DIAMANTINO. Portugal-Francia-Brasil, 2018. Un film escrito y dirigido por Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt.
Según sea la óptica del espectador, Diamantino puede ser considerada una comedia del absurdo, una sátira surrealista como así también una lunática farsa. Considerando algunos aspectos de la realidad contemporánea en el contexto del mundo caótico en que se vive, en su ópera prima los realizadores Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt ofrecen un divertimento que cumple con el objetivo de entretener sanamente.
En una escueta síntesis se puede anticipar que Diamantino (Carloto Cotta) es un brillante futbolista portugués, aunque completamente ingenuo, que despierta admiración en todo el país por su distintivo estilo de juego; no obstante su gloria se desmorona cuando en un partido decisivo del campeonato mundial de fútbol comete un error al no haber atajado un penal que malogró la suerte de su equipo. Tras la muerte repentina de su padre, sus malévolas hermanas Sonia (Anabela Moreira) y Natasha (Margarida Moreira) tratan de aprovecharse de él conduciéndole a una experimentación genética por parte de un excéntrico científico. Simultáneamente, Aisha (Cleo Tavares), una encubierta agente de gobierno, trata de investigar algunos aspectos aparentemente turbios de las finanzas de Diamantino posando como un indocumentado adolescente refugiado de Mozambique que finalmente terminará siendo adoptado con todo afecto por él.
De allí en más la no muy articulada trama apunta hacia diversas direcciones en las que los directores exponen algunas de sus preocupaciones apelando a situaciones disparatadas de eficaz humor. Entre las mismas se refleja el problema de los refugiados africanos, la crisis de la economía y el vínculo de nuestro antihéroe con un partido xenófobo que quiere utilizar su imagen en un aviso publicitario exaltando la necesidad de que Portugal sea grande nuevamente ‑alusión a la del presidente americano- y que abandone la Unión Europea.
Los directores han sabido convocar un buen elenco donde acertadamente encontraron en Cotta al intérprete ideal caracterizando vivamente al infantil y candoroso personaje central de esta historia.
Aunque sin analizar con profundidad los diferentes tópicos abordados, Abrantes y Schmidt apelando a una loable imaginación han conseguido efectuar una risueña fantasía no exenta de comentario crítico al poner el dedo en la llaga sobre ciertas anomalías que inquietan al mundo actual.
Apreciando los méritos de esta obra vanguardista, el jurado de la Semana de la Critica del Festival de Cannes de 2018 merecidamente la ha distinguido con el Gran Premio.
Jorge Gutman