SUNSET. Hungría, 2018. Un film de László Nemes.
Después de abordar el tema del holocausto en Son of Saul (2015), premiado con el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes como así también con el Oscar al mejor film extranjero, el realizador húngaro Lászlo Nemes retorna con Sunset , un drama que se desarrolla en Budapest durante un período de gran convulsión que precedió a la Gran Guerra.
Habiendo demostrado una madurez remarcable en el film precedente manejando un tema delicado con cámara en mano que otorga al relato un ritmo vertiginoso y febril, algunos de esos rasgos distintivos se siguen apreciando en su nuevo trabajo pero el resultado no resulta convincente.
El guión del realizador escrito con Clara Royer y Matthieu Taponier sigue los pasos de la joven Irisz Leiter (Juli Jakab), una huérfana que no llegó a conocer a sus padres. Escapando de Trieste por razones que no se llegan a precisar, en 1913 llega a la capital de Hungría con el propósito de encontrar trabajo en la tienda de sombreros que había pertenecido a sus progenitores. Sin embargo, Oszkar (Vlad Ivanov), el actual propietario, amenazado por su presencia la rechaza y eso se debe porque su hermano, que ella no sabía que existía, años atrás mató a un conde húngaro y posteriormente desapareció.
Una vez lanzada en el bullicio de las calles de Budapest, Irisz está obstinada en localizar a su hermano y a partir de allí la historia se vuelve confusa a través de los distintos personajes que ella encuentra en su búsqueda. A medida que se va introduciendo en el laberinto urbano, la frustración y desorientación de la joven se transmite en el ánimo del espectador quien se siente desconcertado tratando de descubrir hacia dónde apunta el caótico y tedioso relato. Aquí no se trata de rechazar el esfuerzo intelectual que este filme pueda demandar al cinéfilo: sin embargo, para armar el rompecabezas propuesto por Nemes es necesario que se suministren las piezas necesarias para integrarlo, hecho que aquí no sucede en la media que hay demasiados hilos sueltos.
Entre los logros del film cabe destacar la lograda ambientación de época gracias a los buenos diseños de producción, la estupenda fotografía como así también la sensibilidad que Jakab vuelca a su personaje donde el ojo de la cámara la enfoca permanentemente a lo largo del metraje; con todo, esos elementos no compensan la confusión de esta historia carente de emoción y que innecesariamente se prolonga a lo largo de casi dos horas y media. Jorge Gutman