C’EST ÇA L’AMOUR. Francia-Bélgica, 2018. Un film escrito y dirigido por Claire Burger
Habiendo adquirido reconocimiento internacional con la Caméra d’ or obtenida hace 5 años en Cannes por su ópera prima Party Girl, la realizadora Claire Burger retorna al ruedo con otro buen film. En este caso, la ruptura matrimonial de sus padres es lo que la ha inspirado a realizar C’est ça l’amour, un relato de ficción parcialmente autobiográfico.
Desarrollando la acción en la pequeña ciudad francesa de Forbach, Burger enfoca a Mario (Bouli Lanners), un empleado público de mediana edad que siente un gran vacío cuando después de 20 años de matrimonio su mujer Armelle (Cecile Remy-Boutang) le anuncia que deja el hogar a fin de lograr más espacio para replantear su vida.
Con la ausencia de su mujer, la rutina de Mario se ve considerablemente alterada, ya que además de su trabajo profesional debe igualmente ocuparse de Niki (Sarah Henochsberg) de 17 años y Frida (Justine Lacroix) de 14 años, sus dos hijas que han quedado a su cargo y con quienes la relación dista de ser armoniosa; en tal sentido, Frida es la que mayor conflicto guarda con Mario debido a que se siente atraída sexualmente por Alex (Celia Mayer), una de sus compañeras de escuela, aspecto que su progenitor ‑sin ser homofóbico- no ve ese vínculo con buenos ojos.
Con el propósito de calmar sus penas y el deseo de recuperar a su mujer, Mario se adhiere a un grupo de teatro comunitario donde Armelle se desempeña como iluminadora; al mismo tiempo, la actividad desplegada en los ensayos constituye para él una forma de terapia psicológica.
Aunque por momentos este honesto relato zigzaguea, la objeción mayor es que el guión de la realizadora no logra el completo equilibrio entre el conflicto emocional de Mario por su crisis conyugal y la conducta de sus hijas, con especial énfasis en lo que concierne a la orientación sexual de Frida. No obstante el inconveniente apuntado el film se distingue al modificar los tradicionales roles genéricos por cuanto aquí es el hombre y no la mujer quien debe restaurar la unidad familiar; en tal sentido la directora resalta la dinámica que se produce entre sus integrantes y la madurez que cada uno de ellos va adquiriendo durante el proceso de recomposición.
Asimismo, el film se destaca por su buen elenco donde, en especial, el actor belga Lanners transmite hondamente la desazón de un hombre ocasionada por el súbito abandono de su esposa así como su inexperiencia como padre monoparental a la que trata de compensar con su entrañable ternura. Con un desenlace que aunque complaciente destila calidez, Burger ha realizado un film clásico que a través de su retrato de familia logra atraer ilustrando el abnegado amor de un padre hacia sus hijas. Jorge Gutman