiosamente, será en el contexto internacional donde logrará su reconocimiento hasta que tardíamente será objeto de apreciación similar en su país natal, llevando su música nada menos que al Teatro Colón, por excelencia la sala de conciertos, ballet y ópera más prestigiosa de Argentina.
Filmada con refinado estilo y ensamblada de manera inobjetable, la película destila considerable sensibilidad como así una cierta melancolía no exenta de contenido poético. Hurgando en el alma de Piazzolla, Rosenfeld ha logrado un sobrio retrato del compositor que gratificará plenamente a sus leales seguidores como así también a quienes aún no lo hayan conocido. Por lo que antecede, seguramente que el autor de Adiós Nonino, Balada para un Loco, María de Buenos Aires, Libertango y Oblivion le estará agradeciendo desde el más allá. Jorge Gutman